Cataluña es uno de los grandes hubs de innovación europeos. Hace años que los principales estudios -tanto públicos como privados- demuestran que el ecosistema emergente del país crece más y mejor a medida que avanzan los años. Según los expertos del sector, este crecimiento no es casualidad, ya que en los últimos años se ha creado un efecto llamada en el emprendimiento y se ha insistido en impulsar estas empresas, pero especialmente aquellas con modelos de negocio que beban directamente del desarrollo de tecnología o la usen de forma intensiva. Si hace diez años la gran start-up catalana era Glovo, ahora el modelo parece superado y se buscan otros ejemplos mucho más tecnológicos, como Mitiga Solutions.
En este sentido, el director de desarrollo corporativo y responsable de talento digital de la Mobile World Capital Barcelona, Jordi Arrufí, indica que este cambio de paradigma se debe a la búsqueda «de una mayor competitividad», ya que la alta tecnología -como podría ser la IA, la robótica o la cuántica- ofrece «una ventaja competitiva» para las compañías y para los inversores. En la misma línea se pronuncia el director de innovación y transformación tecnológica de ACCIÓ, Jordi Aguasca, que relata que en un inicio el pilar del ecosistema innovador catalán eran empresas enfocadas al B2C -con servicios digitales al consumidor-, pero con el tiempo el capital y los emprendedores han virado hacia el conocimiento buscando esta «diferenciación tecnológica». Este motivo se da, aseguran ambos expertos, porque este subsector de start-ups ofrece una gran rentabilidad y márgenes más elevados que aquellos tradicionalmente destinados al sector servicios. De hecho, Aguasca destaca que Cataluña «continúa teniendo un ecosistema diverso de start-ups», aunque la mayor parte de la inversión se destine a tecnología.
Por su parte, el CEO del Tech Barcelona, Miquel Martí, destaca que las empresas emergentes basadas en una solución tecnológica son mucho más eficientes a largo plazo. Al mismo tiempo, el directivo apunta que en este tránsito dentro del ecosistema es muy probable que en el futuro se detecte un aumento de las compañías que se dedican a la venta de licencias que comercialicen terceros, un fenómeno muy común en las compañías del sector salud, como Oniria Therapeutics o Nema Health. Por otra parte, Martí también destaca que esta base tecnológica del ecosistema podría acabar produciendo empresas que usen la tecnología creada en Cataluña para desarrollar una segunda generación de empresas de servicios B2C mucho más competitivas y eficientes. En este sentido, el directivo considera que el ecosistema usará esta nueva tecnología desarrollada por estas start-ups para ser más eficientes, aunque apunta que es necesario que todos los actores implicados continúen trabajando como hasta ahora para seguir avanzando en la misma dirección, lo que podría acabar trayendo «grandes inversiones» en el ecosistema tecnológico catalán.

Transferencia tecnológica
Ahora bien, toda esta formulación no llegará nunca sin un sistema que premie la transferencia tecnológica y saque todo el jugo posible del buen sistema de investigación tecnológica y científica del país. Actualmente, los ejemplos de derivadas de universidades o centros de investigación presentes dentro del ecosistema catalán de emprendimiento aún son muy limitados, aunque en los últimos años han aumentado considerablemente. Los tres expertos reconocen que este sistema de generación de compañías emergentes «aún tiene mucho margen para crecer» y más aún con centros de excelencia como el Barcelona Supercomputing Center, el Sincrotrón Alba o el Centro de Visión por Computación, entre muchos otros. De hecho, Arrufí indica que se debería incentivar a los investigadores a emprender con sus investigaciones y llevarlas al mercado, ya que tradicionalmente es una salida laboral que se ha dejado en un segundo plano.
Por otra parte, el dirigente de la MWCapital también apunta que sería muy interesante que grandes empresas presentes en Cataluña comenzaran a considerar el hecho de ir a buscar equipos científicos para desarrollar productos, porque actualmente solo lo hacen aquellas que tienen una división potente de I+D. Si eso ocurriera, añade Martí, también abriría una nueva puerta al talento que produce Cataluña.
Potencia en el ‘deep tech’
En este contexto, Cataluña ya cuenta con un total de 340 startups deep tech, según un estudio de ACCIÓ. Así, las 340 compañías ya generan un total de 2.735 puestos de trabajo y un volumen de negocio de 166 millones de euros. Respecto al año 2022, el número de startups deep tech ha crecido un 17%, mientras que la facturación lo ha hecho en un 34% y los puestos de trabajo en un 58%.
Estas empresas representan el 16% del ecosistema de empresas emergentes en Cataluña y se dedican a negocios especialmente intensivos en desarrollo tecnológico: la biotecnología (37%), la inteligencia artificial (28%), los materiales sostenibles y de frontera (11%), las baterías y la energía limpia (6%) o la robótica (6%). También destacan ámbitos como la fotónica, el blockchain, la supercomputación, los semiconductores o la cuántica. Por otra parte, es relevante el hecho de que el número de startups deep tech ha crecido en los últimos tres años (17%) a un ritmo superior que el del conjunto del ecosistema de empresas emergentes (11%), evidenciando este viraje hacia la alta tecnología.

Este crecimiento del conjunto de empresas emergentes basadas en el conocimiento también tiene repercusiones en la generación de patentes. No en vano, un 52% de las empresas tienen alguna patente o sistema de protección de su conocimiento. El informe también analiza el perfil de los profesionales de estas empresas. El ecosistema deep tech catalán lo conforman otros agentes además de start-ups, como 44 centros generadores de empresas derivadas, 11 incubadoras y aceleradoras; y 42 fondos de capital riesgo, entre otros.
Hay que incentivar a los inversores privados
En el apartado de los deberes del sector emprendedor en Cataluña siempre surge el problema del financiamiento, especialmente del sector privado. En este sentido, Aguasca reivindica que hace años que desde la Generalitat están impulsando el sector a través de diversas líneas, pero destaca que la mayoría son para hacer una «incorporación inicial» a los diferentes proyectos, un hecho que apenas está dando frutos en los últimos años, ya que son inversiones a largo plazo. Aun así, Arrufí reclama a las administraciones que generen una regulación que facilite a los investigadores dar el salto al mercado y emprender. Por su parte, Martí reclama un aumento de los presupuestos en la materia año a año para seguir apostando por el sector, un hecho que podría llevar a los inversores privados a sumarse a las inversiones, generando un efecto llamada que impulsaría el sector. «No avanzaremos sin una combinación de inversión pública y privada», sentencia el directivo.
En el apartado de la inversión privada es donde los expertos ponen más margen de mejora, ya que actualmente hay pocos inversores que se atrevan a apostar realmente por la alta tecnología porque aunque dan un mayor rédito es más difícil que llegue el éxito. En este sentido, Arrufí considera que se necesitan más y mejores incentivos para el sector privado para acabar de animarlo. Aun así, recuerda que el contexto de tipos altos de los últimos años puede haber retrasado el aterrizaje de estas inversiones. Por otra parte, Aguasca asegura que estas apuestas «acabarán llegando» y que la solución «es cuestión de tiempo», ya que cuando el sector madure del todo se producirá un efecto llamada hacia Cataluña. De hecho, el directivo de ACCIÓ recuerda que en los últimos años esta misma situación se produjo con el sector de la salud y que con el deep tech acabará sucediendo lo mismo.
A pesar de las reclamaciones, el estudio de ACCIÓ también pone de manifiesto que actualmente Barcelona se sitúa como el primer hub del sur de Europa en financiación captada por startups deep tech, con 544 millones de euros entre el 2019 y el 2024. En el conjunto de Europa, la capital catalana se sitúa por delante de Copenhague, Madrid o Ámsterdam. En este sentido, el 78% de las empresas emergentes catalanas deep tech ha conseguido financiación de capital riesgo y de estas, un 40% ha captado rondas de inversión superiores al millón de euros. Una cifra que por mucho que suene llamativa, en según qué estadios de la compañía suele ser poco, ya que normalmente son compañías que requieren mucho dinero para la investigación.