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El mercado lamenta el retraso de la nueva criptomoneda de la banca europea: «El momento era otro»

El mundo financiero europeo ha visto cómo, en diversos ámbitos, sus homólogos norteamericanos les han adelantado por la derecha. Especialmente en aquellos espacios que requieren cierta innovación tecnológica: la digitalización, la aplicación de la IA a pagos y transacciones y, más aún, la blockchain. Europa, a pesar de tener una regulación para las criptomonedas desde hace más de un año, aún vive de espaldas a una actividad que en EE.UU. está más que normalizada. «Perdimos una oportunidad muy grande cuando, hace seis años, cuando el sector era nuevo, no hicimos del euro la moneda de referencia«, razona el CEO del exchange Common Sense, Edu Forte, en conversación con Món Economia. Para evitar este retraso, hay entidades que buscan explotar las escasas oportunidades que quedan en la web3. CaixaBank, ING, UniCredit y otros seis bancos de todo el continente acordaron la pasada semana lanzar una stablecoin conjunta, un movimiento que el banco de origen catalán describe como «un paso importante en la construcción de un ecosistema digital de pagos europeos robusto y confiable que refuerce la autonomía estratégica de la región». Las fuentes del mercado consultadas reconocen que una iniciativa como esta era necesaria, pero también que puede haber sido excesivamente tardía. «¡Ojalá hubiera llegado hace media década, cuando había hueco!«, lamenta el mismo Forte.

Una stablecoin como la que han lanzado los ocho bancos es, básicamente, una criptomoneda indexada al euro -es decir, un valor que imita la moneda única de los 27 y, por tanto, se puede usar en su lugar-. Los emisores argumentan que será un importante avance logístico a la hora de efectuar pagos, especialmente pagos internacionales, en tanto que activará «liquidaciones prácticamente instantáneas, 24 horas al día, 7 días a la semana» en cualquier lugar del mundo. Así, aspiran a crear un hueco para la moneda comunitaria en un océano que ya está ocupado por el dólar.

El objetivo es compartido con parte de los legisladores de la UE. El presidente del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, animó la pasada semana a las entidades financieras a lanzar alternativas a las monedas indexadas al dólar; en tanto que, sin una alternativa, «habrá una deseuropeización y una privatización de los flujos monetarios». La declaración llegaba, de hecho, en un momento tenso: uno de los grandes bancos de Francia, Société Générale, anunció que emitiría su propia moneda estable; pero que lo haría con el dólar como referencia. Y el mercado lo entiende perfectamente: «la moneda de las criptos es el dólar, y la del comercio internacional, también. Por lo tanto, ¿quién querría una cripto en euros?» lamenta Forte.

La competencia bancaria

Vista esta amenaza, el paso que han dado CaixaBank, UniCredit, ING y el resto de actores del consorcio «se tenía que dar, sí o sí», a ojos del asesor blockchain Albert Salvany. Sin una alternativa sólida en el sector de los criptoactivos que haga del euro una divisa relevante, «el BCE podría perder el control sobre la masa monetaria que circula por el territorio comunitario». Es decir, en una eventual tokenización de la economía -que, a juicio del sector, ya se está produciendo- Europa tendría el riesgo de que todas las monedas digitales hábiles en manos de los consumidores partieran del dólar.

El logo de Bitcoin / EP
El logo de Bitcoin / EP

Bajo este peligro, además, «la banca percibe un riesgo de fuga de capitales»; porque los inversores, si llegan a operar mediante activos digitales, preferirán tener sus recursos custodiados donde ya está la moneda de referencia. «Si hay una adopción estructural de las criptomonedas y Europa no tiene una, podríamos llegar a ver un declive del sistema financiero de la Unión», alerta. En este sentido se mueven los intereses de las entidades implicadas; que, además, aspiran a establecer un nuevo estándar paneuropeo. El consorcio que han organizado para emitir la moneda estable, con sede en los Países Bajos, «tiene un concepto abierto, y busca que se añadan otros grandes bancos para acabar creando un activo común», indica Salvany.

¿Quién quiere un euro ‘crypto’?

A pesar de la buena intención detrás de la maniobra de la banca, Salvany reconoce que van «muy tarde» respecto al resto del sector. «No sé si demasiado tarde para competir con Estados Unidos. No sé si su ventaja es definitiva, pero será difícil llegar», reflexiona el experto; que alerta que «en según qué sectores será difícil insertar el euro». Aun así, las fuentes consultadas ven utilidad. Para Forte, volverá a dar un lugar a Europa en el comercio digital internacional, en tanto que ofrecerá a compradores extranjeros una manera de operar con euros de forma más sencilla y rápida. Ahora bien, el destino del producto «dependerá de la moneda que lo fundamente»; y, por tanto, en la capacidad del euro para competir fuera de las fronteras de los 27. «Es una divisa potente porque su mercado doméstico es gigantesco, pero allá afuera, quien manda es el dólar», reitera el CEO.

Salvany, no obstante, también ve la moneda estable como una palanca para los negocios de los 27. Ahora por ahora, cualquiera que quiera operar con stablecoins en territorio europeo, sufre un intenso «riesgo de divisas»; en tanto que solo tiene acceso a tókens equivalentes al dólar. Últimamente, la moneda norteamericana -anclada por la política económica de la administración Trump- ha perdido empuje respecto al euro. Así, todas las transacciones con base dólar que se hagan dentro de la Unión son, de por sí, «menos rentables». Con una moneda que imite el euro, pues, los inversores locales -y, potencialmente, los clientes retail– podrán emprender la actividad digital sin peligro de que su inversión se erosione. Y será necesario, según Forte: «cuando lleguen inversiones tokenizadas y sean generalizadas, será necesario tener una moneda digital para tener acceso»; una local y en base euro.

De cara al consumidor generalista, además, la propuesta europea tiene una ventaja añadida: la defensa de la moneda la hará un banco tradicional, y no un exchange de criptomonedas más. A pesar de que las compañías al estilo Tether -la emisora del UST, la principal stablecoin del dólar- son más independientes de los designios del regulador financiero, los clientes de la banca pueden confiar más en CaixaBank, ING o UniCredit que en vehículos de nueva creación. Eso es, según las fuentes consultadas, exactamente lo que buscaba la MiCA, la regulación europea de criptomonedas. «Es la ventaja de tener al regulador en tu trinchera: la ley la puede aprovechar más un banco que nadie más, porque puede cumplir las condiciones que establece con facilidad», sostiene Forte. Salvany, por su parte, añade que la normativa comunitaria «busca encajar los activos digitales en el sistema actual, no crear un sistema nuevo», en tanto que «el sistema actual ya está monitorizado». Por tanto, «autoriza a los actores sistémicos», como la gran banca, que tienen pista libre para dar el salto a la blockchain.

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