Malgrat el alivio de las presiones inflacionistas, la economía de la zona euro continúa «encallada». Así lo indica el último Purchase Managers Index -un indicador elaborado de acuerdo con los criterios de los encargados de compras de las empresas de la Unión que valora la salud del mercado en general-, que se sitúa para noviembre en un nivel del 47,1, cuando cualquier cifra inferior al 50 supone una contracción de la actividad económica. El retroceso comercial de los países de la moneda única, apuntan los gestores de compras, ya empieza a hacer efecto al mundo laboral. De hecho, las empresas de la eurozona destruyen durante el mes de noviembre ocupación por primera vez desde el 2021, desde el inicio de la recuperación postpandémica.
Por sectores, tanto los servicios como la manufactura se sitúan en niveles negativos, si bien con ritmos diferentes. Mientras que el terciario se queda en un PMI de 48,2 -ligeramente superior al 47,8 de octubre pero todavía marcadamente por debajo de los objetivos de crecimiento- el secundario continúa en horas bajas, con una ratio de actividad de 43,8, además de seis puntos del equilibrio. Con estos datos, el economista en jefe del Hamburg Commercial Bank Cyrus de la Rubia, asegura que las tendencias económicas «indican el potencial que se produzca un segundo trimestre consecutivo de contracción del PIB». Es decir, en caso de que la velocidad industrial se mantenga, la eurozona cerraría el año en una situación de recesión técnica.
La ralentización económica no mata los precios
Según los PMI, la combinación de inflación con recesión técnica iría exactamente en el sentido contrario del que «el BCE desearía ver» después de su escalada de tipo de interés. Según el experto, el debilitamiento económico que apunta el índice no viene acompañado de un abaratamiento de los servicios -antes al contrario, permanecen al alza, impulsados principalmente por el encarecimiento de los factores productivos-. Así, si bien la ocupación al terciario se mantenía establo durante la primera mitad del año, el banquero prevé que el empeoramiento de las condiciones laborales que ya sufre la industria salte también al comercio y otras ramas similares, con recortes de plantilla que no se veían desde la pandemia. «Existe la posibilidad que aumente la tasa de desocupación en sectores que hasta ahora han demostrado resiliencia», alerta De la Rubia.