Una guerra comercial al sector de los semiconductores contra China causaría «enormes daños» a la economía norteamericana. Según Jensen Huang, el CEO de la multinacional estadounidense NVidia -el principal fabricante mundial de tarjetas gráficas para ordenadores- la industria tecnológica estadounidense está en «riesgo» como consecuencia de las tensiones económicas y geopolíticas entre Washington y Pekín en el ámbito de los microprocesadores.
El directivo, de origen taiwanés, ha criticado las restricciones que la administración Biden ha establecido sobre las exportaciones tecnológicas a la rama de semiconductores hacia China. Según Huang, en el caso de su empresa, la regulación del presidente los ha «atado las manos a la espalda», en cuanto que el gigante asiáticos es uno de sus principales mercados internacionales.
Riesgo para la Chips Act
La reconocida ley de promoción de la autonomía estratégica en el ámbito de los microchips impulsada por Biden también, en palabras de Huang, queda en entredicho con la expulsión del mercado chino de las marcas norteamericanas. Según el CEO, la demanda asiática cubre una parte importante de la capacidad productiva estadounidense -y, sin ella, parte de la estructura de oferta acontecería innecesaria-. «Si la industria tecnológica de los Estados Unidos requiere un tercio menos de capacidad, nadie necesitará fábricas norteamericanas; nadaremos en fábricas», alerta el directivo, avisando el regulador que «si no es reflexivo, hará daño al sector»
Autonomía estratégica para Pequin
El bloqueo de las fronteras norteamericanas hacia China para los microchips que se fabrican puede, además, comportar una segunda consecuencia no deseada. Biden quiere evitar que su principal competidor use los materiales y los productos de la industria tecnológica norteamericana para desarrollar su electrónica de alta generación. Si bien, según Huang, podrían hacer de la necesidad virtud. Si bien China hace años que no estabiliza su capacidad productiva en cuanto a microchips, «si no los pueden comprar en los Estados Unidos, los acabarán fabricantes ellos mismos». Así, reclama en el gobierno que revise sus prioridades y lo haga en consonancia con las necesidades empresariales. «Si nos sacan el mercado chino, no hay contingencias; no tenemos otra China», concluye.