Una decena de grandes bancos internacionales estudian crear su propia criptomoneda. Se trata de una moneda estable, o stablecoin; es decir, un activo indexado a una divisa ya existente. En concreto, el grupo está formado por el Banco Santander, Bank of America, Barclays, BNP Paribas, Citi, Deutsche Bank, Goldman Sachs, MUFG Bank, TD Bank y UBS; y ha planteado una moneda digital respaldada por divisas de varios países del G7, aunque no ha concretado cómo estaría compuesta la cesta de precios de referencia.
Así, Santander y el resto de las entidades que forman parte de la iniciativa se unen a la ola que inició Société Générale, con una stablecoin indexada al dólar; y que siguieron CaixaBank, ING y media docena de entidades más, con la primera criptomoneda anclada al valor del euro. Con este movimiento, los gigantes financieros buscan «explorar si una nueva oferta de la industria podría traer beneficios de los activos digitales e impulsar la competencia en el mercado mientras se asegura el cumplimiento de todos los requisitos regulatorios y las mejores prácticas en la gestión de riesgos».

MiCA abre las puertas
La banca europea ha decidido unirse a una tendencia que ya marcaba el día a día de sus homólogos norteamericanos. Cabe recordar que el gobierno de los Estados Unidos, especialmente desde el regreso de Donald Trump al Despacho Oval, ha dado cada vez más libertades a la industria crypto; y ha aclarado que prefiere que el mercado se articule en torno a iniciativas privadas y no con un dólar digital emitido por la Reserva Federal. En el caso de los 27, la reciente regulación MiCA ya ha situado el terreno de juego, con exigencias de garantía de capital y otras redes de seguridad que, según el sector, dificultan la entrada de nuevas iniciativas; pero animan a los jugadores financieros tradicionales a dar el salto al nuevo sector.