Lo problema de la vivienda ha sido uno de los caballos de batalla de la última legislatura, tanto en el parlamento catalán como en Madrid. En la última década, los alquileres en Cataluña se han subido cerca de un 45% de media (854 euros). Especialmente significativo es el caso de Barcelona, que con un crecimiento superior al 60% cuenta con un alquiler de media de 1.178 euros mensuales. El gobierno de coalición del Estado presume de la última ley que los regula; en vigor desde marzo de 2024, fija un tenedor de precios para las viviendas de las zonas tensadas. Ahora bien, los precios continúan subiendo, ahora por la puerta trasera, con un aumento de los contratos de temporada. Este escenario es el que ha conducido al gobierno catalán a regular, vía decreto, los alquileres turísticos y de temporada. El anuncio de la medida, el 24 de febrero, ya husmeaba la campaña electoral. «La ley estatal tenía agujeros y nosotros los llenamos con las competencias que tenemos», argumentaba entonces la consejera Ester Capella.
El objetivo del decreto era concretar la definición de alquiler de temporada respecto de otras fórmulas de arrendamiento que implican cierta permanencia en el territorio y que, por lo tanto, sí que tendrían que estar cubiertos por la nueva ley española. A este efecto, la nueva norma catalana obliga a todos los nuevos contratos a explicitar la finalidad del acuerdo de arrendamiento –por defecto, y salvo que digan el contrario, se consideran todos permanentes–. De este modo, el Gobierno puede discernir aquellos que entran en los parámetros de temporada, los dedicados a ocio y periodos de ocio, de aquellos alquilados para estancias profesionales o académicas, por ejemplo. Los primeros, dentro del nuevo marco regulador, quedarían exentos de la contención de rentas española, pero los segundos se tendrían que avenir. De este modo, el alquiler temporal para estudiantes o trabajadores en estancias largas en el territorio tendrá que aplicar los topes establecidos segundos el nuevo índice establecido por Moncloa. No hacerlo ocasionará sanciones que escalarán según el margen de la infracción: las multas previstas por la Generalitat oscilan entre los 3.000 euros de las infracciones más leves y los 900.000 euros de aquellos que incurran en faltas muy graves -básicamente, ofrecer un alquiler temporal a un precio que supere el 30% del máximo aplicable por ley-. Al considerarse alquileres regulares, los temporales también verán aplicada la prohibición de repercutir a los locatarios los gastos de gestión inmobiliaria y formalización del contrato.

La norma ha despertado reacciones opuestas en las trincheras del debate de la vivienda, también fuera de los partidos políticos. Las organizaciones del sector inmobiliario han puesto el grito al cielo ante una medida que consideran que «agraviará el problema del acceso a la vivienda». Justo es decir que los empresarios ponen a menudo el foco en la «seguridad jurídica» que se ofrece a los propietarios, más que no en el acceso por parte de los locatarios al uso de los inmuebles. En este sentido, las asociaciones sectoriales alertan de un decreto que tildan de «intervencionista y sancionador», en el que no ha tenido nada que decir como actor económico. La ofensiva empresarial incluye varios colegios y asociaciones profesionales de la administración de fincas y la propiedad inmobiliaria; y a los agravios se ha añadido Foment del Treball. Por otro lado, el Sindicato de Locatarias celebra la medida, la primera que «pone límites a la especulación con los alquileres temporales y el alquiler de habitaciones». La entidad social valora especialmente el fin de la rendija legal que «incentiva» los contratos temporales por encima de acuerdos de largo plazo, como los que busca la ley de la vivienda. En este sentido, el Sindicato reclama a PSC y Junts que convaliden la medida a la diputación permanente del parlamento catalán, a la espera de la constitución de la cámara catalana después del 12-M
Tensión en el arco progresista
En Barcelona, el alcalde Jaume Collboni ha dado la «bienvenida» al decreto, del cual espera que se haya hecho con «seguridad jurídica» y que esté hábil en verano. «Tengo que decir a favor del Gobierno que usaremos a fondo la nueva regulación», ha apuntado el socialista preguntado, en una entrevista en
Atendidas estas posturas refractarias, las formaciones a la izquierda del PSC se le han lanzado encima. Los Comunes y la CUP son, seguramente, los más contundentes. «Lamento que la agenda de Illa en materia de vivienda se asemeje tanto a la de Junts, que dice que regular los alquileres de temporada es “maquillaje”», ha llegado a criticar Jéssica Albiach (Comunes Sumar). La candidata le reprocha a ERC que haya tardado tres años en presentar el decreto, pero remarca la importancia de esta regulación. Todavía más, pide más contundencia y

Mientras tanto, Esquerra Republicana, impulsora del decreto, se reserva esta carta para más adelante. Los republicanos han optado por criticar el «personalismo» de la campaña electoral de Carles Puigdemont y focalizan gran parte de los esfuerzos a explicar la «financiación singular» que ha propuesto Pere Aragonès. Por ahora, el decreto que regula los alquileres turísticos ocupa una segunda llanura de su discurso, a pesar de que sí que aparece en su programa electoral: «Hemos aprobado el decreto de regulación de las viviendas de uso turístico para sacar la vivienda de la lógica de mercado y limitar los precios del alquiler en Cataluña. En este decreto se han congelado las licencias de Viviendas de Uso Turístico (HUT), y esto ha permitido por primera vez reducir el número y regular el alquiler de temporada y de habitaciones para evitar la elusión de la limitación de los precios del alquiler», presumen en el documento.

Resistèncias contra la «hiperregulació»
Por el mismo camino que los socialistas catalanes, Junts por Cataluñny centra sus propuestas para mejorar el mercado de la vivienda en incentivar la oferta pública y asequible. Para los del presidente en el exilio Carles Puigdemont, la construcción es la clave. Más allá de la incorporación al parque público de la Generalitat de los 3.000 inmuebles que actualmente se encuentran a la cartera de la Sareb, los juntaires se proponen «aumentar en 1.500 anuales el número de viviendas de protección oficial producidas» por el sector público catalán. A ojos del partido de Puigdemont, el desequilibrio entre oferta y demanda es el verdadero enemigo en la crisis residencial que sufre Cataluña, y la edificación y rehabilitación son la clave de vuelta para introducir nuevos
Ninguna sorpresa tampoco en las filas del PP, que muestra un rechazo total y absoluto al decreto presentado por ERC. Los populares han expuesto una primera propuesta de programa con diez ejes básicos, entre los cuales la única medida vinculada en la vivienda tiene que ver con la okupación. En una entrevista en TV3, el candidato Alejandro Fernández lo ha criticado argumentando que «las medidas de hiperregulación han provocado que se doble el precio del alquiler en Barcelona».