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El alquiler de temporada, la trampa para encarecer el precio de las viviendas

Lo precio del alquiler se ha convertido en una pesadilla para la gran mayoría de los catalanes. De hecho, la inflación ha llevado a una especulación masiva de este mercado que, como que no está regulado, da pie a los propietarios y grandes tenedores a subir los precios hasta que los consideren conveniente. En un intento a la desesperada, el gobierno español aprobó el pasado diciembre una prórroga del límite del 2% de la subida de los alquileres, es decir, los propietarios no pueden subir más de este porcentaje el precio de la vivienda de manera interanual. El que aparentemente era una solución ha abierto un segundo problema: los alquileres de temporada. Y es que en el momento que un propietario ve trabas en la regulación de un alquiler habitual, lo convierte en un alquiler de temporada, que no entra dentro de las nuevas medidas para paliar el aumento de precios.

“Muchos propietarios están recurriendo al arrendamiento para uso diferente al de vivienda que recoge el artículo 3 de la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) para poder esquivar estas medidas”, revela Arantxa Goenaga, socia y abogada de Círculo Legal Barcelona y señala que los principales objetivos son “poder decidir sobre la fecha de finalización del contrato para recuperar la propiedad y aplicar las subidas de precio que se considere oportunas”. De hecho, los contactos de alquiler de temporada ya habían causado una gran controversia, porque eran conocidos para ser regentados por turistas, el que provocaba una situación incómoda con los vecinos y sacaba oportunidades de encontrar una vivienda en los trabajadores. Actualmente, pero, el problema ya no reside en los turistas, que son los que aparentemente utilizaban esta clase de alquiler, sino que los mismos locatarios autóctonos, desesperados por la subida de precios, firman contratos de poca calidad para tener un techo.

Para poner cifras a la situación, el sistema de fianzas de la Incasòl tiene detectada la existencia de 3.421 pisos en funcionamiento, con contrato de alquiler de temporada en Barcelona. Aun así, esta situación no es del todo cierta, puesto que al ser un sector muy poco regulado hay altas posibilidades que haya más pisos de los que se llama actualmente. Por otro lado, Goenaga subraya que el alquiler de temporada es perfectamente legal, puesto que está destinado a personas que no tienen que vivir permanentemente en aquel piso, sino que solo necesitan una estancia limitada.

El problema ha llegado estos últimos meses, donde a raíz de estas nuevas medidas para regular el mercado, los propietarios utilizan los alquileres de temporada como si fueran viviendas habituales, y así tienen vía libre para cobrar el que sea. «Cada vez nos encontramos más casos que se amparan en esta figura, pero que, en realidad, esconden un alquiler residencial convencional«, explica la abogada. Este sería uno de los trucos a los cuales están recorriendo los propietarios que están en desacuerdo con la iniciativa del gobierno español, pero que “no quieren retirar su casa del circuito y renunciar a un ingreso mensual recurrente”.

Un precio de alquiler desorbitado

El precio del alquiler ha llegado a tocar máximos estos últimos meses. A pesar de que varía dependiendo del territorio de Cataluña que se analiza, el más caro es la capital, Barcelona. De hecho, los precios que se marcan en la capital catalana acaban siendo siempre los más caros, puesto que la demanda se incrementa mucho más que en otras ciudades. El precio mediano del alquiler en la ciudad de Barcelona se incrementó un 11,76% en 2022, hasta situarse en 1.026,86 euros mensuales. Según datos de la Cámara de la Propiedad Urbana de Barcelona, el año pasado se rompió la tendencia a la baja de 2020 y 2021, cuando la pandemia enfrió los precios. En 2019, justo antes de la crisis sanitaria, el precio mediano del alquiler era de 978,81 euros.

Esta situación se agravia por la escasez de pisos, según los datos que proporciona Goenaga, actualmente, uno de cada cuatro viviendas en el estado español es de alquiler, el que se traduce en una carencia muy clara de la oferta ante un auge de la demanda. Si sumamos las constantes subidas de tipos de interés, el encarecimiento de las hipotecas y la inflación, alquilar un piso se acaba convirtiendo en una pesadilla cara y poco eficaz. Con esta premisa, el gobierno español intentó solucionar la situación aplicando algunas regulaciones que facilitaban la vida a los locatarios, entre ellas topar al 2% la subida de precios de alquiler interanual. Un parche por un problema estructural que ahora ya no es efectivo, puesto que los alquileres de temporada se están llevando gran parte del mercado, pero en unas condiciones peores.

Un fraude detectable pero poco denunciado

Las situaciones fraudulentas y los contratos poco precisos son el pan de cada día de los locatarios catalanes. De hecho, en muchos casos las firmas de un contrato de alquiler son poco exactos y dan mucho margen a poder jugar con el precio de la vivienda. Goenaga recuerda que “es obligatorio que en el contrato conste claramente el motivo por el cual se vivirá en esta casa por un periodo de tiempo determinado: trabajo, estudios, vacaciones, etc.”. Igualmente, añade que “no se tendría que firmar un contrato de alquiler de temporada si en el inmueble se vivirá de manera permanente”. Sin embargo, la abogada entiende que “las dificultades para encontrar un piso de alquiler hoy en día están llevando a los inquilinos a aceptar unos términos que van en contra de sus intereses”.

La abogada asegura que estas prácticas continuarán aumentando y que hay que ser mucho más duros en las penalizaciones. De hecho, ella misma insiste que «si el inquilino puede probar que no está de, por ejemplo, con un certificado de empadronamiento, un juez le daría la razón». Pero, en una situación donde los alquileres cada vez son más escasos y la gente ya no puede comprar una vivienda, aceptar un contrato con pocas garantías es la única opción. Aun así, la abogada de Círculo Legal Barcelona repite que «no podemos olvidar que hacer pasar por un alquiler ocasional, uno de larga duración es un fraude, un atajo para evitar una modalidad con un mayor grado de protección».

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