China y Europa acercan posiciones al borde del regreso de la guerra comercial de Trump. Pekín y Bruselas liman el enfrentamiento iniciado por los impuestos a los coches eléctricos y comienzan a encontrar vías de negociación para evitar el conflicto económico. Este mismo fin de semana, el gobierno de Xi Jinping ha comenzado a aplicar los aranceles a los productores europeos de brandy, una de las grandes amenazas de su administración a raíz de las barreras a los vehículos asiáticos. Sin embargo, ha abierto la puerta a eximir de las tarifas a las empresas que «pacten precios» con sus contrapartes chinas. Así, el ministerio comercial de Xi mantiene la disputa con las bodegas comunitarias, pero deja una ventana abierta para eliminar completamente el agravio.
Es importante recordar que fue la Comisión Europea quien disparó el primer tiro, con un impuesto cercano al 40% a las importaciones de vehículos eléctricos. El gobierno de Ursula von der Leyen alegaba entonces que las ayudas públicas a las empresas automovilísticas del país crean un régimen de competencia desleal que puede ahogar a las manufactureras europeas. En respuesta, China planeó varios aranceles a la industria alimentaria, algunos de ellos en cadenas de valor importantes en Cataluña, como es la del cerdo. El brandy servía para enviar un mensaje al gobierno francés, uno de los más vehementes contra los OEM chinos. Ahora, con esta concesión, Pekín parece indicar que está preparada para negociar nuevas condiciones para los flujos comerciales entre ambos mercados. Las empresas de los 27 han respondido, además: en las primeras horas de aplicación de las tarifas, hasta 34 productoras locales habrían negociado compromisos con el ministerio de Comercio para evitar lo que las autoridades del PCCh llaman «derechos antidumping».

Paz en un frente, guerra en el otro
Europa puede celebrar el primer signo de paz con China, ya que llega solo unos días antes de que la otra gran potencia mundial, Estados Unidos, reactive la amenaza arancelaria. El próximo miércoles 9 de julio la Casa Blanca levantará la tregua de 90 días que concedió a los socios comerciales para darles margen para negociar. La mayoría de encuentros con el equipo de Trump, sin embargo, han terminado en fracaso; incluidas, hasta ahora, las que ha impulsado la Unión Europea. El comisario de Comercio, el socialdemócrata eslovaco Maroš Šefčovič, se ha mostrado crítico con la decisión de la Casa Blanca, pero no parece capaz de hacer variar las posiciones. De hecho, desde este fin de semana, se espera que Trump comience a enviar cartas a cada país para comunicar el arancel definitivo que aplicará; y ya ha dejado entrever algunas tarifas sectoriales que pueden atacar al núcleo productivo catalán, como a la industria agroalimentaria.