El mercado de oficinas había estado de los más golpeados por las oleadas de la pandemia. Los choques macroeconómicos de los confinamientos, el impulso del teletrabajo o los elevados tipos de interés constan entre los «factores varios» que el sector identifica para una mala racha en contratación de nuevos espacios profesionales en Barcelona. Según datos de la consultora inmobiliaria Forcadell, el 2023 se cerró con un descenso próximo al 40% en superficie acordada, con unos 239.000 metros cuadrados firmados por compañías en la ciudad. El curso pasado fue, a este ritmo, el peor en el ámbito desde el 2013 -con la evidente excepción del 2020-. A cierre del primer trimestre de este 2024, la tendencia se empieza a revertir: tal como apunta la firma de real estate CBRE, entre enero y el junio de este año se habrían acordado más de 160.000 metros cuadrados de nuevos entornos corporativos, un 45% más que un año antes y 10 puntos por encima de la media semestral del último lustro. «No es para echar cohetes, pero sí que nos ha sorprendido. Comparando con el año pasado, ha sido un muy buen semestre», valora en Mundo Economía el director del departamento de oficinas de Forcadell, Manel de Bes.
Las explicaciones son diversas y con múltiples matices, si bien el nuevo talante de las empresas hacia el mercado de oficinas en la capital del país se podría resumir en un importante aumento de las certezas después de años de terremoto económico. La mejora de las perspectivas económicas globales ha ido acompañada, especialmente en sectores clave -como por ejemplo la tecnología o las ciencias de la vida, claros líderes en atractivo barcelonés-, de un panorama más amistoso para las empresas, que se han visto con un margen sustancialmente más ancho en los balances por entomar operaciones de este perfil. El 2023, en un momento de temblor en el mundo corporativo, fue «especialmente preocupante, con muchos factores juntos que ayudaron al hecho que las empresas no tomaran decisiones»; en palabras de Lindy Garber, directora de A&T Leasing Oficinas de Barcelona a CBRE. Sin arenas movedizas bajo los pies, se han atrevido. De hecho, las empresas especializadas consultadas coinciden a apuntar que un buen puñado de las operaciones cerradas durante los primeros meses del año fueron «decisiones dilatadas»; procesos que podrían haberse acordado a finales del 2023 y que, con más seguridades, acabaron para hacerlo a principios de este año.
La celebración para el que queda de 2024, justo es decir, se hace todavía con la boca relativamente pequeña. A pesar de la clara reavivada de la actividad, avisa Garber, «quedará un año digno, pero todavía queda camino para volver a los niveles de antes de la pandemia». Hay que recordar, según los datos de Cushman & Wakefield, que el 2019 fue de absoluto récord para el inmobiliario corporativo de la ciudad, con más de 1.800 millones de euros de inversión y una contratación total de más de 400.000 metros cuadrados. Progresivamente, el mercado se acerca a estas cifras; y apunta a situarse entre los 300.000 y los 325.000 metros cuadrados, que «sería un año muy bueno» a parecer de De Bes. Si se trata de una nueva normalidad, por debajo de las cumbres pre-covid, o si hay el potencial para volver a los datos de hace un lustro, mantiene las inmobiliarias expectantes. La alta disponibilidad de suelo corporativo en Barcelona todavía existe; y «las compañías registran un alto nivel de contratación», confirman desde Forcadell. «La ciudad tiene mucho de potencial, hay mucho de espacio para acoger empresas, especialmente del sector terciario», analiza Miquel Laborde, socio del gabinete de asesoramiento inmobiliario Laborde Marcet; a pesar de que es todavía una ciudad «muy cara en todos los subsectores». Especialmente crítico con las administraciones, el empresario ve claro que la capital podría ser «una ciudad
El gran cambio respecto del mismo periodo del 2023 ha estado, según los expertos consultados, en la parte alta del tenedor de las nuevas contrataciones. EL alza registrada hasta junio cabalga «una reavivada de operaciones de más de 2.000 metros cuadrados, mucho por encima del año pasado», analiza De Bes. Según los datos de Forcadell, el curso pasado solo se cerraron cuatro operaciones de este alcance; este año, pero, ya van 15. A pesar de que hace 12 meses hubo «varias operaciones de entre 1.000 y 1.500 metros cuadrados», Garber apunta que «hacen falta inversiones más importantes para cerrar un ejercicio más sano».

La Barcelona bioteconològica
La evolución de las compañías que buscan operar desde Barcelona -o bien que ya están, pero se trasladan a espacios que encajan más con sus necesidades-, a pesar del ritmo más elevado, ha sido la prevista por el sector. Ya a finales del 2023, Forcadell apuntaba a la biotecnología en particular, y a las ciencias de la vida en general, como el principal motor de los nuevos perfiles que observan la ciudad. Encaja, de hecho, con un ecosistema creciente: según BioCat, la bioregió catalana ya cuenta con cerca de 1.800 compañías y organizaciones dedicadas a la salud, la investigación y otras especializaciones similares. La gran operación del curso, de hecho, ha ido por este camino. Se trata del hub de AstraZeneca, en el edificio Estrella, que se prevé que acoja hasta 2.000 trabajadores para convertir la capital en una «referencia» dentro de la multinacional y en el sector biomédico en general. Este perfil de compañías, añade De Bes, está muy vivo, «no con operaciones que se materializan al 100%, pero sí en solicitudes de información, en visitas…». Así, el mundo de la tecnología para la salud será «uno de los puntales en los próximos semestres»; con una aproximación cada vez más especializada. Tanto es así que, como comenta Garber, «ya hay promotores que invierten específicamente en esta vertical»; dado que, todo y las abundantes necesidades de muchos edificios que se dedican, la rentabilidad es muy elevada. Hay que recordar que muchas compañías biotecnológicas buscan edificios donde poder situar no solo trabajadores de oficina, sino también laboratorios y otras estructuras de cariz científico o experimental. Es el caso, entre otros, del fondo Stoneshield, que ha adquirido edificios como la antigua sede de Mediapro en Esplugues, o la antigua sede de Bayer; activos que dedicará en el mundo de la biomedicina. «Será la tendencia de los próximos trimestres», reitera De Bes.
La tecnología despierta el 22@
Otras ámbitos tecnológicos, pero, tienen también mucho que decir. De hecho, otros de las grandes operaciones han llegado en ramas como los videojuegos, también en clara alza al tejido empresarial barcelonés. Es el caso de Scopely, que cerró el mes pasado una enorme operación de más de 8.000 metros cuadrados al 22@. Estos movimientos se dan por toda la ciudad: compañías que operan en oficinas relativamente céntricas, en edificios más antiguos, que hacen el salto a distritos de nueva construcción en la busca de espacios diferentes, más abiertos y sostenibles. «Las empresas que buscan oficinas intentan atraer no solo los trabajadores en el espacio; sino también el talento externo», argumenta Garber, que voz una creciente demanda por espacios «muy comunicados y con muchas

«El 22@ tiene edificios modernos en una zona de negocios, con muchos servicios para los trabajadores. Esto gana en el edificio obsoleto», apostilla De Bes, que considera que el distrito corporativo es un «éxito urbanístico espectacular». En momentos desde su concepción, pero, no lo parecía: el alta disponibilidad de oficinas, con una muchedumbre de entregas de estructuras de nueva construcción, llegaba de la mano de un mercado relativamente parado por la inestabilidad económica. Ahora, pero, «por primera vez se nota que ha dejado de crecer esta disponibilidad». De hecho, según cifras facilitadas a este medio por CBRE, el barrio del Poblenou habría acumulado «cerca del 40%» de la superficie total alquilada entre abril y el junio, hecho que lo convierte en el «segundo con una mayor contratación» en el 2024. Solo lo superan las barrios del centro, con unos datos muy marcados por una operación de AstraZeneca que, a parecer del mundo inmobiliario, es un «cambio de paradigma» respecto de las rentas regulares entre las corporaciones en la ciudad. Más allá de la superficie, además, los tres expertos consultados coinciden que la nueva construcción planeada al distrito ofrece unos niveles de sostenibilidad que los sitúan en su punto de mira de las firmas punteras. Las certificaciones ambientales, confirma Laborde, «empezaron como un complemento que, si te podías permitir, cogías; pero cada vez han tomado más importancia». Tanta, replica De Bes, que especialmente el mundo multinacional «ya no contempla, en sus movimientos estratégicos, ir a un edificio que no tenga certificación energética».