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Larry Ellison, el hombre de Trump que quiere comprar todos los medios

El panorama mediático de los Estados Unidos -que es, en buena medida, el panorama mediático mundial- ha sufrido profundas sacudidas en los últimos meses. Todas ellas bajo la sombra de la terrible relación con las cadenas informativas del entorno del presidente Donald Trump, aún más sangrante que la de su primer mandato. Y, aún más, todas ellas con el mismo nombre: Larry Ellison. El magnate tecnológico, el más veterano de Silicon Valley, ha disparado aún más la valoración de su cartera en los últimos meses; hasta el punto que llegó a superar a Elon Musk en la cima de la lista de la agencia Bloomberg de los billonarios más ricos del mundo. Por ahora, con un patrimonio de unos 272.000 millones de dólares, Ellison es el segundo hombre más rico del planeta, y ha llegado allí gracias a varias apuestas más que fuertes. La clave del negocio del magnate es la diversificación para integrar: pretende situarse en el núcleo de todas las patas de la industria del contenido en Estados Unidos. Para ello, invierte miles de millones en centros de datos; firma contratos con cifras estratosféricas con la creadora de ChatGPT, irrumpe en el capital de las principales plataformas digitales y, ahora, busca adquirir los grupos mediáticos más grandes de occidente. Todo esto con la aquiescencia más que entusiasta de Trump, que facilita tanto como puede la escalada en poder de un aliado -o, al menos, de otro mega rico con quien comparte agenda económica-. «Ellison está consiguiendo, como otros, aprovecharse de la corrupción institucionalizada de la administración Trump«, describe el investigador del Cidob Javier Borràs, en conversación con Món Economia.

El ciclo de noticias corporativas en los Estados Unidos tiene el foco puesto en Ellison por dos motivos: la megaoperación que ha emprendido para comprar Warner Bros Discovery y los resultados de su principal empresa, Oracle, envueltos en desconfianza, como los de todas las tecnológicas focalizadas en la IA en un mercado que cada vez tiene más forma de burbuja. En el caso de WBD, se mueve bajo el paraguas de Paramount Skydance, empresa de la cual es accionista mayoritario, junto con su hijo, David Ellison, que también ocupa la posición de CEO. Según cálculos de la revista Forbes, el padre tiene cerca de un 28% de los derechos de voto de la empresa, además de un 10% de acciones sin derechos políticos; mientras que el hijo tendría un 50%, justo por debajo de la cantidad necesaria para establecer un control absoluto.

La adquisición del histórico estudio de Hollywood, que con más de 100 años de historia ya se ha convertido en una de las principales compañías de medios del planeta, parecía clara hace solo 72 horas: el fin de semana, los directivos de la compañía rechazaron una oferta de Paramount, y aceptaron una de Netflix por unos 82.000 millones de dólares -en un movimiento de sede conflictivo en términos de competencia, en tanto que la plataforma roja podría integrar el catálogo de su principal rival, HBO Max, también propiedad de Warner-. Para enfrentar el acuerdo, sin embargo, padre e hijo doblaron la apuesta y lanzaron el lunes una OPA hostil por Warner por 108.000 millones.

Una de las claves de la operación es el histórico canal de noticias CNN, uno de los puntales de la televisión por cable informativa en los Estados Unidos. La oferta de Netflix no incluía la división global de Warner, la que incluye la cadena periodística y todas sus ramas internacionales. La de los Ellison, sin embargo, sí que la contempla. En caso de que la operación se complete a su favor, el magnate habría concentrado en sus manos dos de los principales canales de información de occidente: en julio, Skydance -la compañía original- anunció la adquisición del también estudio histórico Paramount por 28.000 millones de dólares. Entre los activos que dejó la productora de la montaña en manos de la familia, consta la CBS, un canal que había sido profundamente criticado por Donald Trump, hasta el punto de forzar el despido de uno de sus presentadores de referencia, Stephen Colbert, el encargado del late night del grupo. Según ha informado el diario británico The Guardian, Ellison y Trump han llegado a debatir la forma que debería tomar una convivencia de la CBS y la CNN en la misma empresa, con intercambios de formatos y acercamientos de las líneas editoriales a las tesis de los republicanos.

Diversificar o concentrar

Los expertos consultados advierten que el movimiento supone un golpe para la diversidad mediática en el país. Josep Lluís Martí, profesor de la Universitat Pompeu Fabra, alerta que «nunca se había concentrado tanto poder en unas solas manos» en el sector mediático. «Las tecnológicas están concentrando un poder que tiene un carácter político», razona; y que lleva «décadas» recolocándose en cada vez menos manos. Para Borràs, por otro lado, el movimiento de Ellison busca ampliar su ámbito de influencia -y, aún más, de negocio- en cada vez más «sectores clave» en el mundo de las tecnologías de la comunicación.

Larry Ellison con Mike Pompeo, quien fuera secretario de Estado de Trump en su primer mandato / WikiMedia Commons
Larry Ellison con Mike Pompeo, quien fuera secretario de Estado de Trump en su primer mandato / WikiMedia Commons

Es necesario recordar que Oracle ha hecho ingentes inversiones en los fundamentos de la IA, como acuerdos de miles de millones para construir data centers. También firmó un acuerdo millonario con Open AI, la empresa creadora de ChatGPT, que Borràs describe como «jugada maestra» en cuanto a su posicionamiento en el sector tecnológico. Ya antes de la nueva expansión, era uno de los principales players en la infraestructura de gestión de datos y, además, crece cada vez más en el ámbito de la computación en la nube. Y lo ha hecho, recuerda el investigador del Cidob, «con un perfil bajo». «Quizás por eso ha sobrevivido tanto tiempo en Silicon Valley», reflexiona.

¿Una «amenaza para la democracia»?

Todo este potencial corporativo tiene una última pata: la de las redes sociales. Era el vacío en la cartera de Ellison hasta que, a finales de octubre, aprovechó la guerra de Trump con ByteDance -la multinacional china gestora de TikTok- para anunciar que lideraba un grupo dedicado a adquirir la rama americana de la plataforma de videos cortos. En declaraciones a la radio pública de los Estados Unidos, el historiador Michael Socolow, especializado en medios de comunicación, alertaba de una centralización del control del consumo informativo y de entretenimiento «históricamente elevada y sin precedentes». «Se une el poder de influencia de los medios tradicionales con el que acumulan las redes sociales; con la capacidad de controlar los contenidos de la infraestructura de la IA», enumera Martí, que coincide en que el poder de Ellison sobre la generación de opinión pública en EE.UU., si completa la OPA sobre Warner, es «inaudito». El mismo magnate ha declarado a menudo que prevé que el control sobre el comportamiento social se convierta en total en las próximas décadas con la ayuda de las TIC. En una reunión con inversores, llegó a comentar que «los ciudadanos se comportarán como nunca, porque estaremos constantemente grabando y comunicando todo lo que pase».

A diferencia de otras personalidades tecnológicas cercanas a Trump, como el mismo Musk; el fundador de Palantir, Peter Thiel; o el histórico inversor Marc Andreessen, los expertos consultados niegan que Ellison tenga un perfil ideológico concreto; o, al menos, no uno que informe toda su actividad. «Sus intereses son fundamentalmente económicos, pero sabe moverse muy bien en los pasillos del poder: hay que recordar que sus primeros contratos relevantes fueron con la CIA», rememora Borràs. En este sentido, añade Martí, es un empresario «en el núcleo duro de la administración», capaz de adaptarse a las preferencias del presidente de turno -no en vano, ha visto pasar a ocho como millonario-. Así, las voces consultadas lo ven perfectamente capaz «de intervenir en la línea editorial de los medios que controla, o en el algoritmo de TikTok» a favor de la ultraderecha norteamericana para «ganar puntos con Trump». Cabe recordar que el Despacho Oval concentra poderes que afectan toda la línea de negocio de Ellison, desde la Comisión Federal de Comercio -el órgano de competencia de Washington- hasta la regulación tecnológica, pasando por la política fiscal o la concesión de licencias estatales, nacionales y locales de emisión de televisión.

Habrá que ver, en adelante, los efectos que tiene este movimiento sobre su figura. Como recuerda Borràs, Ellison ha rechazado ponerse en el centro de los debates políticos. «Es cercano a Trump, pero nunca se ha enfrentado abiertamente a los demócratas», sostiene el investigador. De hecho, lo sitúa en la sombra, en oposición al «desgaste de opinión pública» que marca la carrera reciente de Elon Musk. Con la acelerada de sus operaciones, que podrían culminar en la compra de Warner, el multimillonario se ha puesto en el ojo del huracán. Se ha definido políticamente sin remedio en un momento en que, en palabras de Martí, la Casa Blanca «reclama que todos los sectores estratégicos se acerquen a él». Con esta alianza, sin embargo; y el poder de mercado que concentran los directivos de las grandes tecnológicas, la solución al problema global que simboliza Ellison parece inabarcable. Podría, entonces, estar más que seguro independientemente de la exposición mediática. «Es impensable, por ahora, que nadie entre a regular su actividad», concluye el profesor de la UPF.

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