Todo parece indicar que la economía catalana seguirá ganando bastante los próximos dos años. Según las últimas previsiones del Govern -siempre más optimistas- el escenario macroeconómico de Cataluña de cara al bienio 2023-2024 muestra que lo producto interior bruto (PIB) del país crecerá un 1,7% en 2023 y un 2,2% el 2024, el que se traduce en un crecimiento combinado de casi el 4%. En estas nuevas previsiones, realizadas por el Departament de Economia, se recoge una moderación de las previsiones de inflación y constata que lo cerró 2022 mejor del que se esperaba, cosa que permitió que durante el segundo trimestre, justo hace un año, la economía catalana recuperara el PIB prepandemia. Es por eso que de cara a este 2023 el Gobierno ha decidido mantener la buena senda de crecimiento, que ya auguró en las últimas previsiones del mes de octubre, con un ritmo superior a la mayoría de economías del entorno.
Estas nuevas proyecciones del Govern se enmarcan en un contexto donde hay una elevada incertidumbre alrededor de la economía europea. En primer lugar, por el efecto de la inflación en el poder adquisitivo de los hogares, un riesgo que podría aflorar con más fuerza a medida que avance el año y se agoten los ahorros acumulados durante la pandemia. En segundo lugar, por los interrogantes geopolíticos, en especial la evolución de la guerra en Ucrania y sus implicaciones en los problemas de aprovisionamiento global y los precios de las materias primas. Y, finalmente, por la incertidumbre en los efectos del endurecimiento acelerado de la política monetaria.
Señales positivas a largo plazo
Además, pero, se le tiene que sumar que la información económica reciente ofrece señales positivas a corto plazo para la economía catalana. En este sentido, destacan, en particular, el buen comportamiento del mercado de trabajo, con un crecimiento notable de la afiliación (3,0% interanual el febrero), y la recuperación del dinamismo del turismo, con una cifra de pernoctaciones hoteleras que ya frota los valores prepandemia. En positivo también hay que subrayar la disminución de los precios energéticos respecto a los máximos del verano pasado, la mejora en las tensiones de las cadenas de suministro global y el despliegue de medidas por afrontar la inflación. Otro hecho relevante es la evolución notable de las exportaciones de bienes en el último medio año, un dinamismo que contrasta con la debilidad del comercio mundial en los últimos meses del 2022. La producción industrial, en cambio, muestra un tono más pausado hasta febrero.
Si nos centramos en las previsiones económicas para este 2023, el Gobierno ha decidido mantener la línea marcada el octubre pasado y consideran que la economía catalana crecerá un 1,7% del PIB. Este crecimiento llega por una contención de la demanda interna que se contrasta con una aportación positiva de la demanda externa, con contribuciones de 1,2 puntos y 0,6 puntos, respectivamente. La moderación de la demanda interna refleja un crecimiento más modesto del consumo de los hogares y la formación bruta de capital, con crecimiento esperado del 1,1% y el 1,9%, respectivamente, a pesar de que la inflación y el endurecimiento acelerado de las condiciones financieras frenan el avance de ambos componentes.
El crecimiento del consumo de las administraciones públicas, por su parte, se mantendría moderado, con un aumento del 1,5%, impulsado por las medidas de apoyo para afrontar la inflación y el acuerdo salarial de los empleados públicos en el periodo 2022-2024. Las exportaciones totales de bienes y servicios crecerían un 3,3%, un incremento relevante en un contexto de debilidad del comercio mundial, a un ritmo similar al de las importaciones 3,0%, por lo cual la balanza comercial seguiría siendo negativa.
En cuanto al mercado de trabajo, las previsiones para el 2023 apuntan a una moderación en la creación de ocupación que, después de la recuperación intensa de los años 2021 y 2022, sería de 24.400 puestos de trabajo. Esta dinámica, junto con una evolución muy estable de la población activa, conduce a una ligera disminución de la tasa de paro, hasta el 9,6%.
La demanda interna y la inversión, protagonistas del crecimiento el 2024
En cuanto al escenario por el 2024, el Gobierno cree que la economía catalana seguirá creciendo y lo hará un 2,2% del PIB. El ejecutivo catalán cree que el patrón de crecimiento estará protagonizado por la demanda interna -con un aumento de 2,4 puntos-, y en especial por la inversión. El consumo de los hogares también cogería impulso, con un crecimiento del 2,5%, gracias a la recuperación sostenida del mercado de trabajo y la moderación de los precios. El crecimiento del consumo de las administraciones públicas se mantendría estable (1,6%), mientras que la formación bruta de capital ganaría tracción con un incremento del 4,8%.
A medida que se moderen las tensiones inflacionistas y se recupere la confianza económica, en el contexto del despliegue de los fondos NextGenerationEU, se espera que la inversión aumente, especialmente la relacionada con los bienes de equipación y activos intangibles. Por su parte, la aportación de la demanda externa se situaría próxima al equilibrio. Las exportaciones, por su parte, seguiría creciendo, concretamente un 3,7%, mientras que las importaciones se acelerarían hasta el 4,9%, de la mano de la inversión, el componente de la demanda con un contenido importador más elevado.
En paralelo a la aceleración de la actividad económica, las previsiones por el año próximo sugieren más dinamismo del mercado de trabajo. La ocupación equivaliendo a tiempo completo avanzaría un 1,3%, hecho que se traduciría en la creación de casi 45.600 puestos de trabajo. Esto permitiría reducir la tasa de paro hasta el 9,1%, la tasa más baja desde el 2008.