La campaña electoral por las elecciones generales del 23 de julio arranca esta noche y, después de una precampaña larga, se ponen sobre la mesa las propuestas de los partidos políticos para mejorar la sociedad española. Una medida que ha ido resonando durante los últimos años, pero nunca se ha acabado implementando es la mochila austríaca, que se basa en un fondo individual que se le abre a un trabajador cuando entra en una compañía y se va llenando mensualmente con parte de su sueldo y cuando esta persona es despedida de la empresa recibe este dinero. En otras palabras, poner en marcha esta propuesta significaría eliminar de manera parcial o completa el pago de indemnizaciones por despido.
No es la primera vez que la mochila austríaca entra a formar parte del debate social. De hecho, Ciutadans ya la llevó por bandera en su última campaña de las elecciones generales y fue avalada en otros momentos por el mismo PSOE. Aun así, las diferencias sociales que provoca la norma lo ha dejado en segundo plan hasta hace pocos meses cuando el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo aseguró en unas declaraciones que «cuando el PP vuelva a tener la mayoría absoluta, implementará la propuesta». Realmente, el problema principal que se deduce de esta normativa es la posible disminución de la protección de los trabajadores, puesto que despedir un trabajador se convierte en un trabajo mucho más sencillo. «Esta norma busca dinamizar el mercado laboral», explica Roger Medina, jefe de Estudios del Instituto Ostrom. En este sentido, el experto asegura que en muchas ocasiones la carencia de una indemnización hace que los trabajadores se queden más tiempo del que desearían en un trabajo.
Uno de los problemas principales de la sociedad española con el mercado laboral es precisamente este enquistamiento de los trabajadores en un lugar de trabajo por el simple hecho de no perderlo. «Una persona que marcha de un trabajo no recibe una indemnización, pero con la mochila austríaca siempre tendría acceso a este dinero», explica Medina. Además, el experto también reconoce que un problema añadido que podría llegar a solucionar la norma sería la fuga de talento, puesto que con la composición actual del mercado «el último que llega a la compañía es lo primero a marchar». De este modo, despedir una persona joven es mucho más sencillo que un trabajador con años de experiencia a la compañía: «Con esta normativa, la indemnización estaría garantizada», repite el experto.
El problema del sistema ibérico
Esta medida no es una novedad, pero no solo en el estado español, sino que algunos países nórdicos la implementan, entre ellos, el que le da nombre a la propuesta, Austria. «Puede parecer una buena medida y quizás funciona en los países nórdicos, pero no en nuestro sistema ibérico», explica Ricard Bellera, secretario de Trabajo y Economía de Comisiones Obreras. Él mismo describe que el mercado español no está preparado por una medida de esta envergadura, puesto que el único que se conseguiría es que las empresas pudieran despedir las personas sin ninguna clase de impunidad. «Los sindicatos estamos mucho en contra», afirma.
De hecho, la posición sindical no se aleja mucho de la realidad tangible del mercado laboral español, puesto que no fluctúa tanto como otros. En este aspecto, los trabajadores no entran y salen del mercado laboral de manera ágil, no hay una rotación constante ni una política de inserción laboral suficiente efectiva para no sufrir al quedarse en la calle. De este modo, los sindicatos argumentan que medidas así, en un mercado como el nuestro, el único que pueden conseguir es que los trabajadores pierdan la protección que tienen ante la dirección.
Desde otro punto, Bellera también argumenta que los que saldrían beneficiados de la implementación de esta normativa serían las entidades financieras, puesto que estos fondos se encontrarían ligados en un banco. «Esta normativa no beneficia a nadie más que las entidades bancarias y evidentemente a los empresarios», añade el secretario de CCOO. Es por eso, pues, que los sindicatos continúan luchando por no implementar esta normativa, puesto que el mismo sistema laboral no está preparado para recibir los beneficios que podría aportar.
El añadido a una reforma laboral controvertida
Los sindicatos, pero, no son los únicos que ven lagunas en esta normativa. De hecho, el mismo experto de Ostrom reconoce que si ha estado tantas veces sobre la mesa, pero nunca se ha implementado es porque «hay matices que se tienen que desarrollar muy bien». En este sentido, Medina recuerda que hay que acompañar esta medida otras reformas también muy necesarias. Él pone el ejemplo de Dinamarca, donde no hay indemnizaciones por despido, pero las prestaciones del paro son mucho más altas que en el estado español y «sus políticas de inversión laboral hacen que un trabajador vuelva a encontrar trabajo muy fácil», explica el experto. Medina, pues, asume que esta política sin un cambio bastante importando otras medidas relacionadas con el mercado laboral no sería tan útil.
Otra de las preocupaciones que se pueden entrever es el aumento de los costes empresariales. Si bien es cierto que los fondos se llenarían con dinero del sueldo bruto de los trabajadores, la implementación de esta medida implicaría que los costes marginales individuales que van a cargo de la empresa servirían para llenar las bolsas de inversión. «Al final cuando no despides a nadie pagues indemnizaciones», responde Medina, que añade que «las empresas que no tienen tanta rotación de trabajadores tendrían que hacer un esfuerzo más grande con la implementación de esta norma».
Con todo, pues, la mochila austríaca es una medida rodeada de polémica, con los economistas y las grandes instituciones vitoreando la decisión de Feijóo de volverla en el centro del debate y los sindicatos luchando en contra su aplicación. Con la incógnita de las elecciones y como estas pueden cambiar la sociedad, medidas como el fondo individual que propone el PP entren al terreno de juego para ser decisivas en la batalla final a las urnas. Si bien es cierto que el Banco de España recomienda su aplicación y los expertos continúen asegurando que podría ayudar al dinamismo económico, aquellos que están más cerca de los trabajadores y sus derechos argumenten que podría ser una arma de doble hoja que jugaría en contra de la estabilidad laboral de las personas.