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Cataluña sale del bache de la pandemia y supera en un 1,6% el PIB del 2019

La economía catalana disparó su crecimiento en 2022, hasta el 5,5%. El elevado ritmo de los sectores de alto valor añadido, como por ejemplo el sector tecnológico y digital, el retorno del turismo y las buenas cifras al mercado exterior han facilitado el retorno al producto interior bruto anterior a la pandemia a una velocidad equiparable al de las grandes economías europeas. Según la última Memoria Económica de Cataluña de la Cámara de Comercio de Barcelona, durante el primer trimestre de este año el PIB del país ya se situaba un 1,6% por sobre del nivel con que cerró el curso previo a la crisis sanitaria.

De nuevo, Cataluña deja atrás el hundimiento económico que acompañó la Covid-19 mucho antes, y en muchas mejores condiciones que el Estado español. Si bien el PIB creció a un ritmo idéntico, el 5,5%, la economía española no recuperó las cifras económicas anteriores a la pandemia hasta el final del primer trimestre de este año, más de medio año más tarde que el mercado catalán. Si se compara con las economías europeas, pero, el desarrollo catalán no llega al de mercados próximos como el alemán o el francés. Esto se debe, según la directora de la Memoria Carme Poveda, a la «mayor apertura y especialización en el sector servicios» del mercado catalán, que aumenta la dependencia de los «flujos exteriores» que se pararon con la crisis sanitaria. De hecho, si se observa el desarrollo sectorial, solo los servicios consiguen superar a finales del 22 los resultados del 2019 –con un crecimiento, de hecho, del 4,4% en comparación con el trimestre anterior a la Covid–. La agricultura sufre todavía un retroceso de 16%, mientras que la industria se queda a un 4,3% de su rendimiento de ahora hace cuatro años; mientras que la construcción pierde un 8,1% de su negocio. Cataluña sale de la sacudida de la pandemia y supera en un 1,6% el PIB del 2019

El consumo interior, como en el resto de entornos económicos europeos, ha estado capaz de sostener buena parte de la economía, a pesar de que el aumento interanual del 2022 fue testimonial, del 0,1%. Esta moderada alza responde principalmente a la caída del poder adquisitivo de los consumidores, que enlaza dos cursos a la baja, con un retroceso próximo al 3% el 2021 y del 5,5% el 2022. La elevada inflación combinada con la parada de las subidas salariales ha dificultado el acceso al mercado de los ciudadanos; a pesar de que todavía persiste el abundante ahorro acumulado durante la pandemia, que permite sostener el consumo incluso en momentos de tensión monetaria.

También el sector exterior ha cargado con una importante parte del peso del crecimiento de la economía catalana. La elevada competitividad de las empresas exportadoras del país ha permitido enlazar varios récords de facturación en operaciones internacionales –a pesar de que, como apunta la misma Poveda, buena parte de esta cifra de negocio responde a las subidas de precios–. Especialmente positiva es la ratio entre saldo exterior y PIB, es decir, qué porcentaje del total de la economía del país, que se situaba el 2022 en el 8%. La aceleración desde el 2022 ha llevado que la ratio de balance catalán exterior sobre PIB se haya desancorat del español, que se sitúa ahora al 1%, siete puntos por debajo.

El catedrático de economía de la UPF Oriol Amat durante la presentación de la Memoria Económica / Cámara de Barcelona
El catedrático de economía de la UPF Oriol Amat durante la presentación de la Memoria Económica / Cámara de Barcelona

La empresa: mala salud de hierro

El adelanto saludable de la economía catalana va, necesariamente, acompañado de una mejor posición de las empresas respecto de otros momentos de crisis económica. A diferencia del follón empresarial previo a la crisis del 2008, en que la mala capitalización del sector privado multiplicó el sufrimiento causado por la recesión financiera. El 2022, según la memoria, solo un 17,4% de las empresas sufren dificultades financieras –cuando el 2017, esta cifra se elevaba hasta el 21%–. Según el catedrático de economía de la UPF Oriol Amat, la mejora se debe a una mejor capitalización de las empresas, es decir, de un menor endeudamiento y una mejor relación entre crecimiento de las ventas y de los activos. De este modo, la creciente liquidez y rentabilidad del sector privado del país ha permitido aguantar mucho mejor la intensa subida de tipo de interés, que siempre pose en ris la supervivencia de aquellos negocios que acumulan mucho de pasivo.

Según Amat, pero, todavía hay claras carencias al sector privado catalán. Durante el 2022 la cartera empresarial del país se amplió un 0,8%, hasta superar las 680.000 firmas, si bien este crecimiento sufre un marcado desequilibrio. Si bien es cierto que Cataluña cerró el curso con más pymes, tanto las empresas medianas –entre 50 y 249 trabajadores– como las grandes –más de 250 empleados– decrecieron, en un 5,5% y un 1,9% respectivamente. «Una mala noticia», asegura el catedrático, apuntando que un crecimiento del tamaño empresarial contribuye a una mejora de las condiciones laborales, la rentabilidad y el conjunto de la economía del país.

La concentración a las pequeñas empresas va acompañada por una importante caída de la productividad y el valor añadido de las empresas catalanas. La ralentización de la capacidad productiva de las empresas del país provoca, según Amat, «menor capacitado para pagar salarios altos y dividendos», limitando la sostenibilidad del bienestar económico. La clave para recuperar esta productividad, asegura el catedrático, es una mejora del potencial inversor del país. «Se ha invertido más en innovación, pero todavía estamos lejos de Europa en la dedicación a I+D», lamenta, asegurando que para «subir el valor añadido tenemos que tener un tejido empresarial que genere productos más competitivos, que se puedan ofrecer a precios más elevados». Esta disfunción, además, es marcadamente interior: mientras que Cataluña dobló la captación de inversión extranjera en empresas de alta participación tecnológica –hasta los 1.200 millones de euros–, la dedicación a investigación y desarrollo todavía cerca el 1,64% del conjunto de la inversión a la Zona Euro, lejos del 2% que se logró el 2008.

Deberes para el 2024

Con todo, la Cámara de Barcelona cierra el 2022 con un balance positivo de la economía catalana. De hecho, asegura Poveda, todos los organismos empresariales y económicos del país se han visto obligados a elevar sus previsiones de crecimiento a todos los sectores, así como a reducir las estimaciones inflacionistas. Aun así, apuntan desde la corporación, todavía quedan importantes retos pendientes si se quiere estabilizar el crecimiento en el país. Además de la necesaria aceleración de la financiación de la I+D catalana, desde la Cámara reclaman que el país «lidere la transformación digital y sostenible», una tarea para la cual hace falta un buen aprovechamiento de los fondos Next Generation EU. A pesar de que Cataluña se acerca al 20% de captación de la financiación comunitaria, la misma Cámara de Barcelona ha constatado el elevado riesgo de pérdida de oportunidades si las transferencias no se gestionan con mayor celeridad.

La memoria económica apunta también a la necesidad de cerrar la rendija al mercado laboral. Cerca de un 30% de las empresas del país, según la reciente encuesta de clima empresarial, aseguran que la carencia de mano de obra cualificada limita su crecimiento. De este modo, desde la Cámara alertan que «nos podemos encontrar con un cuello de botella» laboral al proceso de digitalización de la economía si los negocios no tienen acceso a trabajadores preparados para este nuevo paradigma. Finalmente, el documento apunta a la necesidad de reducir el déficit público, así como la ratio de deuda sobre el PIB, que en Cataluña supera todavía el 30%. Según Poveda la tarea es, de hecho, urgente, en cuanto que se espera que de cara al 2024 la recaudación fiscal –y, por lo tanto, los ingresos de las administraciones públicas– sufran una contracción.

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