MónEconomia
La batalla por los tipos en el BCE mantiene la presión sobre las hipotecas

Desde julio del 2022, cuando el BCE rompió –de forma consensuada a su gobierno– década y media de tipo de interés cero en la busca de una palanca para reducir una inflación ya entonces rampante, no ha habido paz entre los reguladores monetarios de los países de la moneda única. No había pasado un año del salto de 75 puntos básicos con el cual Christine Lagarde comenzó cerca de dos años de posiciones restrictivas cuando el gobernador del Banco de Portugal, Mario Centeno, empezó  dibujar un escenario de normalidad de tipo, con bajadas progresivas con el objetivo de ofrecer «previsibilidad» a los mercados financieros europeos. Lejos de esta tesis, la línea dura la economía comunitaria se ha impuesto mes detrás mes, hasta llegar a un precio del crédito del 4,5% que frota máximos históricos. Con la inflación al conjunto de la UE a la baja y una transmisión cada vez más clara en forma de caídas de las hipotecas y alguna recesión a los mercados clave de la Unión, cada encuentro de los gobernadores del Euro es una batalla: los mercados exigen bajadas para reactivar el capital; mientras que tanto Frankfurt como los aliados de Alemania gritan a la moderación, cuando no incluso a profundizar todavía más las restricciones.

Las dos trincheras dentro del consejo de gobierno del BCE –halcones y palomas, los partidarios de recortar la inflación a cualquier precio contra los que piden flexibilidad monetaria– entran en el tercer mes del 2024 con una muchedumbre de declaraciones cruzadas. El mismo Centeno, el más vocal de su rama, hace meses que promueve una bajada de tipo ya en el mes de marzo. Para el portugués, el tercer mes del año es «cuando tenemos más datos ante nuestro»; y estas parecen apoyar a sus afirmaciones. Tal como publicó el Eurostat el pasado viernes, la inflación de la zona euro ha caído durante febrero hasta el 2,6%, a seis décimas del difamado objetivo del 2% que los grandes reguladores monetarios del planeta. Al conjunto de los países de la moneda única, la energía arrastra los precios con un abaratamiento del 3,7%, mientras que el precio de los alimentos crece ya a ritmos próximos a la estabilidad, un 2,2%. La subyacente, indicador sin los valores más volátiles –alimentos y energía, precisamente– ya frota el umbral del 3%, el nivel más bajo desde marzo del 2022, todavía al inicio de la espiral inflacionista.

Centeno ya alertó la primavera del 2023 de la posibilidad del que se conoce como overshooting, una subida demasiada intensa de tipo que acabe para hacer daño a la economía. volvió el pasado enero, durante el foro económico de Davos, cuando lanzó una advertencia velada a Lagarde contra «hacer más del necesario» para controlar la inflación. Pocas horas antes, pero,uno de los históricos representantes de los halcones en Frankfurt, el austríaco Robert Holzmann, ilustró la posición de los halcones antes de una primera reunión de política monetaria de enero que tenía que servir para marcar el camino del 2024. Holzmann ya alertaba a principios del año, en el mismo foro, que «no se tiene que apostar en absoluto por una bajada de tipo de interés en 2024». A finales de febrero, ya con datos provisionales de inflación para los dos primeros meses del curso, ya subrayó que «no ve circunstancias que permitan» rebajar el coste del crédito; apuntando hacia las decisiones de la Reserva Federal norteamericana como guía para el regulador europeo.

La mayoría de gobernadores, así como la dirección del banco, parece ver la economía europea con los mismos ojos que Holzmann. El gobernador del Bundesbank, Joachin Nagel, ya aseguró que Frankfurt tendría que esperar «hasta el verano» para plantear abaratamientos de las condiciones de financiación –una lectura en línea con el seguidismo a la Fed, que ya plantea el junio como fecha clave para abaratar los préstamos en dólares–. Por su parte, el jefe del banco central eslovaco Peter Kazimir asegura que el banco se mantendrá alejado de ningún «compromiso de bajada de tipo» a corto plazo, a pesar de las altas expectativas del sector financiero. Desde la estructura misma de la entidad el camino parece ser este: el vicepresidente del BCE y exministro español de economía, Luís de Guindos, ya alejó en una entrevista el pasado jueves cualquier seguridad en cuanto al recorte de tipo, reiterando que Frankfurt «se mueve por datos, no por fechas». De hecho, tal como publicó la agencia Reuters, el Banco Central Europeo espera mantener un «suelo de tipo» durante años, evitando así el retorno en el nivel cero que dominó la política monetaria de la Unión durante década y media antes de la pandemia.

El gobernador del Banco Central de Austria Robert Holzmann / EP
El gobernador del Banco Central de Austria Robert Holzmann / EP

Problemas para las hipotecas

En medio de la batalla entre banqueros centrales para establecer el criterio monetario de la Unión para el presente curso, la política de crédito del BCE se continúa transmitiendo a la economía real. Si bien el conjunto de los créditos muestran tendencias bajistas, son las hipotecas las que han tomado más mal. Durante el 2023, la constitución de hipotecas cayó en el país en un 19,2% respecto del año anterior, un batacazo difícil de recordar: con 65.470 préstamos hipotecarios en 12 meses, los consumidores catalanes constataron que la escalada de los intereses era suficiente para alejarse de la financiación bancaria para transacciones inmobiliarias. Y no es para menos: el Euríbor, el índice que marca el ritmo de las hipotecas a la Unión, se situó por encima del 4% durante buena parte del ejercicio pasado, encareciendo sustancialmente las revisiones de los préstamos de buena parte de los ciudadanos comunitarios. La tendencia bajista de la inflación hace meses que rebaja el índice, que cerró el febrero en un 3,6%, una cifra lejana al techo logrado en otoño; y el mismo gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cuerpo, asegura que el 2024 será un año de «alivio» para los hipotecados. Los primeros días de marzo, pero, no dejan buenas noticias: el Euríbor diario, ante la inseguridad en cuanto a la dirección de los tipos de interés a Europa, ha recuperado la tendencia alcista, y se sitúa ya por encima del 3,7%. El mensaje de De Cuerpo, justo es decir, tiene una segunda parte. Este alivio, para las instituciones monetarias de la Unión, todavía «no tiene fecha, y queda todavía un tiempo».

La Fed, señales de poca vida

Siempre avanzada a los criterios europeos, la Reserva Federal ya mueve ficha de cara en la segunda mitad del 2024. Los mercados esperan –ruegan, casi– por una bajada de tipo a la reunión prevista para el mes de junio. El gobierno de la entidad, pero, tampoco quiere dar seguridades: algunos de los dirigentes territoriales de la Fed ya han alertado que «las cosas se pondrán complicadas» en cuanto al control de precios, hecho que ya se vio con el ligero repunte inflacionista con el cual el país cerró el mes de enero. El consenso continúa a los voltios de la primavera o las primeras semanas de verano, si bien las cifras todavía no están claras. Justo es decir que, atendido el mandato dual del organismo dirigido por Jerome Powell, también hay que observar los datos de paro al país, que se mantienen en el 3,7% a cierre de enero, cifra que permite alargar la restrictivitat monetaria, en cuanto que todavía no hay visas claras de un debilitamiento económico generalizado. Y si Washington no baja, según los banqueros comunitarios, Frankfurt tampoco lo hará.

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