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Nvidia prueba el ‘boom’ de la IA con resultados trimestrales clave

La bolsa de Estados Unidos, antes un núcleo de valores industriales, ya no es nada sin las grandes tecnológicas. Según confirma el analista de mercados Javier Cabrera, las compañías de inteligencia artificial son responsables de «la mayor parte» de los incrementos de los selectivos generalistas en el parqué de Nueva York. Y los resultados, según el mundo financiero, sostienen este liderazgo: un reciente informe de Goldman Sachs revela que los principales valores tecnológicos del país registran un crecimiento en los últimos meses cercano al 25% en sus fundamentales; mientras que el resto del tejido industrial solo lo ha hecho en un 7%. Son, además, los valores que mejor navegan los momentos de euforia: tras el cierre del simposio monetario de Jackson Hole, a cargo del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, las principales firmas del sector se dispararon más de un 1% tras varias jornadas de desaceleración, entre el miedo a unos tipos de interés elevados y el abordaje sin tregua del presidente de EE. UU., Donald Trump. Ni la Fed ni la Casa Blanca, sin embargo, tienen tantos ojos del mercado encima como los que concentrará Jensen Huang el próximo miércoles: el CEO de Nvidia, la compañía más valiosa del planeta -con una capitalización de cuatro billones de dólares- comunicará los resultados del segundo trimestre de su multinacional en medio de un terremoto para su industria. El balance de la manufacturera de chips de memoria puede ser el evento que marque con más intensidad la salud de la bolsa en los próximos meses.

Los analistas no tienen certezas a las que aferrarse para hacer previsiones sólidas sobre cómo le habrá ido a Nvidia el último trimestre. No es comparable en escala a ninguna otra compañía del sector, por un lado. Por otro, los valores homologables no han mostrado un comportamiento uniforme. AMD, el otro gran fabricante de memorias gráficas esenciales para las inteligencias artificiales más avanzadas, decepcionó a los analistas, con unas ganancias por acción por debajo de las expectativas. Según la consejera delegada, Lisa Su, la rebaja responde a un «retroceso año a año del negocio de la IA en Estados Unidos»; así como a la realidad arancelaria, que bloqueó las ventas de los chips de última generación a los consumidores chinos.

Además, el crecimiento de AMD puede convertirse en una mala noticia para Nvidia, en tanto que cada vez más modelos -OpenAI, creadores de ChatGPT, entre otros- se han comprometido a utilizar sus máquinas como alternativa a las que comercializa Huang. En concreto, el último chip Instinct MI350, tiene capacidades técnicas similares al GB200, el último modelo de la competencia dirigido a entrenar y modular los modelos de lenguaje artificiales.

Nada la puede hacer crecer

Por otro lado, compañías de IA más puras muestran crecimientos sostenidos. Es el caso de Astera Labs, especializado en infraestructura dedicada a la inteligencia artificial, que ganó 51 millones de dólares el segundo trimestre del año, y disparó su cotización un 114% en los 30 días posteriores a la jornada de resultados. De hecho, Astera se expande muy por encima del promedio de la industria de los semiconductores, que muestra una mejora del rendimiento también sustancial, de un 40%, pero fuera de esta escala. En medio de esta dicotomía, las firmas de análisis neoyorquinas aseguran que los de Huang podrían, incluso, dispararse por encima de las estimaciones previas, ya ambiciosas.

Una imagen de la línea de tarjetas gráficas Geforce RTX de Nvidia / EP
Una imagen de la línea de tarjetas gráficas Geforce RTX de Nvidia / EP

Según los expertos de JPMorgan, el beneficio para el período marzo-junio oscilará entre los 46 y los 47.000 millones de dólares, por encima de los 45.000 millones que prometía la directiva; mientras que el tercer cuartil sería aún más agresivo, hasta los 54.000 millones. Aun así, la tecnológica podría haber tocado techo y, aunque los observadores financieros continúen haciendo lecturas demasiado conservadoras de sus cifras, una buena noticia como la que se proyecta podría no ser suficiente para acelerar de nuevo el valor de la compañía. «Es complicado que cause un nuevo rally«, declara Cabrera, entre las empresas de su entorno. En una rama industrial morosa del futuro, Nvidia podría haber alcanzado el límite de crédito.

¿Vale Nvidia lo que cuesta?

En este panorama financiero, ni siquiera el gran valor bursátil del mundo está exento de detractores. Hay analistas, cabe decir, que consideran que hay que «comprar acciones de Nvidia»; incluso a los valores actuales. Es el caso de Ruben Roy, analista del banco de inversión Stifel, que considera que «la demanda es robusta y los problemas de suministro, limitados». Por ahora, los títulos de la tecnológica superan los 180 dólares; pero el consenso del mercado les otorga un potencial del 11%, hasta rozar los 199 dólares. Otros, sin embargo, han entrado en alerta máxima -no solo por Nvidia, sino por todo el sector tecnológico-.

Entre las banderas rojas, hay una relación inimaginable entre el precio de la acción y el negocio real de las compañías. La fabricante de chips, sin ir más lejos, cotiza a un valor 42 veces más alto que sus ganancias; y 33 veces por encima de la cifra de ventas. No es, sin embargo, el valor más problemático: Tesla, ya hundida por el rol de su CEO, Elon Musk, en la administración Trump, ha pagado el golpe con un retroceso hasta los 800.000 millones de dólares; 197 veces más que su beneficio. Según apuntaba el gestor de fondos Simon Edelsten en un reciente artículo en el Financial Times, una relación como esta hace prácticamente inevitable una «corrección» fuerte, en tanto que apunta a unas acciones sobrecalentadas. «Ahora mismo, no tendría acciones ni de Nvidia, ni de Tesla ni de Alphabet«, explicaba el inversor.

El enemigo en casa

A esta inestabilidad en el conjunto del mundo inversor tecnológico se añade una amenaza política que ya planea sobre todas las industrias estratégicas de EE. UU. El presidente Trump lleva semanas liderando una carga pública para controlar, activa o pasivamente, el sector de los microchips, de los semiconductores y de la IA. Sin ir más lejos, obligó tanto a Nvidia como a AMD a aportar un 15% de sus ventas a China para recuperar las licencias comerciales en el país, revocadas por su mismo gobierno el pasado mes de febrero. Además, tras una guerra sin cuartel con el nuevo CEO de Intel, Lip-Bu Tan, a quien acusaba de estar «comprometido» por intereses chinos, el fin de semana la administración confirmó su intención de irrumpir en el capital de la foundry con un 9,9% de las acciones -una maniobra que recuerda al de Pedro Sánchez con Telefónica, por ejemplo-.

Lo hizo sin compra, además: ha utilizado las subvenciones garantizadas por la administración Biden para fundamentar su entrada en el capital. En su red social Truth Social, además, el presidente ha asegurado que habrá «más tratos» como este. «¿Por qué la gente estúpida no está contenta con la compra? No pagué NADA por Intel, que vale 11.000 millones de dólares. Firmaré acuerdos por nuestro país cada día», se ha comprometido el mandatario. Los ojos, del capital, naturalmente, han ido a parar a Nvidia y AMD, las dos obsesiones de Trump para evitar que China incorpore alta tecnología estadounidense a sus capacidades políticas y militares. Nada, pues, es seguro en el mundo de los chips de memoria.

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