Credit Suisse ha pedido al Banco Central de Suiza un rescate de 50.000 millones de francos suizos, unos 50.750 millones de euros, para esquivar la quiebra que se divisó el pasado miércoles con la suya sonoro batacazo a bolsa. La entidad helvética ha asegurado que necesita este montante para «apoyar a los negocios y sus clientes principales». El miedo instalado al mercado después de las dos quiebras en los Estados Unidos y la agravación de la ya precaria situación del banco de Zurich amenaza con una situación de retirada de capitales similar a la que sufrió el pasado fin de semana el californiano SVB.
Tanto el BCS como Finma -la autoridad reguladora del mercado financiero suizo- anunciaron que ofrecerían ayuda a Credit Suisse en forma de liquidez «en caso de que sea necesario». La entidad, la segunda más grande de la confederación y una de las más importantes del continente, ha probado de hacer buena esta promesa solo horas después del anuncio. Justo es decir que, según los reguladores, la multinacional cumple «los requerimientos de capital y liquidez impuestos sobre bancos de importancia sistémica» -si bien esta consideración levanta la duda sobre la repentina necesidad de una liquidez considerable menos de un día después de su desplome a bolsa y la inestabilidad del apoyo de algunos de los nuevos inversores-.
Además de este rescate, Credit Suisse también ha anunciado que ha lanzado una oferta para recomprar varios títulos de deuda sénior por unos 3.000 millones de francos suizos -unos 3.045 millones de euros- para intentar mejorar la liquidez de la entidad. Además, la entidad helvética también ha anunciado que está realizando una oferta pública de adquisición en efectivo de una decena de títulos de deuda sénior en dólares norteamericanos por una contraprestación de hasta 2.500 millones (2.349 millones de euros), así como una tercera oferta sobre títulos de deuda sénior en euros por un valor total de hasta 500 millones de euros.
Estas dos últimas ofertas, pero, están ligadas a varias condiciones establecidas y vencerán el 22 de marzo de este mismo año. Además, el banco ha intentado dar confianza asegurando que son capaces, con su enfoque proactivo, de administrar la composición general de pasivos y optimizar los gastos por intereses con el objetivo de permitir aprovechar los niveles de negociación actuales para recomprar deuda a precios atractivos.
Intento para calmar los mercados
Tanto la dirección de Credit Suisse como accionistas relevantes se han apresurado a tranquilizar los mercados después del anuncio. En un comunicado emitido por la misma entidad, el CEO Ulrich Koerner ha asegurado que la inyección de capital servirá por «fortalecer Credit Suisse en su transformación estratégica para ofrecer valor a clientes y otros grupos de interés». El todavía reciente consejero delegado ha prometido «rapidez» en los movimientos, dejando entrever un posible downscaling de la estructura interna. Por su parte, el presidente del fondo soberano de Arabia Saudí, Ammar Al Khudairy, en declaraciones a CNBC, ha tildado de «pánico sin sentido» la reacción de los mercados a la posible carencia de liquidez. Según el dirigente, la caída del banco «no está cerca ni tiene nada que ver con el que pasó el 2008». Sobre la acumulación de quiebras bancarias, Al Khudairy ha asegurado que «es solo un incidente aislado, y los reguladores han cortado la posibilidad de cualquier tipo de daño colateral», ha asegurado.