WeWork ha declarado su quiebra. Después de meses de incertidumbres ante una pérdida casi integral de su valor bursátil y de pérdidas acumuladas de más de 300 millones de dólares el tercer trimestre, la multinacional de alquiler de espacios de trabajo compartido, o coworking, ha comunicado que se acogerá al capítulo 11 del código de quiebras de los Estados Unidos. La deuda de la compañía asciende hasta los 17.000 millones de euros, sustancialmente por encima del valor de sus activos, de unos 14.000 millones incluyendo los espacios inmobiliarios que usa como oficinas. De este modo, la firma fundada por Adam Neumann y Miguel McKelvey buscará renegociar su pasivo con los acreedores fuera del juzgado, con una cláusula que lo permite añadir al acuerdo concursal aquellos que no lo ratifiquen.
La sombra sobre la supervivencia de la firma planeaba hacía semanas. Este mismo lunes, de hecho, la Bolsa de Nueva York suspendió su cotización, hecho que los obligó a comunicar una «reorganización integral» de su estructura financiera. La negociación con los acreedores buscará «reducir drásticamente» el pasivo de WeWork, con un pacto de apoyo a la reestructuración con el que revisará hasta el 92% del que debe. La quiebra, pero, solo afectará los activos de los Estados Unidos y Canadá –donde la declaración se hará de acuerdo con la ley de Acreedores–; mientras que las franquicias y las oficinas al resto del mundo -entre los que destacan media docena de emplazamientos en Barcelona, encabezados por las oficinas del 22@- «no formarán parte del proceso».
Lo CEO de la multinacional, David Tolley, asegura que la directiva busca «entomar agresivamente nuestros alquileres heredados y mejorar drásticamente el balance». Los procedimientos de quiebra, apuntan, tienen que servir para «continuar liderando el trabajo flexible en el mundo». Mucho más crítico se ha mostrado Neumann, uno de los fundadores, que describe como «decepcionante» la declaración concursal. «Ha estado difícil para mí observar desde el 2019 como WeWork no ha conseguido aprovechar un producto que es más relevante ahora que nunca». En este sentido, reclama una «reorganización» a la empresa que le permita «volver al éxito».
Descalabro bursátil
Las acciones de WeWork han perdido, desde inicios del 2023, cerca del 99% de su valor. En el último cierre del mercado neoyorquino, la firma de coworkings cayó hasta los 0,84 dólares por título, extremadamente lejos de los cerca de 15 dólares por propiedad que logró en su salida a bolsa, el octubre del 2021. La caída del valor ha ido acompañado por un balance hundido, con pérdidas de 325 millones de euros durante el segundo trimestre del curso. Justo es decir, además, que el 2022 ya entró en pérdidas. Fueron, de hecho, mucho más intensas que las de este año, unos 571 millones de euros en la primera mitad del curso. Durante la publicación de resultados de la primera mitad del año, la dirección ya avisó que «existía una duda sustancial sobre la capacidad de la compañía para continuar en marcha» –una duda que ha acabado para confirmarse este martes–.