«La estrategia del miedo del BBVA no ha funcionado con el accionista minoritario«, sostiene un pequeño inversor del Banco Sabadell, con la certeza de que la OPA hostil del BBVA de ninguna manera saldrá adelante. Según las cifras que ha hecho públicas la entidad, a través de diversas intervenciones del consejero delegado, César González-Bueno, la aceptación total de los minoristas, unas horas antes del fin del período de intercambio, no llega al 1%; ni lo hará en la jornada bursátil que queda de oferta. El período contemplado por la ley para decidir finaliza este mismo viernes, y la movilización del poco más del 40% de los derechos de voto que están en manos de pequeños inversores -la inmensa mayoría clientes del mismo Sabadell, pequeños empresarios con créditos con la entidad que guardan los ahorros en forma de acciones– ha sido prácticamente nula.
«La gente con la que hablo tiene la decisión tomada hace muchos días: la inmensa mayoría no quiere ir», detalla a Món Economia Joan Llonch, un histórico del banco que llegó a formar parte del consejo de administración, y que ahora es uno de los portavoces de la Asociación de Accionistas Minoritarios del Sabadell, fundada como respuesta al asalto que lanzó el presidente vizcaíno, Carlos Torres, en mayo de 2024. Aún sin conocer el posicionamiento del gran capital, que agrupa el 50% y poco más restante de la propiedad, los retail ya consideran este capítulo cerrado. «Se puede decir: damos por fracasada la OPA hostil«, espeta a este medio Victor Baeta, presidente de la asociación NEM, los antiguos inversores de la Caixa del Mediterrani que pasaron a formar parte del Sabadell con la absorción en el año 2012.
Los minoritarios han sido, desde el inicio de la operación, la voz más alta contra el asalto del BBVA. Han censurado, a lo largo de los últimos 18 meses, la práctica totalidad del argumentario con el que la Vela ha intentado atraerlos. «En ningún caso cambiaremos papel del Sabadell por papel del BBVA -resume el presidente de la entidad que agrupa los inversores catalanes, Jordi Casas -es demasiado riesgo». Se han esforzado en dejar claro que ninguno de los aspectos de la oferta ha sido positivo: el precio es bajo, todavía ahora, con una prima positiva del 2%; el modelo de negocio del Banco de Bilbao «no encaja con la economía catalana«; las pequeñas y medianas empresas en el núcleo del accionariado sufrirían un agujero de crédito que podría superar los 75.000 millones de euros. Tampoco aceptan el «racional estratégico» que repite Torres, que sostiene que «un banco más grande será más sólido y rentable». «El banco más rentable del Estado es la Banca March, que también es el más pequeño», contradice el presidente de la Asociación. Y, además, sería un golpe emocional. «Nos tomamos el Sabadell como una empresa familiar, y a nadie le gusta firmar la disolución del negocio de la familia«, reflexiona Casas, que recurre a menudo a la «bonita historia» del banco para reivindicar su supervivencia. En consecuencia, esta casi mitad del accionariado «prácticamente no se ha movido»; y con el 46% del banco intacto -añadiendo los socios estratégicos, como Zurich y Amundi, que tampoco acudirán-, ven «imposible» que el Banco de Bilbao salga victorioso.
A juicio de Baeta, todo el planteamiento del BBVA era erróneo. La dirección de la Vela ha sido incapaz de entender, según el pequeño accionista, que el capital retail del Sabadell tiene un perfil específico, incomparable con el del resto de bancos del Estado. «Nuestro accionista es muy conservador, no es especulativo; y nunca se sumaría a una propuesta que no sea segura», razona. Visto el «sinsentido» que ofrecía el banco opante, ninguno de los miembros de NEM se ha sumado al folleto. Este carácter sui generis de los minoristas sabadellenses también los ha aislado de los movimientos de los grandes fondos. El mismo Torres ha utilizado el nombre de David Martínez Guzmán, el magnate mexicano que ostentaba el 3,9% de las acciones del Sabadell, y que ya anunció en el último consejo de administración que se adheriría a la OPA. «Si fuera un minorista, le haría caso, porque sabe de lo que habla», ha presionado el presidente en una entrevista con el diario español 20 Minutos. «¿El mexicano ha ido a la OPA? Pues muy bien. Es un especulador. Al conjunto del accionariado del banco no nos convencerá«, remata Baeta. De hecho, para los minoristas, el «racional estratégico» va en contra de la operación. En línea con el discurso de la cúpula, sentencian que el modelo de negocio del Sabadell es necesario. Más, de hecho, que el del BBVA, al menos para las economías de los Países Catalanes. «Aquí tenemos dos modelos financieros: uno, de especulación, ligado a la oligarquía de la meseta. Y otro de la mediterránea, para la empresa y la exportación», subraya Baeta.

El bando minorista
Según argumentan desde las asociaciones, buena parte del descarrilamiento de la OPA viene de la bifurcación entre los bloques de accionistas del Sabadell. El 35% del capital está en manos de fondos de gestión activa, y el 20% lo tienen fondos pasivos; ambos grupos con menor participación que los pequeños capitales. El BBVA, con su discurso, se habría dirigido principalmente al primer grupo, y no habría sido capaz de movilizar al segundo. «No es un planteamiento serio para los pequeños», describe Baeta. En un sentido similar, Llonch sostiene que los movimientos que se han hecho de cara a los grandes capitales «no afectan en nada a los retail«. «Somos accionistas estables, a largo plazo, que buscamos dividendos. Si en muchos años no hemos vendido, es por algo», añade el economista. En este sentido, observan que las aproximaciones vizcaínas han apelado a rendibilidades a corto que encajan más en los balances de las firmas especuladoras que en el día a día del empresariado del país. «El señor Torres nos dice que somos unos provincianos, que aquí lo que cuenta es la pela y que no vengamos con cuentos. Cuanto más habla, menos ganas tenemos de vender», espeta el sabadellense.
Casas también ve una estrategia fallida en las lecturas financieras que ha hecho el Banco de Bilbao de la operación. La «estrategia del miedo» de la que habla el Sabadell, con alarmas de «colapso» del precio de la acción, está siendo contraproducente. La Vela, asegura «no evaluó bien la subida del Sabadell durante la OPA», y han intentado contrarrestar el desequilibrio con llamadas al mal tiempo. Esto, sin embargo, ha hecho que los retail estén «más enfadados que temerosos». «Sentimos que estamos recibiendo una agresión», opina. El tono de las aproximaciones de Torres a los inversores, además, se ha visto exacerbado por una promoción del asalto al banco que estos consideran excesiva. «Esta última semana ha sido tremenda. ¡Nos han blindado con anuncios!», bromea el accionista, que ve claro que «si están haciendo el esfuerzo comunicativo que están haciendo, es que ven que la cosa no va bien».

El agujero de la segunda OPA
A pesar de que, de cara al público, los directivos vascos aún sostienen que «están seguros de que llegarán al 50%» de aceptación, tanto el presidente como el consejero delegado, Onur Genç, ya dejan la puerta abierta de par en par a renunciar a este umbral y aventurarse a lanzar una segunda OPA. Si superan el 30%, hay que recordar, pueden decidir seguir adelante con la operación, pero tendrían que lanzar una oferta obligatoria completamente en metálico. El mismo Genç ha defendido, en una reciente entrevista a Reuters, que podrían acumular unos 8.000 millones de euros -7.000 por el exceso de capital y 1.000 millones más por un programa de recompra de acciones que tirarían atrás- para enfrentar el potencial nuevo asalto. Ahora bien, los minoritarios catalanes continuarían enfrentándose. En primer lugar, Casas desconfía de la capacidad de aumentar la presión del BBVA si no llega a la mitad de derechos de voto. «Cualquier cosa por debajo del 50% sería un fracaso absoluto, y no llegarán», sostiene.
Además, todos los inversores consultados alertan que, en caso de segunda OPA, volverían los peligros fiscales. Hay que recordar que, con la modificación de la oferta de hace dos semanas, el BBVA no solo mejoró el 10% la valoración de las acciones vallesanas. También eliminó el componente en efectivo de la propuesta. De esta manera, abrió la puerta a alcanzar la neutralidad fiscal, lo que eliminaría el riesgo para los minoritarios de tener que enfrentar un impuesto de plusvalías que se vislumbraba prohibitivo -«un amigo, que tiene unas cuantas acciones, calculó que tendría que pagar unos 500.000 euros», relata Llonch-. Cabe decir que esta promesa tiene un matiz: si no llegan al 50%, incluso sin efectivo, los inversores que hayan acudido a la OPA tendrán que pagar. Y, en muchos casos, las plusvalías están disparadas: hay que recordar que, justo después de la pandemia, cuando entraron muchos minoritarios, la acción rondaba los 30 céntimos, y se ha multiplicado por 10 en media década. Con todo, la segunda oferta sería «aún menos interesante» para el pequeño capital. Además, según Baeta, transmitirían un mensaje de inseguridad, tanto a los accionistas propios como a los ajenos. «Hacen y deshacen, cambian continuamente, y eso no da certezas al capital», concluye el presidente de NEM.