La participación de Elon Musk en el gobierno del presidente de los Estados Unidos Donald Trump ha impulsado la oposición a sus empresas. Después de la fuga de cuentas de la red social X -anteriormente Twitter- hacia otras plataformas, el nuevo objetivo de las protestas de los estadounidenses es Tesla. La hasta ahora marca insignia del sector del vehículo eléctrico ha sido objeto, en las últimas semanas, de varios actos vandálicos. Opositores a Trump han orquestado ataques contra puntos de carga rápida, concesionarios e incluso vehículos privados.
En las últimas semanas, se han sucedido los incidentes. En Carolina del Sur, las autoridades locales han detenido a un hombre y continúan la búsqueda de más sospechosos en relación con el lanzamiento de cócteles Molotov contra coches de la marca de Musk. Paralelamente, han aparecido pintadas en varios concesionarios Tesla en el estado acusándolos de ser «coches nazis». En Oregón, otro hombre ha sido detenido acusado de quemar un punto de carga Tesla; mientras que en Nevada, varios manifestantes se concentraron frente a un centro de servicio de la compañía, llegando a disparar contra los vehículos. También se ha registrado una cadena de incendios provocados contra estaciones de recarga de la compañía.
Las autoridades estadounidenses, lideradas por la fiscal general conservadora Pam Bondi, debaten si comenzar a tratar estos hechos como demostraciones de «terrorismo doméstico». En caso de confirmarse la acusación, los detenidos se enfrentarían a «castigos severos», según miembros del Departamento de Justicia trumpista. Por su parte, el propio Musk ha querido desvincular la empresa de su agenda de extrema derecha. En un tuit esta misma semana, el dirigente de la agencia paragubernamental DOGE (Department Of Government Efficiency) denunció un «nivel de violencia descontrolado» contra su empresa. «Tesla solo hace coches eléctricos, y no ha hecho nada para merecer estos malvados ataques», defendía Musk.

También en Canadá
No solo los Estados Unidos han visto cómo la resistencia contra Musk se hacía cada vez más cruenta. La última semana, varios manifestantes vandalizaron un concesionario con 80 vehículos Tesla en Hamilton, Canadá. La localidad es uno de los epicentros históricos de la industria siderúrgica en el país, y consta entre los que más sufrirán los aranceles del 25% al acero y al aluminio impuestos por Trump. Estos incidentes han animado al Salón del Automóvil de Vancouver, una de las ferias automovilísticas más relevantes del continente, a expulsar a Tesla de su superficie expositiva. «La decisión garantizará que todos los asistentes puedan concentrarse exclusivamente en disfrutar de los numerosos aspectos positivos del evento», han asegurado desde la organización.
Alemania, foco de protestas
Mientras tanto, las ventas de Tesla se hunden en todo el planeta. En Alemania, las entregas de vehículos de la marca cayeron más de un 70% en términos interanuales durante los dos primeros meses del año. El discurso de Musk ha contribuido, según las últimas encuestas: más del 96% de los ciudadanos del país centroeuropeo rechazan la compañía por la participación del magnate sudafricano en la administración Trump, además de sus histrionismos ultraderechistas. También influye, sin embargo, la mala calidad de los modelos más recientes. El pasado jueves, la multinacional tuvo que retirar más de 46.000 unidades de su aparatoso cybertruck por problemas de seguridad. Según se ha podido ver en varios vídeos en las redes sociales, una pieza metálica de la parte frontal del vehículo no está correctamente soldada, puede salir disparada en plena circulación.
Finalmente, en el caso europeo, hace tiempo que los trabajadores de las plantas de Tesla sostienen huelgas y otros conflictos laborales por las malas condiciones y los bajos salarios que impone la compañía. 3.000 trabajadores de la fábrica de Berlín han firmado un manifiesto acusando a la directiva de «tácticas de intimidación» contra los sindicatos. Entre las quejas, destaca la falta de descansos en los turnos de los empleados: «a menudo no hay tiempo ni para beber o ir al baño. Nadie puede continuar así hasta que se jubile», lamentan en un comunicado desde la principal organización sindical de la industria del país, IG Metall.
El aumento de la carga de trabajo viene provocado por la intención de Musk de acelerar la producción del Model Y, su vehículo más exitoso, para incentivar las economías de escala y, de este modo, rebajar el precio hasta niveles competitivos. Las marcas chinas, sin embargo, continúan ofreciendo menores costos, y algunas de ellas, como BYD, ya han adelantado a Tesla en el ranking global de la electromovilidad.