Bruselas comienza a evidenciar las grietas del acuerdo arancelario con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Incluso antes de que el Despacho Oval haya firmado la orden de aplicar el pacto, la Comisión Europea ya ha hecho saltar por los aires algunos de los puntos más cuestionados. El portavoz de Comercio del ejecutivo comunitario, Olof Gill, ha negado este jueves en rueda de prensa que Europa tenga que dedicar 600.000 millones de euros a nuevas inversiones en EE.UU.. El acuerdo se puso sobre la mesa en la reunión entre Trump y la presidenta Ursula von der Leyen, pero «no implica en ningún caso obligaciones vinculantes«, según ha declarado Gill. De esta manera, el gobierno de los 27 entra en la batalla a corta distancia con la Casa Blanca, que considera que todo lo que se ratificó en el club de Golf de Turnberry, en Escocia, obliga a ambas partes -y espera, en consecuencia, más de 1,3 billones de euros en nuevo gasto en su país-.
Gill también ha pasado al ataque contra la administración Trump por el ritmo de aplicación de los nuevos aranceles. El mandatario aún no ha firmado la orden ejecutiva que reduce hasta el 15% general las tarifas en los sectores afectados por impuestos específicos, como el acero o los automóviles. Según el portavoz, las condiciones acordadas en Escocia «lo incluyen todo» en las nuevas tasas que los Estados Unidos concedieron a Europa. Cabe recordar que el presidente estadounidense, no está de acuerdo con esta interpretación del acuerdo: a su parecer, los 600.000 millones en inversiones, así como los 750.000 millones en gasto energético, son de aplicación obligatoria; mientras que el 15% general deja fuera las industrias que ya tienen un arancel concreto. Desde la Casa Blanca ya han amenazado con elevar la tarifa universal a los miembros de la Unión hasta el 35% si la CE no acepta al pie de la letra sus condiciones.

Terror en los sectores estratégicos
Si Trump logra aplicar los aranceles en sus términos, las consecuencias pueden ser catastróficas para las economías de la Unión. El presidente estadounidense ya ha anunciado nuevos impuestos a las importaciones en dos de los sectores que desde hace meses están en su mira: las farmacéuticas, sobre las que pesará un 250%; y los semiconductores, con un 100%. Si Bruselas no incluye los aranceles a Europa en el paquete del 15%, la farmacia comunitaria perderá a todos los efectos uno de sus principales mercados. En la rama de los microchips, además, Von der Leyen acordó que los EE.UU. serían su socio prioritario, lo que compromete relaciones comerciales más activas con sus fabricantes -como Intel, inmersa en una guerra abierta con el gobierno por su nuevo CEO, Lip-Bu Tan, nacido en Malasia. A pesar de los retos, Gill asegura que «prefiere centrarse en los aspectos positivos» del potencial pacto. «El enfoque es garantizar el mejor resultado para nuestra industria, nuestros consumidores y el conjunto de la UE», ha subrayado.