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La extraña convivencia de la criptomoneda europea con el futuro euro digital

El regulador europeo, como demuestran los últimos movimientos del BCE y las recientes declaraciones de los gobernadores monetarios, se ha dado cuenta de que no puede seguir evitando el debate de las criptomonedas. El instituto emisor ha comenzado a buscar proveedores para sus futuros servicios en la blockchain, con un contrato a la emergente de IA Feedzai, una subsidiaria de PwC, para garantizar su seguridad. En paralelo, la banca del continente comienza a explorar las diversas alternativas que deja la flamante regulación de Bruselas, la MiCA, para acceder a este mercado. «Llegamos tarde, no sé si es definitivo, pero vamos tarde respecto de los Estados Unidos», lamenta el consultor especializado Albert Salvany. Y, además de tarde, sin mucho orden: los norteamericanos han decidido que el sector público saldrá completamente de esta industria, y dejará vía libre a entidades privadas para emitir activos, especialmente las monedas estables indexadas al dólar. Por su parte, Europa quiere explorar todas las vías. La banca comunitaria ya ha lanzado diversas iniciativas de stablecoins, una de ellas indexada en euros. En paralelo, el Banco Central prevé el lanzamiento del euro digital, la moneda fiat en la blockchain de los 27, para el 2029. La convivencia de ambos modelos es, según las voces del sector consultadas por Món Economia, «una de las grandes preguntas» de cara al futuro de la tokenización.

Parte de la cesión a los actores privados que ha elegido el mundo económico norteamericano responde, como explica Salvany, a la importancia que toma en el país la privacidad económica. «La gente no querrá tenerlo todo expuesto al banco central», explica el experto. En este sentido se puede leer el éxito de monedas como el USDT, la moneda estable del exchange Tether, el principal valor referido al dólar del mundo crypto de los Estados Unidos. También explica el dominio del dólar como divisa de referencia en la industria; hasta el punto de que incluso los emisores europeos la prefieren por delante de la moneda única. El gigante financiero Société Générale ha lanzado una stablecoin anclada a la moneda de Washington, ignorando su propia divisa. «¿Por qué querrías cambiar euros por stablecoin en euros, si no genera ningún interés?», cuestiona el CEO del exchange catalán CommonSense, Edu Forte. Por tanto, tanto la administración como el sector privado europeo tienen la responsabilidad de hacerse atractivos de cara a los potenciales usuarios.

Para Forte, el ámbito de actuación de la moneda común digital es especialmente importante. En caso de que el euro digital se mueva en una cadena de bloques interna y, por tanto, opere solo en los confines de la Unión Europea, las stablecoins privadas cobran sentido. La primera instancia de estas, la que lanzarán CaixaBank, ING, UniCredit y una multitud de entidades del continente, de hecho, enfatiza su carácter internacional; y la capacidad de llevar a cabo operaciones fuera de las fronteras de los 27 a cualquier hora y de forma prácticamente instantánea. «¿Qué puedo hacer con el euro digital? ¿Me lo puedo llevar a donde sea, o tiene una cartera específica?», cuestiona el experto, ante las incógnitas que aún genera la CBDC de Frankfurt.

Imagen de un Bitcoin / Pixabay
Imagen de un Bitcoin / Pixabay

Logística contra privacidad

Para Forte, pues, el sentido de la moneda digital del BCE es logístico. «Podremos eliminar un intermediario, que es el banco, de las transacciones europeas», describe. A cambio, sin embargo, los tenedores perderían la ya escasa privacidad en sus transacciones económicas. Una tendencia que, según Salvany, ya se nota en la actual coyuntura de digitalización bancaria. «Siempre que el regulador pueda aumentar el control, lo hará», reprocha el consultor; que no teme tanto una vigilancia -que ya existe- como futuros impedimentos a los gastos que quieran hacer los ciudadanos. En este sentido, las monedas estables ganan peso como una alternativa a la fiscalización estricta del regulador. Además, lo hacen en un entorno más amistoso que el que encuentran los inversores norteamericanos. «La diferencia es la custodia. Es un banco tradicional quien adopta el producto, y no una empresa nueva creada directamente para hacerlo», indica Salvany. De esta manera, se espera que los compradores tradicionales tengan más facilidades para acceder a los nuevos activos y que, además, confíen más en una transición hacia los criptoactivos que se haga de la mano de su banco de toda la vida. «El objetivo de la banca es mantener su target actual, no perder el cliente que ya tienen», apostilla. Así, las entidades financieras lo desplegarán todo con el comprador en mente.

El debate estratégico

A juicio del regulador, las stablecoins tienen un rol de uso importante en el mercado europeo; pero el euro digital guarda una «importancia estratégica» dentro de un futuro mercado único de capitales. En un reciente artículo en el sitio web del BCE, el economista jefe de la institución, el irlandés Philip Lane, el futuro euro digital «asume retos únicos de la unión monetaria, y fortalece la posición del euro en un mundo cada vez más fragmentado». Un ejemplo es la unión de pagos: con una moneda digital centralizada, el conjunto de ciudadanos evitará el uso de sistemas de pago extranjeros, que dominan el mercado del comercio digital. «Ordenando la aceptación del euro digital, podemos crear efectos de red instantáneos que unifican el mercado», asegura Lane. Además, ofrecería una red común para todas las alternativas digitales privadas; y «reduciría los costos para las empresas y mercados» a la hora de adoptar la tokenización, en tanto que, como activo público, sería una «iniciativa sin ánimo de lucro». En resumen, para el economista, «el euro digital sirve para asegurar que Europa controla su destino monetario y financiero, contra una geopolítica cada vez más desgarrada».

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