La Reserva Federal ha optado para retardar su camino hacia la flexibilización monetaria. Al contrario de la decisión que ya han tomado el Banco Central Europeo, lo Banco de Inglaterra y lo Banco del Canadá, entre otros, el organismo dirigido por Jerome Powell ha mantenido intactos los tipos de interés por séptima reunión consecutiva. Ante unos «riesgos inflacionistas persistentes», en palabras del consejo de gobierno, los créditos en dólares, pues, sostienen una ratio de entre el 5,25 y el 5,5%. La decisión llega solo un día después de confirmar que la inflación ha resistido un mes más por encima del 3%. En concreto, el índice de precios de consumo norteamericano se ha quedado en el 3,3%, tres décimas por debajo de abril pero todavía lejos de el objetivo a medio plazo de los dos puntos.
Washington, de este modo, cambia radicalmente su mensaje en cuanto a la política monetaria. Durante los primeros meses del año, los gobernadores estadounidenses apuntaban, incluso, a tres reducciones de tipos durante el 2024, un ritmo de recortes que, tomando como referencia las decisiones de Londres y Frankfurt, dejaría la tasa a cierre del curso al 4,75%. Ahora, pero, enfría estas expectativas, atendida no solo la inflación todavía elevada; sino también la buena marcha de la economía y del mercado laboral. Hay que recordar que la Fed, a diferencia del BCE, tiene un mandato dual: el encargo que recibe el director general no solo es mantener el umbral de precios al 2%; sino también sostener la desocupación en mínimos.
«Mayor confianza»
Ante una coyuntura que no consideran favorable para una flexibilización de las condiciones de crédito, pues, el banco central norteamericano espera contar con datos que ofrezcan «mayor confianza que la inflación se mueve sostenidamente» hacia el objetivo general. Las condiciones laborales, el índice de precios subyacente o la salud general de la economía estadounidense marcarán, en lo sucesivo, las decisiones de una Fed que, por primera vez en años, va más lenta que sus contrapartes transatlánticas.