Las ventas en línea no han sido una invención de la pandemia, pero sí que llegaron a uno de sus puntos más álgidos durante la covid-19. Según los últimos datos del Clúster Logístico de Cataluña, solo en el último año se hicieron unos 80 millones de compras en línea, de los cuales 68 millones fueron entregas a domicilio y un 11% de estas tuvieron que ir hasta dos veces a la misma vivienda porque no se había localizado el cliente. Un problema que afecta las ciudades y provoca más contaminación y colapso del tráfico. En conjunto, las empresas de logística y las administraciones públicas buscan la manera de parar esta creyente contaminación y conseguir un modelo sostenible que nos permita continuar comprado en línea. Aun así, parece que las compañías privadas y la administración no se acaban de poner de acuerdo, mientras uno piden margen para crear alternativas sostenibles, desde los ayuntamientos ya se están vetando ciertos comportamientos, el ejemplo más reciente en Barcelona, donde la tasa Amazon ya es una realidad.
«El problema principal es que de los 2 millones de entregas que se hacen en España cada día, el 90% son a domicilio», explica Xavier Valverde, CEO de Kanguro, una compañía que tiene un servicio de almacenamiento de paquetes. En este sentido, el empresario reconoce que en muchos casos las furgonetas de reparto hacen grandes trayectos por dentro de las ciudades, llevando los paquetes lleva a puerta, el que complica mucho la logística de distribución. «Y no hablamos de los múltiples viajes va que se hacen porque la persona no se encuentra en casa en aquel momento», añade Valverde. Así pues, si las entregas de paquetería ya son un problema para las grandes ciudades, en el momento que la inmediatez y el domicilio entran en juego, se multiplican los efectos.
Si basura un pequeño retroceso, podemos ver como esta cultura de la inmediatez no ha estado idea de los mismos clientes, sino que a causa del gran crecimiento de las ventas en línea, las grandes compañías multinacionales empezaron a hacer ofertas más agresivas para poder competir en el mercado. En otras palabras, si Amazon decía que entregaría los paquetes en 24 horas y en tu casa, las siguientes lo tenían que seguir para intentar competir en el mismo mercado. «Nos encontramos ante una situación donde el mercado crece cada día más», describe Ignasi Sayol, presidente del Clúster Logístico de Cataluña. De hecho, Sayol asegura que es una buena noticia y reconoce que «nos encontramos ante un reto complicado, pero no imposible». Aun así, el presidente del clúster catalán también lamenta que las soluciones a este colapso del sistema que propone la administración pública «no están pensadas para las empresas pequeñas».
Parece ser, pero, que el cambio es inminente, puesto que hay estudios que aseguran que no hay demasiado más margen antes de que las ciudades se colapsen por demasiada afluencia de paquetería y coches arriba y abajo. De hecho, la preocupación es tan grande que las empresas ya están buscando sus propias alternativas, como es el caso de la compañía que dirige Valverde. En este sentido, empresas que crean espacios de recogida de paquetes se han convertido en la primera solución factible a este colapso. Según un estudio del grupo de expertos polaco
La no tan estimada tasa Amazon
También el ayuntamiento de Barcelona ha querido pone en marcha medidas para intentar paliar algunas de las consecuencias de esta avalancha de paquetes. De hecho, la llamada tasa Amazon pretende poner las grandes compañías de ventas en línea en el foco de la cuestión. En concreto, la administración pública barcelonesa empezó a grabar la utilización del espacio público que hacen las grandes distribuidoras de comercio electrónico durante el reparto de mercancías y paquetería -tanto en los domicilios como las oficinas-. Concretamente, este nuevo instrumento fiscal graba el 1,25% de la facturación sucia derivada de los costes de reparto que ingresan los operadores, siempre que facturen más de un millón de euros en la ciudad.

Esta decisión no ha acabado de gustar algunas de las empresas más pequeñas, puesto que según explica el presidente del Clúster Logístico de Cataluña, «es una tasa que no acaba pagando Amazon, sino los distribuidores de este paquete, que normalmente acaben siendo autónomos». En la misma línea coincide el director general de Kanguro, quien remarca que «no creemos tanto en una solución prohibiendo sino recompensando el buen comportamiento de las empresas». Con estas declaraciones, Valverde remarca la necesidad de incentivar buenas praxis antes de que grabar las compañías.
La sostenibilidad como prioridad por el cambio
Una de las partes más importantes y necesarias de este cambio es el impacto en el medio ambiente que causan estas entregas. De hecho, gran parte de la contaminación de vehículos en las ciudades europeas, sobre todo en Barcelona, viene de estos trayectos. Según un estudio que ha presentado Kanguro, reducir las entregas de paquetería en el domicilio de los usuarios y evolucionar hacia un modelo más eficiente de última milla activa permitiría reducir en un 46% las emisiones de CO₂ en las ciudades. En el entorno rural, la cifra es todavía mayor, y permitiría reducir el 90% de las emisiones de CO₂ provenientes del transporte, tal como subraya la empresa emergente Kanguro.
Así mismo, diferentes estudios internacionales del sector también indican que este modelo, en el cual el ciudadano se desplaza hasta 200 metros para recoger sus envíos, en puntos de conveniencia o comercios con horario 24 horas o sin personal -estos últimos usando buzones inteligentes-, permite reducir en un 30% la congestión del tráfico y la contaminación acústica.
Fondos y ayudas dedicados solo a las grandes empresas
La tasa Amazon no ha sido la única iniciativa del ayuntamiento de Barcelona para intentar evitar el colapso. Fuentes municipales han explicado al
Esta colaboración es la que critican -en cierto modo- las empresas, puesto que según Sayol, «hay mucha presión gubernamental para encontrar soluciones, pero pocos recursos». Él mismo continúa y declara que las ayudas como los fondos europeos, van encaradas a las grandes empresas y multinacionales, pero que «en ningún caso a las pequeñas compañías». Por otro lado, Valverde también asegura que hace falta más diálogo con la administración pública y él reitera que «no se trata de poner sanciones, sino buscar soluciones».