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Abel Marín: «Que paguemos muchos impuestos por una herencia es mentira»

¡Protege tu herencia! Esto pide, en un manual de ayuda necesaria, Abel Marín, abogado y fundador del bufete Marín & Mateo Abogados, que se ha especializado durante décadas en derecho sucesorio. Sabe mucho, Abel Marín, y sobre todo, ha visto de todo. Cada día debe resolver dos o tres casos que se desglosan ante él y que dan lugar a todo tipo de situaciones y, a menudo, conflictos.

En el libro donde explica algunos –Protege tu herencia, advierte: “El primer ingrediente que lo complica todo es que gran parte de las herencias son a familiares y, desde esta premisa, entramos en un mundo aparte: el de los sentimientos más potentes del ser humano”. Entramos, pues, en el ámbito de los sentimientos más fuertes, donde los sherpas nos serán de gran ayuda.

El sherpa Marí, además, escribe novelas. En Tragando sapos este optimista descarado construye una distopía donde prevalece la lucha “por mantener la humanidad en un mundo que se desmorona”. Su pesimismo quizás se justifica porque en mundos postapocalípticos ya no habrá lugar para las herencias y no se necesitarán especialistas en testamentos…

Abel Marín es de Massamagrell, como el catalán que habla y que queda reflejado, más o menos pulido, en la conversación transcrita.

Abogado, ensayista, novelista…

Fundamentalmente, sin embargo, soy director de mi despacho, donde trabajan dieciocho personas. Es la actividad que me ocupa más tiempo.

Es un bufete de abogados…

De derecho civil. Familias, sucesiones, inmobiliario, contratos, consumidores…

¿Está satisfecho? ¿No le gustaría más dedicarse a escribir novelas y que otro llevara su despacho?

¡Totalmente! [Ríe]. Pero soy el alma mater y el fundador de esa casa. Esto no es fácil. El relevo es difícil, pero voy avanzando…

Todas las almas mater dicen siempre que están en camino del retiro, pero suelen eternizar el proceso…

Sí, de acuerdo. Pero mi relevo es fácil, porque tengo una persona de confianza, que fue mi pasante, que es extraordinaria. Lo he hecho yo. Es como una réplica.

Esos suelen ser los peores…

¡No! ¡Ha mejorado al maestro! Tiene habilidades que yo no tengo. Yo tengo algunas que él no tiene, pero está aprendiendo. Cada mañana a las ocho y media me siento con él, le explico cosas que no son de derecho y después despachamos asuntos de derecho. Todo esto ya está pensado.

¡Que no sea nada! Usted está especializado en derecho de herencias, en testamentos…

Al final, es lo que más me gusta, lo que más he hecho durante los últimos veinte años.

Incluso ha escrito un libro: Protege tu herencia…

He hecho dos cosas con este libro. Primero, lo esbocé. Después, lo arreglé.

Es decir, sacó todo lo que tenía dentro y luego le dio forma para que se pudiera entender.

¡Exacto!

Usted recomienda hacer testamento rápido. ¿Sabe por qué la gente tarda en hacerlo?

¿Por pereza? Sobre todo, por pereza. La gente tiene en mente hacer testamento, pero no le hace caso cuando es joven. Lo hace más cuando se va haciendo mayor. Pero siempre está la pereza. ¿Debería decir pereza, no?

No necesariamente. Eso pide la normativa, pero el uso clásico mantenía estas formas sin ese. Es más genuino como usted lo dice.

¿Cómo se dice por aquí?

Pereza.

¡Ostras! ¡No la había oído en la vida! [Ríe]. 

Nosotros decimos “Ese es un perro” y “Qué perrería tengo”, y aquí dicen perezoso y pereza.

¡Qué cosas! Continuemos. Mira, esta no es la pereza de ir a un abogado o a un notario. Es el miedo a enfrentarse a decisiones que te pueden hacer daño. Muchas personas viven en pareja, casadas o no. Este es un trámite que a veces se debe hacer en pareja y no siempre hay coincidencia de pareceres. Hay diferencia entre hombres y mujeres. Los hombres piensan diferente.

¿En qué sentido?

En casi todos. ¿El más concreto? Tienen inclinación a proteger a su mujer. Es eso a menos que no le tengan confianza, pero en casi todos los casos es así. En un noventa por ciento largo. Quieren proteger a la que será su viuda.

¿Y las mujeres, no?

No tanto. No me malentiendas, ¿eh?

Abel Marín, advocat. Barcelona 26.11.2025 | Mireia Comas
«Una mujer de 60, 70 o 80 años sabe que su hombre morirá antes y que ella puede quedar desprotegida»| Mireia Comas

No, no, no. Yo le dejo hablar.

Todas las hembras de todas las especies del planeta, todas, viven más que los machos. Esto no tiene nada que ver con la política de género. Es biología pura y dura. En el caso de los humanos en la mayoría de las parejas las mujeres buscan hombres mayores. Un año, dos, tres, cinco, veinte… Y más mayores aún, aunque sea más extraño. Estadísticamente, el ochenta por ciento de las personas viudas en España son mujeres. Es un hecho biológico y cultural. De media una mujer vive más. Y sabe que su hombre morirá antes y que puede quedar desprotegida. Venimos de un mundo que afortunadamente está cambiando, pero donde la mujer no se había incorporado al trabajo fuera de casa y las mujeres de sesenta, setenta u ochenta años no tienen la cotización, la misma solvencia económica, que los hombres, y entonces son una parte a proteger. Eso el hombre lo sabe.

Y, desde su experiencia, ¿qué piensan las mujeres?

¿Qué piensan las mujeres? “Como este quede viudo, se va con otra y dejará a mis hijos sin nada”. Guste o no, eso es algo que veo cada día. Eso en este mundo tan políticamente correcto no se puede decir. Pero yo lo digo en mi libro y lo ilustro con historias reales. Cada capítulo de Protege tu herencia empieza con una historia real. Al final, esos son los arquetipos que podemos encontrar aquí, en Ulan Bator, en Seúl, en Minnesota, en Buenos Aires… Somos los humanos.

Habla de pereza para resolver este trámite, que puede ser conflictivo, pero ¿no hay también otro sentimiento? ¿Todas las personas no se sienten inmortales? ¿No ven la muerte como un fenómeno lejano y que no les afectará?

Sssssí. Sí. Pero eso explica el retraso. Aplaza la decisión. Pero no es la causa de no hacerlo. En una macroencuesta europea reciente el 100 por ciento de los encuestados responden que ellos no caerán en una situación de dependencia…

¡Ostras! Son justamente el porcentaje de gente que vivirá esa situación. Son minoría los que mueren de manera repentina. Me da la razón, pues. Vivimos en una especie de delirio que distorsiona el final de nuestra vida.

Peor. No solo nos sentimos inmortales. Además, pensamos que nos llevaremos nuestro patrimonio al otro mundo. Que yo sepa, este privilegio era solo de los faraones. Los demás no nos llevamos nada al otro mundo, si es que lo hay. Alguna vez me dicen: “¿Y si el más rico del mundo, Warren Buffett o Bill Gates, estuviera a punto de morir y le pudieran alargar la vida un día más a cambio de su fortuna…”. Les contesto: “¡Elegirían morir en ese momento justo!”. Tenemos tanta adhesión a lo material, que nos identificamos totalmente con lo que tenemos. Somos lo que tenemos. Hay gente más avanzada que se siente más identificada con lo que hace. Solo la gente más consciente se identifica con lo que es. Yo estoy peleado entre lo que hago y lo que soy, pero no con lo que tengo.

Quizás la gente que se siente más identificada con lo que es –y no con lo que ha hecho o lo que tiene– es aquella que ha visto de cerca la muerte, que la siente próxima, familiar…

Discrepo. Y hablo en primera persona, porque a mí me ha pasado eso. La conciencia de la vida y de la muerte –sobre todo, de la vida– es algo de trabajo personal. ¿Puede ser un disparador el hecho de haber estado a punto de morir? Mi experiencia es que he estado dos veces y eso no me ha cambiado nada.

Tocar la muerte no le ha cambiado la percepción sobre la vida?

No. Me ha cambiado la percepción sobre el tiempo.

¿En qué sentido?

En el de hacer cálculos sobre cuánto me queda. Yo tuve un infarto agudo y lo que quería era recuperar mi vida. Hacer las mismas cosas. Las cosas que me gustaban. Me gusta hacerme mi cafetera italiana cada día, desayunar con mi mujer, atender clientes, tener un despacho precioso en la calle de Colom de Valencia, ayudar a la gente en el trabajo. Todo eso me gustaba, lo perdía y no podía hacer nada. Yo quería recuperar mi vida.

Si tienes una vida de mierda, con un jefe que odias y unos compañeros que te fastidian cada día, imagino que, si estás a punto de morir, piensas que es el momento de mandarlos a todos también a paseo. Pero no era mi caso. Hace dos años sufrí una sepsis por un tema de cálculos en los riñones. La infección se extendió y cuando me di cuenta era demasiado tarde. Le pregunté a la hematóloga si me podía morir y me respondió que sí. –“¿Podría ser en horas?”. –“Sí”. ¡Ostras! Eso no me cambió nada. Solo en la percepción del tiempo. Pero no sé si es por haber estado dos veces a punto de morir o por la vejez. Al hacerme más mayor, tengo más percepción del tiempo. De la necesidad de aprovecharlo, en mi caso con un propósito.

¿Usted ya tenía hecho el testamento cuando le pasó todo eso?

Sí, sí.

¿A qué edad lo hizo?

A los treinta y pocos.

¿Su esposa también lo hizo?

Al mismo tiempo. A estas edades ahora no lo debemos cambiar…

¿No se pelearon?

En absoluto. Tenemos una relación perfecta.

Muy bien. Ahora hablando de la manera más pragmática. ¿Por qué se debe hacer testamento y por qué se debe hacer pronto?

¡Porque amas a los tuyos! Si no amas a nadie ni tienes a nadie para amar, ya se apañarán. Hay gente que tiene a alguien y dice: “Ya se apañarán mis hijos”. Poco amor les tienes. La paternidad y la maternidad, desde mi punto de vista, está sobrevalorada profesionalmente, por lo que veo, pero personalmente, no. Hay gente que no ama a los suyos. O que dice que los ama, pero no. Se aman más a ellos mismos.

Mucha gente…

[Baja la voz]. Yo creo que todos… Pero hay grados…

¿Todos? Hay gente que daría un pulmón o un riñón por sus hijos.

Porque tenemos dos.

O el corazón.

Eso ya es diferente [Ríe]. Yo no conozco ningún caso. Tú que eres periodista, investígalo.

Usted hizo un testamento acordado y pacífico. No siempre pasa. Pero lo que me parece que ocurre muchas veces es que los testamentos son una causa recurrente de conflictos y enfrentamientos familiares.

No. Te lo explico. Y si te digo miles de casos, es que son miles, y no exagero. Te lo digo por experiencia. Una herencia –la primera en una familia– hace caer algunas vendas de los ojos. Si hay amor, las herencias revelan este amor y la calidad de las relaciones familiares. No es cierto que las herencias causen problemas. Vende mucho decirlo, pero no es así. Lo que pasa es que es la ocasión que facilita el enfrentamiento por aquellas cosas que tenías guardadas desde la infancia o de hacía tiempo. No te cae bien el idiota de tu cuñado o tu cuñada o la imbécil de tu hermana, que te quitó el novio o porque siempre ha sido la favorecida… Los hermanos a veces tienen una relación magnífica y a veces se odian. En el momento que hay una ocasión que permite aflorar todo el odio o todo el amor, todo explota. A veces separa y a veces une. Y da igual que haya mucho que repartir o que haya poco.

Abel Marín, advocat. Barcelona 26.11.2025 | Mireia Comas
«Un testamento provoca una cierta incomodidad porque se debe hablar de asuntos económicos que no se habían tratado nunca» | Mireia Comas

¿Hay más amores que odios? ¿Hay más buena gente que mala gente?

Hay mucha más buena gente que mala gente.

¿Ah, sí?

Sí. Pero es cierto que siempre hay una cierta tensión.

¿En qué sentido?

Incomodidad.

No lo entiendo…

Porque se debe hablar de asuntos económicos que no se habían tratado nunca. Si uno tiene poca cosa y ya lo han hablado desde siempre, cuando llega el momento de leer el testamento, no hay tensión. Pero a veces hay patrimonios heterogéneos, que no son fáciles de dividir. Debes compensar para hacer partes equitativas. Eso es incómodo. Y si tienes cincuenta y tantos años y no has hablado nunca de ello, y te has hecho tu película… “Es que es justo que…”. Justo es venderlo todo y partirlo a partes iguales. Pero eso lo puede pensar uno. Otro piensa que lleva cinco años en el paro y que esperaba que le ayudaran más.

¿Los pisos pueden ser una herencia envenenada? Entre el impuesto de sucesiones, la plusvalía del ayuntamiento y no sé qué más, al final, si no tienes recursos propios, te lo tienes que acabar vendiendo para hacer frente a todo…

Es que eso es mentira. Total y radical. Explicarlo así es periodismo amarillo. Conozco toda la legislación fiscal de todas las comunidades autónomas. El impuesto de sucesiones es un impuesto transferido. Estudié los presupuestos generales de todas las comunidades durante tres ejercicios para poder escribir un artículo sobre la cuestión. Las diputaciones forales vascas, la de Navarra, Madrid, Cataluña… Miré el porcentaje que representaba este impuesto por cápita y por renta en cada caso. Las diferencias son porcentualmente grandes, pero absolutamente ridículas. Cuando alguien dice que en Cataluña se paga tres veces más que en Aragón… Sí.  Pero siempre dentro de unos porcentajes generales y medios bajos.

En el caso de Cataluña, si solo se miran los porcentajes de la tarifa legal, la impresión es que el impuesto es muy alto. Pero la realidad es que la mayor parte de las herencias pagan poco o prácticamente nada, porque las reducciones iniciales son muy potentes, especialmente cuando la vivienda habitual es el principal activo del patrimonio.

¿El Estado no se queda nada?

No. La agencia tributaria española no se queda nada. Solo se tributa en la comunidad autónoma.

¿Ni un duro?

¿Quieres saber la verdad o lo que dicen algunos que no tienen ni idea? El impuesto de sucesiones está cedido a las comunidades autónomas desde el año 87. Mira, el último caso que he llevado en Barcelona ha sido una herencia para dos hijos. Una hija y un hijo. Ella ha recibido 700.000 euros y él, medio millón.  Él ha pagado como impuesto de sucesión 30.000 y ella,  40.000.

Me parecía que era mucho más…

No. Y eso que Cataluña es de las comunidades, junto con Asturias, que más cobran por este concepto.

¿Dónde está la trampa? Supongo que al año siguiente cuando haces la declaración de la renta, tienes que pagar lo que corresponde a ese importe…

Pues, no. Esa cantidad no tributa porque hay un principio tributario según el cual un mismo hecho imponible no puede tributar doble.

Eso, siempre que se trate de familiares de primera línea. ¿Y si dejo una parte de la herencia a un amigo?

Que se prepare. Que prepare liquidez. Entre colaterales o sin parentesco, es carísimo de narices. Un abuso expropiatorio. En línea ascendente o descendente, hijos, padres, nietos, abuelos, está muy bonificado. Pero entre tíos, sobrinos, primos hermanos, amigos, carísimo carísimo.

Hay una percepción social –no sé si es amarilla o qué– de que quien cobra una herencia debe prepararse para hacer frente a mucho más…

No. Por impuestos, no. Eso es mentira. Un rumor. La nefasta clase política que tenemos, que discute por todo, lo aprovecha todo para ir los unos contra los otros. Todos los tributos tienen una carga política ideológica. Las izquierdas reivindican los directos. Las derechas defienden los indirectos. Todo el mundo paga la misma cantidad por el IVA. La renta, no. La renta es progresiva. El impuesto de sucesiones, también. En el caso del impuesto de sucesiones, los unos lo suben y los otros lo bajan. Y todos ellos, sin excepción, son terribles. Utilizan para su discurso este impuesto malintencionadamente. De manera sesgada. Ahora, son personas, diputados, senadores, diputados autonómicos, con una capacidad de comprensión lectora que no llega ni a la media del BUP. El 90 por ciento de nuestros representantes son indígenas intelectuales. Eso es lo que pienso yo. Y tú lo puedes transcribir así. Ellos son quienes hacen las leyes. Hay gente que es iletrada y que no debería hacer nada de todo esto.

En resumen, no debemos esperar a hacer testamento a última hora y no nos debe asustar el impuesto de sucesiones si hay parentesco directo.

Esa es la conclusión. Pero, atención, ¿por qué una herencia también puede ser la ruina?

Abel Marín, advocat. Barcelona 26.11.2025 | Mireia Comas
«Una herencia puede ser una ruina si hay odio en la familia» | Mireia Comas

Yo que me había confiado… ¿Por qué?

Una herencia puede ser una ruina por dos causas. La primera, porque hay más deudas que valor. “El padre nos ha dejado una herencia valorada en un millón, pero escondía unas deudas de 800.000”. Esta es una herencia envenenada. Y aún peor. ¿Y si no lo venden por un millón y solo les ofrecen 700.000? Hay gente que es autónoma, empresaria, que a veces avala según qué préstamos para negocios que no van bien… Hay también particulares que avalan a sus hijos… Algunas de estas operaciones no se comentan, se mantienen en secreto, y luego explotan cuando nadie lo esperaba. Tú aceptas la herencia de tu padre, pues, y al cabo de tres, cuatro o cinco años, te encuentras con una deuda inflada que te arruina la vida.

La segunda causa –y volvemos al principio– se deriva de las relaciones malas, tóxicas. A veces es tanto el malestar y el odio, que te arruinas la vida. No solo la vida económica, la vida entera. Llegas a los sesenta años y odias tanto a tu hermano, que eres capaz de vivir litigando durante el tiempo que sea necesario. Es terrible. Y todo esto queda de puertas adentro. Eso maldice una herencia. A veces te gastas más en abogados, en peritajes, en desgaste emocional, depresiones diagnosticadas, que lo que vale esa herencia. Aún se puede complicar más, porque en nuestra sociedad actual las segundas o terceras nupcias o relaciones son frecuentes. Es raro que en una escuela, en una clase de veinte niños, que no haya quince con padres separados. Las parejas estables de larga duración son minoría total. Y eso a menudo es la guerra. Relaciones complicadas que aún se hacen más difíciles cuando hay una herencia de por medio.

Resumámoslo. En todo caso, en una sociedad que se define por la cultura del ladrillo, heredar un piso merece la pena.

¡Siempre! Miente quien diga lo contrario. Sería como no cobrar un décimo de la lotería de Navidad por no querer pagar el 20 por ciento de impuestos correspondiente. En el caso del impuesto de sucesiones la cantidad media general es mucho más ridícula. Incluso las plusvalías municipales –el gran desconocido en esta historia– es más caro.

¿Qué porcentaje reclaman los ayuntamientos?

Es un cálculo difícil de hacer. En general, sin embargo, no llega al 1 por ciento en la mayoría de los casos.

Si hay tanto amor. Si usted quiere ver siempre la parte positiva de la vida, ¿por qué cuando escribe una novela construye una historia que se resume de la siguiente manera: “En un país sumido en el caos y la incertidumbre, Sergio se enfrenta a una realidad que nunca imaginó. Mientras el sistema político se desmorona y el peligro acecha en cada esquina, la lucha por sobrevivir se convierte en una carrera contra el tiempo”…? ¿No habíamos quedado en que hay mucha más gente buena que mala?

Eso es porque soy crítico. Veo eso.

Abel Marín, advocat. Barcelona 26.11.2025 | Mireia Comas
«La civilización europea sufre una crisis semántica» | Mireia Comas

¿La decadencia de Europa, de Occidente, es irreversible?

¿Qué sociedad a lo largo de la historia no ha decaído y ha desaparecido totalmente? ¿Cuál? Dímelo tú.

La Iglesia católica, apostólica y romana.

[Ríe]. Dos mil años no son nada. China o Japón llevan más…

Nos sustituirán otros. Quizás orientales. ¿No está preocupado también por el final de la especie?

Por la especie humana, no; por la civilización europea, sí.

¿Qué le pasa a Europa?

Que sufre una crisis semántica. Las palabras han perdido el significado auténtico. Somos una torre de Babel de ideas y de sentimientos. Ya no decimos las cosas por su nombre. Practicamos la comunicación paradójica. “Digo esto de esta manera para que tú no pienses que yo pienso aquello y…”. Ya no decimos las cosas como son.

Para mantener nuestro estado del bienestar, deberíamos competir con los buenos, deberíamos producir más y mejor…

Es eso y no lo tenemos claro. Aquí ya no quiere trabajar nadie. No quiere esforzarse nadie. Somos unos señoritos. Y eso se ve a todos los niveles. Llamamos a otros para que trabajen por nosotros y después todavía te molestan. Todo esto nos lleva hacia la decadencia rápida. No querer saber lo que vale un peine.

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