La inflación no es, ni mucho menos, un hecho del pasado. A pesar de que las cifras de precios de consumo de los últimos meses son una fracción de los máximos a los cuales se llegó el verano del 2022 -cuando el IPC catalán se acercó a unos históricos 11 puntos- las instituciones europeas alertan que a finales de 2023 y principios del 2024 se podrían detectar repuntes de los precios, tanto por marcados efectos de base como por la «considerable incertidumbre» que, según la presidenta del BCE Christine Lagarde, todavía sufre la UE. Del mismo modo que la comparativa con el curso pasado era favorable -con una base de precios disparados era relativamente fácil recortar la ratio– el paralelismo con un índice más contenido, como el de finales del 22 y principios del 23, es menos halagüeño. Por lo tanto, Lagarde llamamiento a «permanecer atentos en las diferentes fuerzas que afectan la inflación y centrados en el mandato de estabilidad de precios».
La parada de las subidas de tipos de interés acordada por el consejo de gobierno del BCE el pasado octubre -que evitó un undécimo endurecimiento consecutivo de las condiciones de crédito a los países de la moneda única en poco más de un año- podría, pues, no ser definitiva. Frankfurt se mantiene firme en su mandato de reducción de la inflación en el mediano plazo al umbral del 2%. «Las perspectivas de inflación a medio plazo continúan rodeadas de una considerable incertidumbre», avisa la economista francesa; en un fuerte golpazo hacia los mercados que esperan bajadas del precio del crédito rápidas que contribuyan a la reactivación económica. Las alarmas de recesión que varias entidades económicas del continente empiezan a hacer sonar, pues, podrían no ser suficientes para parar los halcones del Banco Central. Si bien Lagarde sostiene que la expectativa a estas alturas es que «mantener los tipos suficientes tiempos en el nivel actual contribuya sustancialmente a restablecer la estabilidad de precios», la garantía no está. «Las futuras decisiones garantizarán que las tasas se fijen en niveles bastante restrictivos durante el tiempo que sea necesario», continúa.
Una nueva fiscalidad
Más allá de la política monetaria, Lagarde ha dejado la pelota sobre la azotea de los gobiernos las nuevas medidas de control de la inflación. En un llamamiento a un diálogo que a estas alturas parece imposible, la presidenta ha apresurado los 27 a acordar «como antes mejor» el marco para las nuevas reglas fiscales de la UE -un pacto que hace meses que permanece bloqueado por los choques entre los mercados de las principales potencias-. En caso de no aprobarse una normativa fiscal común en menos de un mes, de hecho, la cláusula de fuga fiscal en vigor desde la aprobación del pacto de estabilidad de la UE quedará desactivado. «Preocupa especialmente que los retrasos de aplicación de nuevas reglas fiscales alimenten la incertidumbre», sostiene Lagarde.



