La retribución a los accionistas derivada de la venta de la filial británica del Sabadell, TSB, podría ser una de las primeras víctimas de la OPA hostil del BBVA. Si la oferta tiene éxito -según las condiciones publicadas el pasado viernes por la entidad vasca, si supera el 50% de aceptación-, el dividendo comprometido por la directiva catalana, de unos 2.500 millones de euros, quedaría diluido dentro del capital de la compañía resultante. Así lo confirmaron el presidente del banco de Bilbao, Carlos Torres, y el consejero delegado, Onur Genç, en la atención a medios para explicar el folleto de la operación aprobado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Tal como confirmaron Torres y Genç, el banco oferente se quedaría con el dividendo correspondiente a todas las acciones que consiga durante el período de aceptación de la OPA. La cantidad, que se abonaría durante el mes de abril de 2026, pasaría a formar parte del exceso de capital del banco vasco y, por tanto, pasaría a ser redistribuida entre todos los inversores -los provenientes del banco objetivo y los que ya estaban en el BBVA-. Es decir, acabaría repartido entre muchos más titulares, reduciendo sustancialmente el compromiso de los 50 céntimos por unidad ratificado en la junta del pasado 6 de agosto.
Según alertan fuentes del capital del Sabadell, en caso de que el Banco de Bilbao alcanzara el 100% de las acciones que opta a comprar, el reparto de capital para los accionistas catalanes quedaría enormemente limitado. El techo duro estaría alrededor del 13,6%, es decir, el porcentaje de la compañía resultante que sería propiedad de los actuales inversores vallesanos. Es el cálculo que aplican estas mismas voces, que alertan que el recorte es sustantivo: de los 50 céntimos por acción comprometidos en la junta, el reparto podría quedarse justo por debajo de los 7 céntimos por acción, el equivalente a un payout normal de la entidad catalana. De hecho, la última retribución al accionista, ejecutada a mediados de agosto, se fijó en 7 céntimos por acción; pero el volumen total era de 370 millones de euros, muy por debajo de los 2.500 de capital sobrante que genera la venta de TSB.
Genç, además, ha aclarado que habría otro matiz: la junta que dirigen Josep Oliu y César González-Bueno aprobaron con los accionistas un pago en efectivo; pero, en caso de éxito de la OPA, las ganancias por la venta pasarían a formar parte de la caja del BBVA. Por tanto, su reparto estaría sujeto a la política de la entidad vasca; y se podría concretar, según lo que decida el consejo, en forma de dividendo o de recompra de acciones. Es decir, no estaría garantizado que los inversores vallesanos puedan recibir un payout directo ni siquiera relativo a su posición dentro del capital del BBVA post-OPA.
Un nuevo soberano
Desde el accionariado del Sabadell alertan, de hecho, que una victoria del BBVA podría llegar a revertir el conjunto del dividendo de la operación. Si la Vela agrupa más del 50% de los derechos de voto, «podría convocar una nueva junta de accionistas y tomar una nueva decisión» respecto del dividendo de TSB; en tanto que podría ejercer su mayoría sin oposición. «Ahora nadie controla la junta, porque el capital está muy fragmentado; pero si la OPA sigue adelante, estará en manos del Banco de Bilbao», sostienen.
La amenaza sobre la operación en el Reino Unido cuenta entre los motivos por los cuales los pequeños accionistas llaman a rechazar la oferta vasca. En este caso, apuntan que se trataría de un «golpe muy grande» a la rentabilidad de las inversiones en el Sabadell. Este erosionaría especialmente la inversión de los minoritarios, que agrupan más de un 48% de los derechos de voto totales.

Un «escudo» contra el BBVA
El dividendo extraordinario, que garantiza 50 céntimos en metálico por acción, fue visto por los inversores del Sabadell, especialmente por el minorista, como un «escudo» contra el asedio del BBVA. Así lo expresaron ante el consejo de administración las diversas asociaciones de minoritarios que articulan los más de 200.000 pequeños inversores que concentran el 48% del capital del banco catalán, todo ello durante las dos juntas en la Fira de Sabadell.
A pesar de que Oliu y González-Bueno han mantenido desde el principio que el acuerdo con el Santander para la compra de la filial británica estaba completamente desvinculado de la OPA, el mismo consejero delegado ha reconocido que era posible hacer una primera lectura de las tendencias del accionariado según el resultado de la votación abierta. Entonces, tanto la venta de TSB como el dividendo que se derivaba fueron aprobadas con práctica unanimidad -un 99,6 y un 99,7% de los votos favorables, respectivamente-. Desde entonces, varias voces dentro del capital de la compañía están seguras de que alcanzar el 50% de aceptación es «imposible»; y que en la Vela son conscientes de ello.
En el mercado, en paralelo
La primera jornada del período de aceptación de la OPA ha sido positiva para el Ibex. El selectivo español se ha deshecho de las sombras de la crisis de la deuda y de las malas perspectivas en la política monetaria europea y ha escalado un 1,02%, hasta recuperar los 15.000 puntos. La banca se ha beneficiado, y los movimientos de los inversores han dejado en práctica igualdad los títulos de los dos implicados en la batalla bancaria. El BBVA, de hecho, ha acelerado un poco más: un 1,06% en el día, que lo ha dejado en los 15,77 euros por acción. El Sabadell, por su parte, ha escalado un 0,84%, para rozar los 3,25 euros. Aplicando la ecuación de canje a la cotización al cierre de la jornada, la prima negativa de la oferta vasca es del 8,5%. Es decir, por ahora, el BBVA infravalora el Sabadell en unos 1.380 millones de euros.
Sobre estas condiciones, los inversores catalanes han comenzado a decidir respecto de la oferta este mismo lunes. La directiva vizcaína recortará al máximo los plazos permitidos por el decreto de OPAs y, por tanto, otorgará solo 30 días a los accionistas para decir lo suyo. Tras el inicio del período de aceptación, el consejo de administración del Sabadell tendrá 10 días para emitir su juicio respecto de la operación; y recomendar al accionariado el voto afirmativo o negativo. Vista la vehemencia del primer comunicado, y la beligerancia de la batalla que se ha podido atestiguar este viernes, todo hace pensar que la respuesta de los de González-Bueno será un no sin paliativos.