El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha hecho de la guerra comercial su método diplomático más utilizado. La imposición de aranceles se ha convertido en el día a día de las primeras semanas de la nueva administración. Con la entrada en vigor de las primeras tarifas generales, sin embargo, el líder republicano ha encontrado que sus antes aliados, lejos de aceptar sus imposiciones, pagan con la misma moneda. El pasado miércoles, cuando la Casa Blanca hizo efectivo el impuesto del 25% a las compras de aluminio y acero fuera de sus fronteras, la Unión Europea lanzó su contraataque. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el comisario de comercio, el socialdemócrata eslovaco Maroš Šefčovič, han presentado un plan para gravar los movimientos de 28.000 millones de euros en productos fabricados en EE.UU.
Una pequeña parte del nuevo paquete se limita a reactivar las restricciones comerciales impuestas hace seis años, durante el primer mandato de Trump. El resto dependerá de la decisión de los 27, que ya han asegurado que estudiarán «sector a sector» las implicaciones de la ofensiva trumpista para decidir cuáles vale la pena proteger. A la espera de un mapa completo de los nuevos aranceles, el sector exterior catalán tiembla: los Estados Unidos son el segundo mercado importador fuera de la Unión Europea de las empresas del país, solo superado por China. Con más de 5.700 millones de euros comprados en 2024 es, además, el que más crece. El curso pasado, las empresas internacionalizadas del Principado gastaron un 15,2% más en EE.UU.; mientras que el alza de 2023 fue aún más fulgurante, de un 31,3% interanual, según los datos del Idescat.
Riesgos en la farmacia
Uno de los subsectores catalanes que más se ha beneficiado de las compras en Estados Unidos es también uno de los más amenazados por Trump: el farmacéutico. A finales de febrero, después de anunciar las fechas de entrada en vigor de la tasa al aluminio y el acero, el presidente estadounidense apuntó hacia la industria pharma como el nuevo objetivo de su política comercial. «Pondré aranceles del 25%, y la cifra crecerá sustancialmente durante el resto del año», anunciaba el mandatario en una atención a los medios desde su complejo de Mar-A-Lago, en Florida. El riesgo de una guerra comercial en el sector farmacéutico sería sustancial para Cataluña: en 2024, según datos del Idescat, el Principado importó cerca de 1.100 millones de euros en productos de esta rama desde el otro lado del Atlántico.

Solo en medicamentos y materias primas para productos inmunológicos -un paquete comercial que va desde las vacunas hasta los hemoderivados-, las empresas locales realizaron compras por valor de cerca de 890 millones de euros. En el caso de la sangre y el plasma, cabe recordar que EE.UU. es el gran nodo extractor y productor del planeta. Grifols, sin ir más lejos, concentra allí buena parte de sus plantas dedicadas. A este monto se suma lo invertido en la compra de medicamentos dosificados -píldoras, jarabes y otros preparados para el consumo-. Cataluña importó de EE.UU. cerca de 160 millones de euros tanto en 2023 como en 2024.
‘Drill, baby, drill’
Por encima de la farmacia, sin embargo, está la energía. En concreto, los hidrocarburos. Después de la pandemia, las importaciones de petróleo catalanas desde Estados Unidos se han disparado, y la federación estadounidense se ha colocado en una inalcanzable primera posición como proveedor del Principado. En 2024, según las cifras del Idescat, Cataluña compró 1.680 millones de euros en productos petroleros a las exportadoras estadounidenses. A este monto se debe añadir el del gas natural, que se eleva hasta tocar los 215 millones en 2024. La concentración de la demanda en EE.UU. coincide con las sanciones europeas a Rusia a raíz de la guerra en Ucrania. También con la reducción progresiva de otros mercados relevantes, como México, que ha perdido buena parte de su protagonismo en el sector petrolero por la mala salud de la empresa nacional Pemex. A estos dos factores se suman los intensos recortes de la producción de los países miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, así como la inestabilidad interna de alguna de las potencias tradicionales. Es el caso de Libia, que llegó a aportar cerca de 1.000 millones de euros en petróleo y derivados en 2021 a las importadoras catalanas, y que se ha quedado poco por encima de los 350 millones el último año.
Ahora bien, Trump puede haber estimulado a sus enemigos energéticos con las nuevas fronteras comerciales: después de tres años de restricción del mercado, la OPEP ha anunciado que recuperará parte de la producción recortada a partir del próximo mes de abril. El movimiento del bloque liderado por los países árabes ya empieza a hacer daño a los petroleros estadounidenses. El consenso del sector sitúa el umbral de precio clave en los 70 dólares: si el barril West Texas supera esta cifra, la rentabilidad es suficientemente elevada para que las empresas de EE.UU. continúen expandiendo la producción petrolera. Ahora bien, cuando el precio cae por debajo de este nivel, las dinámicas del mercado hacen temblar a la industria transatlántica. El pasado miércoles, a raíz del anuncio de la organización de productores, el precio de referencia del petróleo en Estados Unidos cayó a los 65 dólares, el más bajo desde 2021, antes de la invasión rusa de Ucrania. Las acciones de las grandes petroleras del país, como ExxonMobil, han caído hasta sus mínimos del año. Así, la tensión arancelaria en los hidrocarburos catalanes podría resolverse sin efectos dramáticos, especialmente si el Principado recupera algunos mercados que podrían volver a activarse.

Alta tecnología
Según el estudio del mercado estadounidense elaborado por Acció, el tejido catalán de la salud podría sufrir por partida doble en caso de una disputa arancelaria entre la UE y los Estados Unidos. Además de los productos farmacéuticos, destacan las importaciones de maquinaria y otros aparatos de diagnóstico y tratamiento de diversas enfermedades. En concreto, Cataluña ha invertido en dispositivos y soluciones médicas fabricadas en EE.UU. cerca de 250 millones de euros solo en 2024, con diferencia el primer mercado del país. Fuera del ámbito sanitario, las compras de maquinaria industrial también alcanzaron su punto máximo el curso pasado, con cerca de 290 millones de euros, según los últimos registros de Idescat. En este ámbito, sustituir las compras transatlánticas puede ser complejo a largo plazo. El proveedor tradicional de maquinaria para Cataluña era Alemania, si bien la crisis industrial que sufre la locomotora europea ha ralentizado progresivamente la relación comercial con el Principado. La promesa más clara es China, que gana cuota de mercado en muchos segmentos económicos. De hecho, compite con EE.UU. en algunos ámbitos de la tecnología médico-quirúrgica, con cerca de 60 millones importados en los últimos 12 meses. En general, el gigante asiático se ha convertido en un socio clave para el comercio exterior catalán. De hecho, ya se habría convertido en el principal vendedor global a las empresas catalanas, con más de 1.200 millones adquiridos solo el pasado mes de diciembre, el monto más elevado entre todos los socios comerciales del Principado. La guerra comercial, pues, puede servir para diversificar aún más las relaciones mercantiles de Cataluña -o incluso para reconfigurar su posición en los bloques geoestratégicos-.