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Gallego (Comunes): «El Gobierno tiene que intentar entrar a empresas estratégicas del país»

La jefa de lista de los Comunes para las elecciones del 12-M, Jéssica Albiach, tardó pocos minutos a poner a los comicios el sello de «plebiscito». Después de haber tumbado los presupuestos del gobierno de Pere Aragonés con el Hard Rock como bandera, la izquierda alternativa del país ha insistido, en una campaña especialmente intensa, en el modelo productivo como gran activo social –un modelo que va desde el turismo a la vivienda, pasando por la industria o los servicios públicos–. Con la crisis residencial en el «coro» del programa y en diametral resistencia contra los macroproyectos, los de Albiach recuerdan por todas partes los acuerdos y reformas a cargo de la suya referente estatal, la líder de sumar, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo del gobierno español Yolanda Díaz. El mundo del trabajo ha tenido su voz al grupo parlamentario de los Comunes en el exsecretario general de CCOO en Cataluña Joan Carles Gallego. Economista de formación, y ya entomant el camino de salida del hemiciclo, Gallego recibe El Mundo Economía horas después del Primero de Mayo por habla de legislación laboral, trenes y energías renovables; con la gestión pública en el centro de todo: «Hasta ahora, todo el mundo había reído las gracias a las privatizaciones».

Los Comunes, ya desde la convocatoria electoral, plantean el 12-M como un «plebiscito» entre modelos económicos. Por qué esta centralidad del modelo productivo?

Cataluña tiene dos grandes problemas: uno es la emergencia climática, que es global y ha llegado para quedarse. Y esto obliga a hacer un cambio en la forma en que producimos, distribuimos y consumimos. La actual estructura productiva tiene que variar, tiene que moverse. Por ejemplo, el sector turístico tal como existe hoy no es sostenible desde ningún punto de vista. Hay que buscar un modelo diferente, sin repudiarlo; pero buscando un turismo equilibrado, sostenible y justo. Y a la industria, tres cuartos del mismo: necesitamos una industria circular, más eficiente energéticamente. Tenemos que cambiar las bases de la estructura económica; para enfrentar el reto climático pero también la desigualdad. Una desigualdad que se explica por los elevados niveles de precariedad laboral. Hemos avanzado en la estabilidad, pero no en los salarios. Tenemos que mejorar la estructura salarial, en salarios directos, pero también indirectos: no puede ser que aquello que se gane al puesto de trabajo, se lo coma la sociedad. En términos de acceso a la vivienda, transporte público, calidad de los servicios públicos… Estos dos retos hacen necesaria una estrategia a medio y largo plazo para cambiar el modelo productivo, de país hacia un más justo y sostenible.

Cuál es la trinchera de los Comunes en este plebiscito?

Hay que avanzar de manera clara en un cambio de modelo energético hacia las renovables, dejar atrás el mix actual de nucleares y combustibles fósiles. Y, en segundo lugar, avanzar en la electrificación de la economía; que las empresas y hogares puedan usar la electricidad para su actividad. Por otro lado, poner las infraestructuras al servicio de la conectividad global. Y aquí se enmarca la apuesta por el ferrocarril; mejorar el tramado ferroviario, desde el convencional hasta los trenes ligeros. Hay que trenzar todo el territorio; no solo el Área Metropolitana, sino los Pirineos, las Tierras del Ebro, la Cataluña interior… Un modelo que permite también recortar el transporte de mercancías por carretera, intensivo en consumo de combustibles fósiles. Y un tercer elemento, la potenciación de los servicios públicos, incluyendo la vivienda. Cómo ponemos las bases materiales para que la ciudadanía pueda vivir mejor; con derechos garantizados, de calidad y que no generen desigualdades.

«Hay que abrirse a explorar mayores reducciones de la jornada laboral con el horizonte de las 32 horas, o los cuatro días semanales» / Mireia Comas

Los sindicatos ponían en el centro del pasado Primero de Mayo dos grandes ejes: la reducción de jornada y las mejoras salarial. Atendida la oposición patronal y política de estas medidas, especialmente las 37,5 horas, hay camino para aplicar estas medidas? No hay demasiadas resistencias, con la presente correlación de fuerzas?

La reducción de jornada tiene ventajas desde varios puntos de vista. Tanto desde el punto de vista social, que libera tiempo de vida, como para el funcionamiento de las empresas. Ayuda a aumentar la productividad, a evitar tiempos muertos. gana todo el mundo: tanto el trabajador como la empresa, que se ve forzada a introducir innovaciones organizativas o técnicas que mejoren la productividad. Tiene que ser posible aplicarla desde el amparo legal y la negociación colectiva, para ajustarlo. En un primer término proponemos las 37,5 horas por ley, pero muchas empresas ya se encuentran en esta jornada real; se podría generalizar sin problemas. Pero, al mismo tiempo, hay que abrirse a, en el marco de la negociación colectiva, explorar mayores reducciones con el horizonte de las 32 horas, o los cuatro días semanales.

Algunas de las mejoras laborales de la última legislatura, pero, se han hecho solo con una parte del diálogo social. Las dos últimas subidas del SMI son ejemplo. Hay margen, de ahora en adelante, para continuar legislando en el ámbito laboral solo con el mundo del trabajo?

Sería ideal hacerlo en el marco del diálogo social, pero si una parte se niega a entrar a la negociación, no queda más que acordar con la otra. Si una parte toma una actitud de bloqueo, se puede desbloquear pactando con la otra. La patronal tiene que ser responsable; tiene que ver que tiene más ventajas entrar en un acuerdo que quedar al margen. Uno entra a una tabla de diálogo buscando un acuerdo; y acordar es hacer concesiones. Pero si una banda no quiere conceder nada, tendrá que asumir el pacto al cual lleguen los otros. La patronal tiene que ser consciente de esta realidad, sobre todo porque los cambios planteados son de época. El mejor seria hacerlos con acuerdo, pero el gobierno no puede renunciar. Hablar de la jornada laboral no es solo hablar de empresa, sino de la vida de las personas.

Prevé una situación similar al diálogo social catalán que esta carencia de acuerdo que sufren en el Estado?

Espero que no haya el mismo enrocament que hay con la CEOE; que las patronales catalanas sean más sensibles con la realidad económica del país. Hay determinados convenios en Cataluña donde la reducción de jornada se ha acordado. Con lógica, las patronales no tendrían que ser reactivas a las 37,5 horas. Otra cosa es plantear de repente las 32, entonces podríamos discutir. En cualquier caso, la reducción de jornada tiene que incluir incentivos en la negociación colectiva, y la Generalitat puede hacerlo. El Gobierno es un actor económico: compra bienes y servicios, licita. En la hora de interpretar este papel, podría priorizar las empresas más ejemplares en términos de condiciones laborales, mejora social, compromisos de sostenibilidad… Puedes priorizar a quién compres, con quien contratos. Y así se promueven los cambios.

Como valora este rol de actor económico por parte del Gobierno saliente? Especialmente después de la rotura de las conversaciones por el Acuerdo Interprofesional de Cataluña.

Por un lado, hay el tema del Pacto Nacional para la Industria, que vino a sentenciar aquello que sindicados y patronales ya habían trabajado. Venía del acuerdo previo entre empresarios y sindicatos. Además de esto, no ha tenido un papel relevante. El AIC se hace a dos bandas, entre empresarios y sindicatos; el Gobierno es espectador. Aun así, podría ayudar a facilitar los acuerdos. Si no haces nada, evidentemente a veces las cosas se bloquean. Y no hemos visto un papel proactivo por parte del Gobierno.

Ven margen, pues, de collar el mundo empresarial.

El Gobierno tiene que facilitar los acuerdos. No interferir, pero sí facilitar, ayudar a superar escollos.

La vicepresidenta segunda Yolanda Díaz abre la puerta a una reforma del despido, una de las cuestiones que hizo que, por ejemplo, ERC votara en contra de la Reforma Laboral el 2022. Cree que hizo corto aquella reforma?

La Reforma Laboral iba al fondo de un problema concreto, que era la temporalidad que invadía el sistema económico. Este era el objetivo fundamental, y esto se consigue. Hoy la mayoría de contratos son indefinidos, y la temporalidad ha caído 10 puntos. Evidentemente, no se podía tocar todo, especialmente porque se quería construir desde el acuerdo. Ahora se da un paso nuevo, alineado con algunas sentencias de la UE. Ya se plantea que el coste del despido tiene que ser reparador para el trabajador y desincentivador para el empresario. El despido no puede flexibilizar las condiciones de trabajo para adecuarlas a los cambios del modelo productivo. Se tiene que revisar, por lo tanto, el coste de la indemnización; y hacerlo con el diálogo social. Si no, nos encontramos que cada vez se judicializa más el proceso, y el último recurso serán estas sentencias europeas. Los empresarios tienen que entender que o bien encontramos una solución, o el conflicto quedará instalado, y esto no es bueno para ellas.

El punto de partida es el retorno a los 45 días?

Este es un elemento que había funcionado. No era cargante para las empresas, ni extremadamente satisfactorio para los trabajadores. Se tiene que tener en cuenta.

Las patronales dirían, Fomento presentaba un informe recientemente en este sentido, que la longevidad de los contratos indefinidos ha caído a raíz de la Reforma Laboral. Dirige la reforma este problema?

Si se mejoran las condiciones del despido para el trabajador y estas empeoran para la empresa, esta rotación de los contratos indefinidos se puede eliminar. El que no puede ser es que los empresarios entiendan que, cuando hay cambios en el mercado, sale más por anticipado despedir que reorganizarse. La flexibilidad que necesitan las empresas tiene que ser negociada, y dar garantías a los trabajadores. Los empleados no pueden ser un recurso que tiene la empresa para adecuarse a los cambios al mercado. El tratamiento legal del despido tiene que ayudar a transitar hacia una modernización de las empresas.

La financiación, y el déficit, recorre la campaña del 12-M. Su programa recoge, en líneas similares al del PSC, la solución del consorcio tributario que contempla el Estatuto del 2006. Permite esta vía gestionar todos los recursos que se generan en el país?

El Consorcio Tributario, formado por ambas agencias, permitiría una recaudación total de los impuestos en Cataluña. Esto garantiza un elemento de transparencia, las relaciones entre las dos administraciones ya no tiene problemas de opacidad. También ahorra el problema de los anticipos, porque los recursos ya están en Cataluña. La figura del Consorcio mujer muchas garantías en Cataluña para recaudarlo todo, disponer de los recursos recaudados y, a partir de esto traspasar la cuota de solidaridad que se acuerde en el modelo de financiación.

«Hay que romper la lógica de ser el 17% de la población y recibir el 13% de los recursos» / Mireia Comas

Por lo tanto, a parecer suyo, la diferencia material entre el Consorcio y una financiación singular no es muy importante.

No, desde el punto de vista de la gestión de los recursos no. La diferencia es en la forma: el Consorcio obliga a un pacto entre administraciones, a la creación de un organismo en el cual las dos agencias están implicadas. Esto evita las desconfianzas. El otro modelo es unilateral, y siempre pueden haber dudas.

Políticamente, el Consorcio tributario sí que es singular en Cataluña. Cómo explicarían esto al resto de territorios, más reticentes a cualquier vis de singularidad catalana?

Creemos que tenemos que construir un nuevo modelo de financiación en Cataluña, dentro del régimen común. Esta financiación se tiene que basar que la población reciba los recursos que genera. Necesitamos un modelo transparente, claro y que garantice el principio de ordinalitat. Hay que romper la lógica de ser el 17% de la población y recibir el 13% de los recursos. A partir de aquí, hay los elementos propios de cada comunidad. En Cataluña hay unas competencias que no tiene el resto; tenemos el Consorcio, reconocido por ley; y tenemos voluntades políticas que podemos explicitar en una negociación bilateral. Por ejemplo, hay que mejorar la financiación local. Según el Estatuto, una parte corresponde a la Generalitat. Aquí también se puede hacer un acuerdo específico en la medida que queramos más competencias.

El impulso de los servicios públicos choca en buena parte con el retorno de las normas fiscales europeas. Cómo plantean, en este sentido, aumentar la recaudación?

Tenemos margen en el ámbito de la fiscalidad verde. Son impuestos que no son muy recaudadores, pero incentivan cambios de actitudes. Por otro lado, también hay margen entre las grandes fortunas: sucesiones y patrimonio. Aquello que afecta a el 1% de la población. Hay otras cuestiones que no son competencia catalana, que corresponden en el Estado, como por ejemplo la mejora del impuesto sobre sociedades y otros gravámenes sobre el capital. En sociedades, hay una enorme distancia entre el impuesto legal y el efectivo. Las pymes pagan más del 17%, y las multinacionales no llegan al 6-7%. Sobre esto se puede actuar. Y finalmente evitar el dumping fiscal, como el que pasa a Madrid o Andalucía, que no cobran los impuestos, pero piden los recursos. Tenemos que garantizar la corresponsabilidad fiscal, porque si no el dumping atrae inversiones, pero después los servicios públicos se pagan con el dinero del de el lado.

Como se hace para evitar que las fortunas marchen para aprovechar este dumping?

Por un lado, establecer un suelo fiscal en todo el Estado garantiza un gran paso, porque evita los regalos fiscales. Por otra, una gestión eficiente de los recursos públicos en la financiación de los servicios: la calidad de la salud, la educación, el transporte… Todos aquellos elementos que hacen atractivas las inversiones en Cataluña.

Hablan de una redistribución territorial del sistema productivo, de las iniciativas industriales. Esto choca con una carencia de infraestructuras de transporte a buena parte del país. Ven viable poner empresas allá donde no hay trenes?

De entrada, hay que tener clara la estrategia, para aclarar a todo el mundo hacia donde vayamos. A veces, determinadas inversiones industriales tienen un periodo de maduración; y si el inversor sabe que allá habrá una línea ferroviaria, la implementará. Por otro lado, tenemos infraestructuras bastante aceptables que conectan el territorio, pero hay cuellos de botella industriales. No todo el territorio podrá tener un gran nivel de desarrollo industrial. Se tiene que compensar con actividades económicas que generen riqueza por todas partes. Cuando hablamos de industria, hablamos de industria hotelera, alimentaria, gestión de las masas forestales… Un conjunto de prácticas que a veces no necesitan tanto de transporte.

Por otro lado, las inversiones ferroviarias también tienen procesos de maduración largos. Pero tienes que saber si quieres ir o no, porque como antes empezamos, antes llegaremos. Evidentemente, el ferrocarril es el futuro del transporte, también de mercancías. Si queremos mejorar llevar productos a Europa, hay que mejorar la conexión ferroviaria con el continente. Tenemos que sacar camiones de la carretera, porque no es sostenible.

Comentan en el programa la necesidad de anclar las inversiones en el territorio. Después de la experiencia de Nissan, sufren para que las recientes inversiones industriales al país sean internacionales, en este sentido?

El nivel de sufrimiento con las inversiones industriales es menor, porque instalan líneas de montaje, equipaciones, maquinaria… Un capital físico que es difícil deslocalizar. Nissan decide dejar de producir en la Zona franca; pero las instalaciones no se las lleva. A pesar de que es cierto que esto pasa porque hay una gran movilización de los trabajadores. Desde este punto de vista, vuelvo, sufrimos relativamente. Igualmente, hace falta que los recursos públicos que se dan para atraer estos proyectos tengan condiciones. Que cualquier ayuda quede ligado a compromisos, y, a ser posible, a participaciones en el capital. No es un planteamiento que esté avanzando, pero tendremos que ir insistiendo.

Sí que avanza en el caso del Estado español, con el caso de Telefónica. En Cataluña no lo hace?

Hasta ahora, todo el mundo había reído las gracias a las privatizaciones. Este era el paradigma con el cual la derecha lo gestionaba todo. Nos tenemos que felicitar que, a escala estatal, se haya empezado a entrar a empresas estratégicas. Esto tiene que ir además, y en Cataluña tenemos que hacer el mismo. El Gobierno tiene que intentar situarse en aquellas empresas estratégicas necesarias en el país. Si vuelan un crédito del ICF, por ejemplo, tiene que estar condicionado a tener una silla al consejo de administración. Otros países de Europa ya lo han entendido, cuando aquí hacíamos el contrario. Ahora estamos en la línea de introducir participación pública, y en este sentido tenemos que continuar collant.

Caben en el mismo país el proyecto industrial que plantean y el Hard Rock?

Lo Hard Rock es un modelo caduco. Desde el punto de vista económico, los EE. UU. ya están desmontando este tipo de complejos. Solo queda Las Vegas, y porque cumple otras funciones. Creemos que, como modelo, no tiene atractivo a futuro. Por otro lado, tenemos un desequilibrio en Cataluña que sobreocupa los 15 kilómetros de la línea costera por la industria turística. Someter la zona de Salou, Vila-seca; donde ya hay Puerto Aventura, hoteles, segundas residenciàs… No ayuda a reequilibrar el territorio, sino que refuerza el sistema vigente. No encaja, pues, con el cambio de modelo productivo en el sentido de la justicia social.

Volverá a ser una frontera a la hora de negociar después del 12-M?

Después del 12-M tendremos que leer los resultados, que dice la ciudadanía. Y, a partir de aquí, pactar un programa de Gobierno. Pondremos una serie de propuestas sobre la tabla que nos permitan hacer frente a los retos que tenemos. Y en el Hard Rock, situaremos sus incoherencias con el modelo de país. A partir de aquí, habrá que negociar.

Un factor de negociación, pero no una línea roja.

No puedes entrar a una negociación con líneas rojas. Ya se irán viendo. En el tema del Hard Rock hay otros elementos. No puede ser que la fiscalidad del juego caiga hasta el 10%, tiene que llegar donde la teníamos, al 55%. No podemos ser a los niveles de Macao, sino a los de la UE.

«Tenemos que evitar que determinados territorios solo vivan del turismo. Y tenemos que garantizar que la oferta sea sostenible» / Mireia Comas

Tienen que venir menos turistas por todas partes? O se tienen que redistribuir?

Es evidente que el turismo, tal como lo tenemos, no mujer más de sí. Genera muchos desequilibrios, sociales y territoriales. Y esto lo tenemos que abordar. Es un sector de actividad económica, con una aportación a la riqueza a la cual no tenemos que renunciar. El modelo turístico se tiene que diversificar, no podemos centrarnos en el sol y playa. La oferta turística tiene que integrar la riqueza cultural del país. Tenemos que evitar que determinados territorios solo vivan del turismo. Y tenemos que garantizar que la oferta sea sostenible. Desde el Gobierno podemos liderar estos cambios.

Por lo tanto, el problema turístico es una cuestión más de gestión que no de necesaria reducción de la afluencia de turistas.

venden muchos! Y se concentran a determinados lugares. En Barcelona, y en la franja costera generan muchas externalidades sociales. Aquí no caben más.

Pero al resto del país sí.

Se pueden distribuir mejor. Ya hemos llegado a un techo, pero si los distribuimos bien, todos podemos llegar a ganar.

Plantean un aumento de la dedicación del presupuesto importante para paliar la crisis de la vivienda. Qué políticas se tienen que hacer?

La principal es construir, para llegar al 15% del parque de alquiler social. La administración tiene que liderar la construcción de vivienda social, que permita inundar el mercado de alquileres asequibles que presione a la baja el conjunto de los precios. Sin una gran oferta pública, difícilmente bajará el precio de los privados, porque no habrá competencia. Para conseguir esto, se tiene que actuar de varias formas. Hay que penalizar la vivienda especulativa y las viviendas vacías. No puede ser que los grandes tenedores dejen pisos vacíos fuera del mercado para mantener los precios altos. Después, actuar sobre el derecho de tanteo y retracto de los poderes públicos siempre que una vivienda se pone al mercado.

Contra esta especulación, el programa de los Comunes contempla los modelos de Ámsterdam – una restricción a los inversores exteriores– o el de Viena –un impuesto sobre la compra especulativa–. Qué priorizan?

Si se tiene que elegir uno, el más adecuado es el impuesto a la compra especulativa. El modelo Ámsterdam acaba llegando al mismo punto: evitas la compra de inmuebles para revenderlos a beneficio. Pero la prioridad es Viena.

Comenta la necesidad de «inundar» el mercado de pisos vacíos. El proyecto del 30% de dedicación a uso social a las nuevas promociones del Ayuntamiento de Barcelona era un ejemplo, pero el PSC, en el caso del consistorio, ya lo ha parado. Cómo piensan superar este escollo?

Es posible mantener el modelo, especialmente si se aplica sobre toda Cataluña. El problema cuando se intenta aplicar sobre un territorio concreto es que facilita que las presiones de los lobbies se focalicen. Cuando la medida es global, que alcanza el conjunto del mercado inmobiliario del país, las presiones se acaban diluyendo. Por otro lado, hay un problema de gestión. Su aplicación tiene que ser negociada de tal manera que se puedan cubrir los espacios territoriales con más tensión.

Y en cuanto al mundo de la empresa? Los grandes espacios empresariales de la construcción se han opuesto en la capital.

Hay toda una serie de operadores que pueden colaborar con estos procesos. El mundo cooperativo tiene una gran tradición en Cataluña, y voluntad de actuar. Después, parte del sector privado entiende que tiene que conjugar su actividad con la construcción de vivienda asequible. La idea es potenciar la vivienda cooperativa, porque implica la participación directa a la ciudadanía en el que tiene que ser su bien de uso.

Y en el caso de las empresas tradicionales?

Trabajaremos porque lo acepten. Tienen que ver que la iniciativa tiene elementos positivos. Se tiene que acabar la idea que el sector de la construcción es meramente especulativo. Tiene que dotar un bien de consumo asequible para contribuir a satisfacer las necesidades sociales del país. En este marco, el sector tiene que poder vivir. Pero una cosa es vivir, otra cosa es lograr los niveles de enriquecimiento especulativo que se habían llegado durante unos años. Esto posiblemente no tendrá más recorrido. No quiere decir que las empresas no tengan que tener su ganancia, pero se tendrán que situar a los niveles otros sectores económicos.

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