El Parlamento Europeo ha acabado aprobando la reforma del mercado eléctrico y del gas de la Unión Europea, una aprobación que ha ratificado el acuerdo político al cual llegaron para tratar de evitar la inestabilidad en los precios para los consumidores. La directiva, aprobada con 473 votos, incluye varias herramientas como los contratos por deferencia, compras conjuntas y más protección para los colectivos vulnerables. El reglamento, por su parte, ha quedado aprobado con 433 votos a favor, 140 en contra y 15 abstenciones. Esta reforma, pero, no supone el fin del mercado actual, a pesar de que busca reducirlo en el mínimo.

Las grandes apuestas para el mercado de la luz
El que busca Europa con esta reforma es que se formulen contratos por deferencia, unos contratos de largo plazo en que proveedores y compradores de electricidad pactan un precio y que si este es más alto o bajo del acordado se tiene que devolver la diferencia. Unos contratos que se aplicarán a la energía eólica, solar, geotérmica, hidráulica (sin almacenamiento) y nuclear.
Estos contratos se espera que garanticen un escenario estable y se podrán declarar situaciones de crisis en el supuesto de que haya un aumento descontrolado de los precios, un hecho bajo el cual podrían tomar medidas «temporales» para fijar los precios a pymes e industrias y evitar su descontrol.
El mercado del gas y el hidrógeno
En cuanto al mercado del gas y el hidrógeno, su reforma busca «descarbonizar» el sector y asegurar el suministro en la UE, con dos claras apuestas cómo son dirigir el cambio climático y hacer frente en Rusia. Con esta reforma se facilita la incorporación en la red de las energías renovables y con bajas emisiones de carbono. La reforma incluye compras conjuntas de gas para evitar la competición entre estados para fijar los precios y facilitar que se llenan las reservas previendo los meses más fríos. Una reforma que también hará que la UE restrinja las importaciones de gas ruso y bielorruso.
Este nuevo reglamento también incluye las inversiones en infraestructuras de hidrógeno, sobre todo en aquellas zonas de Europa donde se puede encontrar más carbón mineral.