Tres años después del lanzamiento del primer modelo de ChatGPT, el CEO de OpenAI, Sam Altman, ha admitido esta semana que la compañía ha entrado en «código rojo» para acelerar la mejora de su próximo modelo de chatbot ante el aumento de una competencia cada vez más agresiva. El detonante principal ha sido el lanzamiento de Gemini 3, el nuevo modelo de Google, que ha superado al resto de competidores en varios indicadores clave de rendimiento. Esta presión no proviene solo de Google. OpenAI también observa con preocupación el ascenso de Claude, el modelo de la compañía Anthropic, además de la competencia que supone DeepSeek, el modelo chino que ha irrumpido con fuerza en la escena global. La carrera por liderar la inteligencia artificial generativa se ha convertido en una competición tecnológica, económica y geopolítica a escala mundial. En este contexto es inevitable preguntarse dónde queda Europa. En el continente europeo no existe, por el momento, una oferta comparable en términos de variedad y madurez de modelos de lenguaje.
A pesar de eso, las instituciones europeas llevan tiempo alertando de su «alta dependencia de tecnologías extranjeras», tal como recoge un informe reciente del Parlamento Europeo. Ante este escenario, la Unión Europea ha comenzado a impulsar el desarrollo de un gran modelo de lenguaje propio, diseñado en Europa y alineado con los principios de privacidad, transparencia y control establecidos en la AI Act. Este modelo, el Open Euro LLM, tiene el objetivo de ser de código abierto y servir tanto para el sector privado como para las administraciones, con el objetivo de reducir la dependencia tecnológica externa y avanzar hacia una inteligencia artificial realmente soberana. Sin embargo, los expertos se cuestionan si desde Europa se llega a tiempo a una carrera que avanza a velocidad vertiginosa desde hace tiempo, y si se puede hacer con un modelo lo suficientemente competitivo con los gigantes tecnológicos que invierten miles de millones anualmente.
En teoría, este modelo significaría reducir la brecha que se da en la soberanía digital. Pero este avance tecnológico supondría la implementación de ciertos principios éticos por parte de la UE, que siempre ha sido más conservadora sobre el uso de la inteligencia artificial, tal como apunta Simon Balocco, coordinador del máster en inteligencia artificial de la Universidad de Barcelona. En este sentido, el proyecto europeo quiere enfatizar valores como la transparencia y la privacidad, pero desde el sector se apunta que son aspectos que pueden tener ciertas externalidades y retrasar su desarrollo frente a los competidores. No obstante, Balocco subraya que este LLM europeo no estaría destinado a un público general, solo a aquel que debe tener usos más concretos con información sensible, como centros médicos y de investigación, las administraciones o entidades financieras. “Los modelos actuales de IA son tan avanzados que ya cumplen las necesidades del 90% de la población, pero las empresas requieren funcionalidades más específicas, con una integración de herramientas y automatización concretas”, añade.

A pesar de este punto de diferenciación del que se quiere partir desde la UE, hay voces que son más críticas con que este proyecto salga adelante con un alto grado de competitividad real. “Hacer modelos competitivos ahora mismo es muy complicado. Puede que haya un ‘outbreak’ europeo, pero es muy poco probable”, explica Esteve Almirall, profesor en Innovación en Esade y director del Center for Innovation in Cities. En esta línea, considera que los proyectos europeos “no están enfocados a la excelencia ni en competir, sino en trabajar por la unidad europea”, lo que considera que tenía sentido hace unas décadas “pero ahora no”. Almirall apunta que la financiación establecida para este proyecto es insuficiente.
La brecha en la financiación europea para la IA
El proyecto europeo combina la colaboración público-privada, y cuenta con un presupuesto total de 37,4 millones de euros, con 20,6 millones aportados desde el programa Digital Europe. Esta cifra contrasta con las grandes cantidades de financiación que se encuentran en empresas privadas estadounidenses como OpenAI y Meta para el desarrollo de inteligencia artificial. Por eso asegura que no es realista asegurar que este modelo será competitivo. “Hay otras maneras de gastar ese dinero”, añade. En este sentido, Balocco subraya que Europa se encuentra en una posición “curiosa” en cuanto a la financiación y las grandes distancias que se marcan tanto con Estados Unidos como China. De hecho, apunta que EE.UU. ha declarado el desarrollo de la IA como una prioridad nacional, también en cuanto a seguridad, lo cual supone un avance significativo en el sostenimiento económico. Pero además de esta disparidad en cifras, Almirall subraya que “no es solo poner el dinero sobre la mesa”, sino que es necesario también un “ecosistema de innovación competitivo” que no se ha construido en los últimos años en Europa, y que también se podría aplicar en otros aspectos donde “se deben poner las pilas” como la investigación, la tecnología del espacio o los coches autónomos.
Aparte de buscar una transparencia en el uso de los datos, este nuevo modelo de inteligencia artificial también quiere apostar por la diversidad de lenguas en el conjunto de Europa. En este sentido, Almirall también es crítico con el hecho de que esto no apunta a un punto diferencial, ya que los modelos de IA que existen ya aportan traducciones y pueden trabajar en varios idiomas. A pesar de que esta realidad multilingüe ya existe en los modelos que se encuentran disponibles, Balocco apunta que más allá de estas traducciones sin limitaciones, la calidad de estas “depende de la cantidad y calidad de los datos de entrenamiento disponibles”. Por eso considera que es necesario crear un “corpus” con el que pueda trabajar la IA en diferentes idiomas que sea de alta calidad y específico para los sectores que se quieren potenciar.

La eficacia en implantar «un modelo minoritario»
Aunque el público potencial para esta nueva herramienta de IA sean aquellas empresas o entidades que traten con información sensible, Almirall considera que las compañías no se decantarán hacia el uso de Open Euro LLM, ya que estas “no tendrán la permeabilidad para que los desarrolladores conozcan un modelo que no tiene capacidades ni expectativas de tener éxito”. “Los modelos minoritarios no tienen popularidad entre programadores”, añade, que apunta que, mientras las grandes sociedades no se formarán en esta tecnología, quizás se impulse el uso del LLM europeo entre administraciones, centros de investigación públicos o en ciertos hospitales. Precisamente en el ámbito médico, Balocco se encuentra trabajando en el desarrollo de herramientas de IA con algunos hospitales catalanes, en los cuales siempre enfatiza la importancia de la privacidad así como de los usos éticos de esta herramienta. En cuanto a las compañías, considera que estas deben ser conscientes de la protección de datos que se realiza en cuanto a su información específica, ya que estos datos “son fundamentales para su diferenciación en el mercado”.
La carrera por la inteligencia artificial muestra, según Almirall, el problema de Europa con la innovación, que viene desde hace tiempo. “Son muchos años de inversión en proyectos de los cuales después no sale nada”, apunta, a consecuencia de una administración “ineficiente” que se queda atrás en competitividad. En este sentido, añade que es necesario “repensar el modelo europeo” y mirar más a cómo se plantea la transformación tecnológica desde China y Estados Unidos, que aunque sean modelos diferentes funcionan y avanzan constantemente.
