El presidente de BBVA, Carlos Torres, continúa su campaña en defensa de la OPA hostil que lanzó el pasado mes de mayo sobre el Banco Sabadell. En su intervención ante la junta general de accionistas del banco vasco, celebrada este viernes en el palacio Euskalduna de Bilbao, Torres ha reivindicado la potencial absorción del Sabadell como una «apuesta por España«. Según él, la fusión es una inversión en el negocio en el Estado «y sus territorios», sin ninguna mención específica ni a Cataluña ni a la Comunidad Valenciana, donde se centran los principales problemas de competencia de la operación. Según Torres, la oferta hostil generaría «el proyecto más atractivo de la banca europea», y se muestra «plenamente confiado» en su éxito. El optimismo del directivo choca con la oposición frontal de las caras visibles del Sabadell. En un encuentro con periodistas el pasado miércoles, el presidente, Josep Oliu, y el consejero delegado, César González-Bueno, aseguraron que la ofensiva del BBA «ha descarrilado hace tiempo«.
En su intervención ante los accionistas, Torres ha buscado paliar los agravios que el mundo empresarial de todo el Estado ha atribuido a la OPA. La fusión sería capaz de incrementar, defiende, «en aproximadamente 5.000 millones de euros la capacidad de concesión de crédito a familias y empresas». La lectura del presidente contradice los análisis del mundo empresarial: la patronal de las pequeñas y medianas empresas catalanas Pimec ha alertado que perder el Sabadell dejaría un agujero del 8% del crédito a empresas solo en Cataluña, unos 5.400 millones de euros menos. Aun así, Torres ha intentado convencer a sus accionistas, contra el criterio de su homólogo vallesano, de que la absorción mejora «el impacto positivo en el progreso y el desarrollo de España».
Además, sitúa la entidad resultante como un capitán de la industria financiera europea, y la considera una hipotética palanca clave para la política expansiva de gasto que quiere lanzar Bruselas en los próximos años. «Europa necesita entidades financieras con la escala y fortaleza adecuadas para enfrentar los desafíos y canalizar el ahorro hacia proyectos estratégicos», ha argumentado Torres. Tampoco ha hecho ninguna mención explícita a los efectos de la OPA sobre la financiación de pequeñas y medianas empresas.

Recuerdos de Sabadell
Sí que ha aprovechado el discurso para recordar que mantendrá la sede operativa de Sant Cugat del Vallès como «centro de decisión relevante» del banco resultante. También se ha comprometido a «mantener la marca» del Sabadell en «aquellas zonas o negocios donde pueda tener un interés comercial». Las recientes declaraciones tanto de Torres como de su equipo directivo, cabe decir, han indicado que contemplan una compra sin fusión -es decir, adquirir el banco catalán, pero no integrarlo en la estructura del BBVA-. Este movimiento serviría para apaciguar el rechazo del ministerio de Economía, pero también podría poner trabas técnicas a la fusión.
Sin ir más lejos, en un reciente informe enviado a la SEC -el regulador bursátil estadounidense, homólogo de la CNMV- reconocían que, en caso de no llegar a fusionar los bancos, el coste de capital de la compra se elevaría hasta los 62 puntos básicos, el doble de lo que se había planteado inicialmente. En este sentido, tanto Oliu como González-Bueno han cuestionado la rentabilidad de la OPA sin una absorción completa. Preguntado por los accionistas, tras su discurso, Torres ha sostenido que la fusión sigue siendo interesante para el capital del BBVA de cualquiera de las dos maneras. «La operación es atractiva también en el escenario de no fusión. La mayor parte de las sinergias se lograrían, ya que provienen de tecnología, sistemas y otros gastos administrativos generales», ha argumentado.
A pesar de estos nuevos riesgos, Torres ha asegurado que «los accionistas del nuevo banco serán propietarios de una empresa mejor». Ante las críticas catalanas, que cuestionan la rentabilidad para los inversores de sumarse a la oferta, la directiva vasca ha prometido «incrementos futuros» de los beneficios por acción, los dividendos y la rentabilidad del capital invertido. «Todo ello, con un impacto limitado sobre el capital», sostiene el presidente, a pesar de la evidencia en sentido contrario que trasladaron al organismo estadounidense.
Con todo, asume que tanto la CNMC como el gobierno español darán luz verde al proyecto a muy corto plazo, y ha dejado la pelota en el tejado del capital del Sabadell. «Llega el momento de que los accionistas del Banco Sabadell tomen la decisión, y esperamos que puedan sumarse cuanto antes a este gran proyecto», ha postillado. El mercado espera que el dictamen de la fase 2 de Competencia llegue antes de Semana Santa. Una vez esté listo el documento, la Moncloa lo podrá llevar a fase 3 para trasladar su abierta oposición a la compra a nuevos escollos regulatorios en ámbitos ajenos a la competencia. Tanto el ministro de Economía Carlos Cuerpo como el presidente Pedro Sánchez han mencionado, entre otros, cuestiones de interés general o de cohesión territorial como base para sus alegaciones. Nada será claro, sin embargo, hasta que el folleto sea aprobado y se haga llegar a los inversores, hecho que se puede retrasar hasta finales del primer trimestre, cerca del verano.