La última reforma del mercado eléctrico que aprobó la Unión Europea, no se alinea «con las necesidades de un sistema con alta penetración de renovables». Así lo asegura el último estudio publicado este viernes por Esade, que tilda la norma de «no-reforma» porque el acuerdo de los 27 «no introduce modificaciones sustanciales ni nuevos instrumentos sobre los ya existentes», como por ejemplo los contratos por diferencia o los acuerdos de compra de energía. Además, el estudio de la universidad catalana critica los pocos adelantos que supone esta última modificación del mercado en materia de integración del mercado comunitario. Por otro lado, Esade también reconoce que el pacto -liderado por la vicepresidenta tercera y ministra de Transición energética española, Teresa Ribera– se tuvo que cerrar de forma «urgente» y confía que la reforma se considere «una primera reflexión» que acabe culminando en un mercado eléctrico «verdaderamente armonizado».
«El resultado queda lejos de los objetivos y, en su forma actual, la reforma se queda corta en varios aspectos«, sentencia el estudio. En primer lugar, a pesar de reconocer la importancia de los instrumentos de mercado a largo plazo para las renovables, Esade opina que la reforma «no consigue desarrollar mercados europeos eficientes para su integración». En este sentido, el documento critica que el debate se centró en las preferencias y las reticencias de los estados respecto al grado de intervención en los mercados y en las ventajas y las debilidades de los instrumentos que se han querido potenciar. Un buen ejemplo de este hecho es el caso de Francia, que con un mix energético altamente nuclear -a diferencia de Alemania, que ha cerrado todas sus centrales- ha liderado una alianza que ha acabado incluyendo las nucleares en los contratos por diferencia.
En esta línea, el estudio denuncia la «falta de estandarización» en los mercados energéticos de los diferentes estados y apunta que «la reforma permite en los estados diseñar enfoques divergentes, haciendo posible la distorsión del mercado único europeo». De hecho, Esade denuncia que los contratos por diferencia -que es el elemento central de la reforma- continúan planteándose más bien como «instrumentos de apoyo por parte de los gobiernos» que no «como herramienta de contratación a largo plazo accesible para todos los agentes».
Y para cerrar el capítulo de críticas, Esade afirma que el proceso de reforma del mercado eléctrico ha reflejado la economía política de la UE, dejando en un «segundo plan» la consecución de los objetivos climáticos y el adelanto hacia «un sistema resiliente y adaptado a la realidad de una estructura de generación libre de emisiones». Con todo, el estudio concluye que esta nueva reforma no ha conseguido llegar a una solución «supranacional» para la UE en materia energética «que le permita aprovechar su máximo potencial en las economías de escala que podrían derivarse de una acción más coordinada».
También hay puntos a favor
No todo es doliendo en esta reforma. De hecho, el estudio considera que es positivo que el acuerdo estableciera un mecanismo de emergencia común en caso de que se detecten incrementos desmesurados en el precio de la energía. De este modo, «las potenciales ayudas a los consumidores -bajo la supervisión de la UE- serían a tanto alzado, de forma que no distorsionarían la señal de precio y, por lo tanto, de ahorro», remarca.
En este sentido, el análisis sugiere la aplicación de medidas que impulsen el desarrollo de industrias intensivas en energía en la UE en áreas con ventajas comparativas de recursos naturales para la generación renovable. Por otro lado, también reconocen desde Esade que con la norma se abre la puerta a externalizar aquellas partes de la cadena de valor altamente intensivas energéticamente, pero que aportan un valor añadido bajo. Para Esade, si este movimiento se hace de forma estratégica, se reduciría la dependencia energética europea y se podrían trasladar procesos industriales específicos a regiones donde las eficiencias operativas podrían maximizarse, preservando los tramos de más valor añadido dentro de las fronteras europeas.