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La guerra comercial de Trump estalla la «burbuja» del gran lujo

Los ricos también han sido víctimas de Donald Trump. El programa del presidente de los Estados Unidos ha hecho estallar las bases de muchas industrias, desde el automóvil hasta la agroalimentaria; y tiene temblando sectores estratégicos de la economía, como los semiconductores las farmacéuticas, a la espera de los aranceles extraordinarios que quiere imponer. Fuera de su objetivo explícito, sin embargo, también ha hundido un sector que es, irónicamente, muy cercano a su estilo de vida: el del gran lujo. La industria de alto standing, desproporcionadamente concentrada en Europa, fue uno de los grandes triunfadores de la salida de la pandemia; pero después de una primera consolidación a finales de 2024, la guerra comercial lanzada desde la nueva Casa Blanca ha terminado de abrir una herida que, según las fuentes del mercado consultadas, será difícil de cauterizar. Las principales empresas del sector cotizan entre un 30 y un 70% por debajo de los máximos que alcanzaron entre 2023 y los primeros meses del curso pasado, después de haber visto cómo se les cerraban las puertas de sus dos mercados preferidos: los mismos EE.UU., con tarifas aún inciertas; y China, que experimenta un «cambio estructural» de su consumo. Para los analistas, era solo cuestión de tiempo que llegara un colapso, y el trumpismo mercantil no ha hecho más que acelerarlo. «Hubo una burbuja a la salida de la covid, y ahora ha estallado«, asegura Joan Esteve, director de inversiones de la boutique financiera Gesinter.

En los últimos siete meses desde el regreso de Trump al Despacho Oval, el Luxury 10, el selectivo de las diez cotizadas más poderosas de Europa en el sector del lujo, ha perdido más de 1.000 puntos. En solo seis meses, todas las marcas de renombre han perdido entre un 17 y un 30% del valor de su acción. Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH) es la más evidente, con una caída del 29,4%. Ahora, el holding de la familia Arnault se mueve en torno a los 493 euros, pero abrió el curso por encima de los 700. Y más aún, tocó techo entre el verano de 2023 y la primavera de 2024 en unos 833 euros por acción. Llegó, de hecho, a ser la empresa más valiosa de Europa, y elevó al patriarca, Bernard Arnault, a la primera posición de la lista Forbes de los más ricos del planeta. La caída tiene fundamento: el grupo ha perdido un 2% de facturación y un 17% del beneficio en el primer semestre del año.

El mismo fenómeno se repite en sus compañeros de sector: Kering, la propietaria de marcas del calibre de Gucci, Balenciaga o Saint Laurent, ha perdido un 22% de su valor en seis meses, y queda en unos 221 euros. El estallido de la burbuja del grupo de los Pinault ha sido más lento: ha ido retrocediendo, sin prisa, pero sin pausa, desde 2021, cuando tocó techo justo por debajo de los 789 euros. Como en el caso de LVMH, con fundamento en el balance: han ganado un 60% menos que hace un año. Richemont, el grupo de Cartier, ha visto cómo desaparecía el 25,5% de su valor desde febrero; mientras que Ferrari ha sufrido un recorte cercano al 17%. La tendencia ocupa todo el sector, y los expertos financieros dan una explicación: «El sector del lujo es más cíclico de lo que parece; especialmente el lujo de aspiraciones», explica el analista de mercados Javier Cabrera. Para el experto, 2024 fue un año de obligada prudencia para los clientes típicos del mercado de alto lujo. «Las rentas más altas están muy vinculadas a la disponibilidad monetaria, y las subidas de tipos han recortado la masa», sostiene; lo que ha entorpecido las compras de coches, perfumes o relojes fuera de la escala de riqueza humana.

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, jugando al golf en Escocia / EP
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, jugando al golf en Escocia / EP 27/7/2025 ONLY FOR USE IN SPAIN

El enemigo americano

Ante este recorte económico, los aranceles, según las voces consultadas, han sido un factor añadido de pánico entre los consumidores. Para el profesor de los estudios de Economía y Empresa de la UOC, Joaquim Clarà, el comercio en este segmento se ha «frenado en seco» ante el temor de que Trump impusiera aranceles inalcanzables. Especialmente por la situación geográfica de los vendedores, mayoritariamente europeos y, por tanto, contrarios al America first que ha guiado la mano del binomio que forman el presidente y el secretario de Comercio, el millonario financiero Howard Lutnick. Aun así, a juicio de Cabrera, la barrera es «más de desconfianza que de precio». «Los productos de lujo se encarecen a menudo. De hecho, es un sector que crece con subidas de precios. Pero esta es de un solo golpe, y no proviene de los movimientos naturales del mercado», razona el analista. Así, las voces financieras consultadas coinciden en que el pinchazo ha sido tanto de oferta como de demanda: unos consumidores temerosos y unas empresas que «han intentado protegerse a sí mismas» de las fluctuaciones económicas.

Algunas líneas productivas han sufrido el bloqueo trumpista con especial virulencia. Entre las firmas prémium que más miraban hacia el mercado estadounidense se encontraban los relojeros suizos -menos potentes en cuanto a cotización, pero con un público más sostenido que las marcas de ropa o perfumería-. La Casa Blanca ha aplicado, finalmente, un arancel cercano al 39%, que, según los analistas especializados, supondrá «una sacudida mortal» para muchas empresas. De hecho, el 17% de la producción del tejido temporal suizo se exporta a EE.UU.; una tasa que en 2024 se elevó hasta los 4.400 millones de francos, unos 4.700 millones de euros. La gran élite del sector, Richemont, solo generó uno de cada diez euros facturados en el país; pero en marcas como Swatch, la cuota de mercado es del 32%. «Sufrirán mucho, porque su producto no tiene el encaje en el país que esperaban», sentencia Cabrera.

El propietario de Louis Vuitton, Bernard Arnault, con el presidente de Francia, Emmanuel Macron / AFP/DPA

Huecos a ambos lados

El cierre del mercado americano echa sal a la herida que provocó el recorte de su otro comprador preferente durante 2023: China. La inmensa crisis inmobiliaria que sufrió el país poco después de la salida de la pandemia dejó la economía al ralentí; y frenó muchas de las compras de las rentas altas del país, centradas en las referencias europeas. Varios analistas especializados sostienen, de hecho, que la clave de vuelta se encuentra en el gigante asiático; y que la acción de las LVMH, Kering o Ferrari se recuperará cuando se reactive el mercado chino. Sin embargo, los buenos presagios no se han llegado a hacer realidad; y, de hecho, las fuentes consultadas argumentan que no se volverá a la situación prepandémica.

Como explica Esteve, la relocalización comercial impulsada por el gobierno de Xi Jinping también se ha aplicado a los productos de lujo. El gobierno de Pekín está incentivando que el comprador se dirija prioritariamente a las marcas locales, que «comienzan a comerse cuota de mercado a las europeas». «Y esto no cambiará a corto plazo, porque los fabricantes de alto valor añadido chinos se han consolidado», constata el inversor. De esta manera, incluso cuando se recupere, el mercado chino no volverá a aportar los ingresos que generaba en 2018 o 2019, cuando las rentas altas de la República Popular solo podían mirar al oeste en busca de piezas de ropa o perfumes exclusivos.

Así, el mercado niega que el descenso de los últimos meses sea coyuntural. En 2025, sostiene Esteve, se ha «consolidado la reducción de beneficios y ventas» que se había visto a finales de 2024; y se ha desvanecido la tendencia al gasto sin freno que salió de la covid-19. «Ahora estamos entrando en el equilibrio, a donde el sector debería estar», coincide Clarà; que ve el período 2021-2023 como «un baile para el que la música ya se ha apagado». El objetivo realista, considera, es mantener «los niveles de 2018-2019»; tanto en cuanto a cotización como en cuanto a facturación y ganancias netas.

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