«Al junio tendremos mucha más información para sentirnos confiados por bajar los tipos«. Difícilmente una figura tan prudente como la presidenta del Banco Central Europeo Christine Lagarde haría una declaración tan abierta y aventurada sin certezas. Después de meses enfriando las expectativas de los mercados en cuanto a la bajada de los tipos de interés, el retroceso de la inflación y el equilibrio entre beneficios empresariales y salarios parecen haber servido porque Frankfurt tome –preliminarmente– una decisión: una bajada de tipo a la reunión correspondiente al mes de junio. Ante la salida de guion de Lagarde, los mercados han empezado a especular sobre la reavivada del crédito a la Unión: y más encara cuando los mismos consejeros del organismo regulador han empezado a extender el mismo mensaje.
Incluso los perfiles más duros entre los gobernadores monetarios europeos parecen rendirse a la evidencia que el mercado comunitario necesita normalizar el coste de las operaciones de financiación. El presidente del Bundesbank, el alemán Joachim Nagel –tradicionalmente identificado con los halcones– ha abierto la puerta a una primera reducción de los tipos de interés antes de las vacaciones de verano. «Las perspectivas han cambiado y mejorado», declaraba Nagel a uno
El mismo consejo de gobernadores, de hecho, ya ha empezado a discutir internamente el retroceso de los tipos. A pesar de que, como confirmó la misma Lagarde, la decisión tomada el pasado jueves de mantener las principales ratios financieras de la Unión estáticas unas semanas más se tomó «por unanimidad», el gobernador del Banco de Finlandia, Olli Rehn, ha reconocido que «se ha iniciado un debate sobre como empezar a levantar el pie del freno de la política monetaria» para reactivar la financiación y el consumo cuanto antes mejor. Es cierto, justo es decir, que la mayoría de caras visibles del banco mantienen cierta prudencia, indicando que una bajada demasiada rápida de tipo puede romper la buena tendencia inflacionista y retrasar todavía más el logro del IPC al 2% a medio plazo. El gobernador del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, empieza a conceder que el riesgo opuesto, pero, es también real. Un riesgo, el de

El único representante que ha mantenido un tono duro ha sido Madis Múller, gobernador del Banco de Estonia, que resiste a favor de los postulados más hawkish. Müller se ha dedicado, de hecho, a lanzar agua fría sobre el calentamiento de los mercados provocado por las declaraciones de sus homólogos. El economista alerta que, si bien la inflación va a la baja, Frankfurt necesita «una confirmación más firme que la tendencia bajista de precios» antes de entomar recortadas de los tipos de interés. Los indicadores macro fuerzan el banquero a bajar de su argumentario, en cuanto que «es posible» que la confianza económica de empresas, ciudadanos e instituciones se dispare en los próximos meses a la vista de los «indicadores económicos» que se esperen; hecho que aceleraría sustancialmente la flexibilización del marco regulador crediticio a los países de la moneda única.
Estados Unidos, alerta
Desde la primera subida de tipo de interés, en el tercer trimestre del 2022, Europa ha ido marcadamente a remolque de los Estados Unidos. Las actuales expectativas, de hecho, rompen la tendencia que se había establecido que el BCE ha tomado sus decisiones de política monetaria de acuerdo con la de la Reserva Federal. Rehn, pero, niega la mayor. El Banco Central Europeo «no es el distrito federal 13 de la Reserva; es decir, un banco central regional». Los mercados financieros norteamericanos, por su parte, hacen sienta el argumento, y esperan, de hecho, que el BCE baje los tipos antes de que Nueva York. Según los economistas del Bank of America, la posibilidad de un primer recorte de tipo en junio es «elevada»; si bien los precios del consumo permanecen todavía «muy elástico» a Europa. «Si no hay grandes sorpresas, los recortes llegarán en julio», comenta el economista en jefe de el BofA a Europa, Rubén Segura- Casayuela.