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Grifols respira con la paz activista: «Vuelve la confianza»

La junta de accionistas llegaba en medio de otro revuelo interno para Grifols, todavía sin tregua por parte del discurso dominante madrileño. La farmacéutica, tras triplicar el beneficio en el primer trimestre y volver a una generación positiva de flujo de caja neto -el indicador clave de su balance, según los analistas financieros, que le otorga capacidad para enfrentar la aún inflada deuda-, se encontraba cerca de la reunión con los inversores con una potencial guerra con dos de los accionistas que más peso han ganado en el último año: los estadounidenses Mason Capital y Flat Footed. Los fondos, muy críticos con la gestión de la familia fundadora, debían chocar con el gobierno corporativo por el nombramiento de su hombre de confianza, Paul Herendeen, como consejero independiente, una decisión que debía ratificar el accionariado el próximo jueves. Los estadounidenses, sin embargo, han cambiado el guion en los últimos días, con sendas misivas en las que detallaban el apoyo recíproco al gobierno corporativo -en concreto, explican fuentes cercanas a la empresa, al binomio que forman el CEO, Nacho Abia, y el CFO, Rahul Srinavasan-. Finalmente, Grifols encara las votaciones lejos de las turbulencias y en máximos trimestrales. Con nuevas seguridades, los accionistas ratifican que «el capital comienza a recuperar la confianza, y quiere tomar posiciones en la compañía».

Las tensiones habían estallado por el informe de la comisión de nombramientos de la compañía, dirigida por la ahora presidenta, Anne-Catherine Berner. En él, los encargados de la jerarquía ponían en duda el encaje de Herendeen, así como la necesidad de ampliar el consejo de administración para dar cabida a los fondos críticos. Desde ese movimiento, se especulaba con una posible batalla accionarial con tres firmas -Mason, Flat y Sachem Head Capital, que sindican más del 8% del capital-, que se decidiría probablemente a favor de la familia fundadora y sus aliados. Los críticos, sin embargo, han enterrado el hacha, y votarán a favor de todas las propuestas del gobierno empresarial. Con esta paz, previsiblemente, se garantiza la ampliación del consejo a 13 asientos y el posterior nombramiento de Herenedeen. En su carta, Mason elogia a Abia y Srinavasan, y asegura que «su liderazgo llevará a una cotización mucho más elevada con el tiempo, con más inversores involucrados en las acciones de Grifols». El tono de la comunicación ha cambiado sustancialmente respecto del pasado verano, aún con Thomas Glanzmann -aliado de los fundadores- al frente de la empresa: entonces, los estadounidenses habían sido muy críticos con la gobernanza corporativa, y les atribuían la baja cotización de la empresa. Cabe recordar que, en el momento, Grifols se movía en torno a los 8 euros la acción, menos de la mitad de los 20-21 donde los activistas situaban el potencial.

A pesar de que algunos medios madrileños atribuyen el movimiento de Flat, Mason y Sachem a una «rendición», voces conocedoras de las intenciones de los estadounidenses atribuyen la bandera blanca al buen camino que marcaron los resultados trimestrales. La triple activista, aseguran las mismas fuentes, «no han venido a trocear la empresa: solo hablan de gobernanza». Con Abia y Srinavasan al frente, ven un camino para resolver los problemas que llevaron a la crisis de Gotham y al disparado endeudamiento que aún lastra la empresa. «Quieren que la empresa no se toque, dejarla hacer y parar de reinvertir. Y ven al CEO y al CFO alineados con este objetivo», comentan estas fuentes a Món Economia. La comunicación posterior a los trimestrales ha ayudado: la OPA de exclusión de Biotest, que la dirección consideraba «necesaria» para «limpiar los activos próximos a Scranton», ha limitado sustancialmente la generación de caja real, hecho que podría haber levantado críticas. Ahora bien, «lo han comunicado bien y no han engañado: los objetivos decían, FCF ex-capex. Y así ha sido». Además, las previsiones para el resto de 2025 indican un aumento de la caja libre, que debería continuar acelerando de cara a 2026.

El nuevo CEO de Grifols, Nacho Abia / EP
El nuevo CEO de Grifols, Nacho Abia / EP

La mano tendida de Mason y Flat mantiene, sin embargo, su principal conflicto con la dirección. Desde su entrada en el capital de Grifols, antes de convertirse en accionistas relevantes, los dos fondos pedían una cabeza: la de Tomàs Dagà, el abogado de Osborne Clarke que había servido de mano derecha legal para la familia fundadora durante las últimas décadas. La aproximación a la junta, afirman fuentes cercanas a sus posiciones, no significa que abandonen la reclamación. La condición previa para lograrla, a su parecer, es la entrada definitiva en el consejo. «Una vez entre Herendeen, será mucho más fácil sacar el tema y, entonces, será como una gota china», ironizan. Así, los críticos no renuncian a su objetivo de prescindir de Dagà; pero el consejo no parece dispuesto, o no por ahora, a conceder su paso al lado. Por tanto, se leen las comunicaciones como un balón hacia adelante: «no hay un acuerdo inmediato».

Una bolsa más amistosa

Sobre aguas más calmadas, fuentes cercanas a la compañía aseguran que el inversor vuelve a ver los títulos de Grifols como un valor neto para sus carteras. Aún, sin embargo, se encuentra muy lejos de los valores a los que cotizaba antes de la crisis de Gotham, «No ha subido la cotización, solo ha recuperado el ritmo que llevaba antes de las noticias sobre el consejo», recuerdan las mismas voces. De hecho, ni eso: en los minutos previos al cierre de la sesión del miércoles, las acciones quedaban poco por encima de los 10,1 euros, el máximo desde marzo, pero muy lejos de los más de 11,3 euros que había recuperado mientras aún sobrevivía la OPA de exclusión del fondo canadiense Brookfield. El precio de compra, entonces, estaba en los 10,5 euros, y este es, según las voces consultadas, el objetivo inmediato de la compañía para recuperarse definitivamente de las sacudidas bursátiles.

Los objetivos de cotización, sin embargo, aún están lejos de los niveles actuales. Los 10,1 euros que celebran este miércoles los mercados están por debajo de la mitad de las estimaciones de los accionistas minoritarios: la asociación que los agrupa, presidida por Eduardo Braña, calcula que, por valor contable y potencial de beneficios, la acción debería moverse entre los 20 y los 21 euros. El consenso del conjunto del mercado es menos halagüeño, pero también ven a la catalana como un activo infravalorado: los 13 observadores financieros que la valoran muestran un objetivo de consenso de 15,83 euros, más de un 50% por encima de los niveles del último cierre. Voces accionariales reconocen que, por ahora, es complicado ofrecer una cifra definitiva. «Hay una dispersión brutal de los objetivos: hay quien la valora a 30 euros, otros a 16». En todo caso, la entrada de nuevos inversores -como esperan los activistas estadounidenses- debería garantizar un precio «muy por encima» de los que registra la bolsa madrileña.

Imagen de la sede central de Grifols en Sant Cugat del Vallès - David Zorrakino / Europa Press
La sede central de Grifols en Sant Cugat del Vallès / EP

El punto negro de la remuneración

Los nombramientos, pues, deberían estar garantizados con la paz de los críticos estadounidenses. La dirección, horas antes de la votación definitiva, solo sufre por un ítem del orden del día remitido a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia: la remuneración de los directivos. Los proxy advisors Glass Lewis e ISS, los dos recomendadores de voto a cotizadas de mayor reputación, han recomendado a los accionistas que voten en contra de los paquetes de remuneración y las stock options de los altos cargos. Por un lado, ISS considera que el sistema que asigna el sueldo a Abia -unos 3,8 millones de euros fijos, más añadidos en concepto de variables- es «demasiado generoso»; y critica también la política de indemnización que recoge su contrato. Además, ambos consultores ven «innecesarios» los cambios en la política de opciones en acciones para el presidente saliente, Thomas Glanzmann. La propuesta de la dirección reduce la ejecución de las stock options de los 12,86 euros que se recogían en 2023, antes de la crisis de Gotham, a los 8,96 actuales, hecho que recortaría las ganancias de Glanzmann en más de un 25%. A juicio de los proxies, «no ha habido ningún cambio material» que justifique este recorte. Con todo, no parece haber nervios entre los inversores. «La confianza está volviendo -reiteran-; no se prevé que pase nada para que la vuelvan a perder».

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