El Banco Central Europeo vuelve a mantener estáticos los tipos de interés. Así lo ha comunicado el organismo presidido por Christine Lagarde después de la reunión del Consejo de Gobierno celebrada este mismo jueves. El regulador monetario encadena así tres cumbres consecutivas con el precio del crédito intacto, en el 4,5% que se logró durante el otoño del 2023. Frankfurt, de este modo, enfría las expectativas de unos mercados financieros que esperaban intensas bajadas de tipos durante los primeros meses del curso. La decisión llega pocas semanas después de que la eurozona haya confirmado que su inflación subyacente -la que excluye los precios de los elementos más volátiles del mercado, la energía y la alimentación- ha roto la barrera de los cuatro puntos y se sitúa en el 3,9%, cada vez más cerca del umbral del 2% que el BCE se marca como objetivo a medio plazo. Según los gobernadores, «la tendencia a la baja de la subyacente ha continuado, y los incrementos de tipos de interés del pasado se han transmitido forzosamente a las condiciones de financiación».
Así, el Banco Central confirma que todavía espera que la transmisión de sus decisiones de política monetaria a las economías europeas -los efectos de los tipos al mercado de cada país- sea completa, y se resiste a flexibilizar las condiciones de crédito, aún con la potencial reavivada económica que se desprendería. Las actuales condiciones para la financiación a Europa, confirman en el mismo comunicado, «están secando la demanda, hecho que ayuda a arrastrar la inflación a la baja». El objetivo de Frankfurt, hay que recordar, es exclusivamente el control de precios, con un límite superior del 2% en la inflación a medio plazo. De este modo, y a diferencia de la Reserva Federal estadounidense, el rendimiento de la economía y el mercado laboral no se encuentran explícitamente en su mandato.
Pequeña victoria de los halcones
Malgrat que la mayoría de actores institucionales esperaban que el BCE mantuviera los tipos en la reunión de este mes de enero -no así el mercado financiero, que ya hace meses que reclama bajadas intensas del precio del crédito-, no todos los dirigentes monetarios del continente están de acuerdo con la posición que parece dibujar el Banco para los próximos meses. El gobernador del Banco de Portugal, Mario Centeno, ha hecho explícitos sus dudas sobre la necesidad de «atrasar más la bajada de tipo». El primer aligeramiento en las condiciones de financiación se espera para las primeras semanas del segundo semestre, ya en verano; mientras que el banquero portugués opta, como el sector privado, por retrocesos antes de la primavera. Por su parte, los llamados

Proceso de «desinflación»
Todo y la cuidadosa aproximación que el BCE hace durante las últimas semanas a los cambios en política monetaria, Lagarde se ha mostrado optimista respecto del mediano plazo de la curva de precios en la UE. Según la presidenta, el «proceso de desinflación» de las economías comunitarias continúa al ritmo previsto -más rápido, incluso, del que esperaban las autoridades-. Tal como recuerda, el ligero repunte de la inflación general durante el final del 2023 responde principalmente a los efectos de base causados por la retirada de una muchedumbre de medidas de bonificación de precios de la energía al continente, con Alemania como protagonista. «Todas las medidas de la inflación subyacente cayeron durante diciembre, y la expectativa a largo plazo se mantiene en el 2%», constata la presidenta.
Malgrat las buenas perspectivas, la inestabilidad geopolítica y los efectos de los varios conflictos bélicos todavía vivos en regiones clave para la economía global no permiten hacer un dibujo definitivo del rendimiento económico europeo en los próximos meses. Por un lado, una subida demasiada intensa de los salarios y los beneficios empresariales arriesgaría una nueva espiral inflacionista. Este escenario, pero, parece lejano, en cuanto que las series de datos oficiales disponibles para el BCE indican que tanto los salarios como los márgenes permanecen estables, y se empieza a notar un alivio de la tensión al mercado de trabajo por la diferencia entre oferta y demanda. También abre un riesgo de aumento de precios, una rotura de las cadenas de suministro globales a causa de la situación al canal de Suez. Por otro lado, recuerda Lagarde, un enfriamiento económico excesivo a los mercados clave podría hundir la inflación más del esperado, con efectos profundos sobre las decisiones que el Banco Central tome en cuanto a la política monetaria de la Unión en los próximos meses.