Grifols ha retrocedido en la bolsa después de semanas de subida. La farmacéutica catalana encadena dos jornadas de bajadas, que han restado más de dos puntos porcentuales a su cotización. A finales de la semana pasada, las acciones superaron los 12 euros por primera vez desde la crisis de Gotham, a la espera de unos resultados del segundo trimestre que se vislumbran prometedores. Al cierre de este martes, sin embargo, ha moderado el valor, y ha vuelto a rondar los 11,75 euros, después de haber perdido cerca de un punto y medio el lunes y siete décimas adicionales en el último mercado. Cabe decir que los niveles actuales demuestran un cambio de tendencia que podría ser estructural: tras la publicación del informe bajista en enero de 2024, el valor llegó a caer por debajo de los 8 euros. Para el jefe de equity de Trea Capital, Xavier Brun, la resistencia clave era la de los 10,5 euros, la valoración que hizo el fondo canadiense Brookfield en su OPA de exclusión de 2024. «Es bueno que haya superado este nivel», sostiene Brun; y que se mantenga sustancialmente por encima.
Grifols no es ni de lejos el valor que ha salido peor parado en el Ibex durante el inicio de semana. Con el -0,68% del martes, queda lejos del farolillo rojo de la jornada, Puig, que pierde más del 2,2%. El entorno, pues, no les es desfavorable; menos aún en una semana marcada por la maratón de resultados del Ibex. Las cuentas de la firma de hemoderivados llegarán al cierre de mercado del próximo martes, seguidos de una reunión con analistas e inversores. El consenso de los analistas es que esta es la nueva normalidad de la compañía, con un «cambio de relato», según la firma financiera XTB, que habría reconstruido la confianza inversora. Las fuentes financieras consultadas aseguran que los fundamentales de la empresa ganan relevancia en este marco, en tanto que el rendimiento del negocio puede imponerse, por primera vez, por encima de la crisis de Gotham a la hora de definir las prioridades del capital. «Es un negocio que, si todo va bien, es muy fácil de prever», describen.

El accionariado recupera el tono
Según los accionistas minoritarios, en las últimas horas se habrían producido ventas por parte de «pequeños inversores que no conocen el enorme potencial de la compañía». Así se ha expresado Eduardo Breña, presidente de la asociación de minoristas de la farmacéutica; una de las voces más optimistas en torno al capital de la compañía. Aún así, Breña cuenta entre los inversores que ven más potencial en la acción de Grifols, y la sitúa muy por encima del potencial que le otorga el consenso del mercado. Por ahora, los analistas ven un potencial de media en torno a los 16 euros por acción, una mejora de más del 30% respecto a la cotización actual; pero los minoristas, así como ciertos perfiles institucionales, sitúan el techo por encima de los 20 euros.
Fuentes financieras consultadas por Món Economia aseguran que estas buenas previsiones se fundamentan en «el aumento de la inversión institucional» en la empresa. Durante la primera mitad del año, algunos grandes inversores, como es el caso de JP Morgan, han recuperado o aumentado su apuesta por la farmacéutica. El banco norteamericano, que había recortado posiciones, volvió el pasado mes de mayo a la condición de accionista relevante, con más de un 3% del capital total; si bien es cierto que concentra la mayor parte de la propiedad en acciones de tipo B, sin derechos políticos. También BlackRock, a través de su cartera de inversión general, ha vuelto a superar el umbral de los tres puntos -en el caso del fondo, a principios de julio-. A esta carpeta se debe incluir también la expansión de Mason Capital, que se volvió relevante en febrero y ya suma más de un 3,1% de la inversión total.
En opinión del analista Xavier Brun, head of equity del fondo Trea Capital, este cambio de tendencia demuestra que la compañía ya ha estabilizado su relación con el mercado. Durante el 2024, constata, «cambiaron de manos acciones por un valor equivalente al 170% de la cotización de Grifols». Los inversores entraban y salían con estrategias a corto plazo, en busca de ganancias, en ciclos alcistas como el de la fallida OPA de Brookfield, o huyendo de pérdidas, en las peores semanas de la empresa. La apuesta de los institucionales delata que la demanda, ahora, está copada por «perfiles a largo plazo»; capital con perfil de valor que apuesta por el crecimiento de la empresa, sin valorar los rendimientos más inmediatos. La tendencia se nota también en la mejora de las previsiones de algunos de los analistas más críticos, como el banco británico Barclays o JB Capital.