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Grifols busca «oxígeno» contra la deuda tras la caída de la OPA

Grifols ha llegado a un poco halagüeño punto de inflexión. La retirada de la OPA de exclusión que llevaba semanas planeando sobre la multinacional catalana de hemoderivados de la mano del fondo de inversión Brookfield ha desencadenado todas las incertidumbres que el mercado aún conservaba a raíz de la crisis de Gotham de enero. Desde el primer anuncio de la caída de la operación, la firma con sede en Barcelona comenzó a perder valor en bolsa, con un intenso retroceso que la dejó en unos más que escasos 9,66 euros por título al cierre del pasado miércoles. Este jueves, la constatación de que la dirección ya ha cambiado de planes ha sido aún más perjudicial: después de que el consejo de administración haya confirmado que busca operaciones de refinanciación para los cerca de 1.400 millones de euros en vencimientos de deuda que llegarán en 2025 -en diferentes plazos-, la pérdida ha sido incluso más intensa de lo esperado, llegando a bajar de los 8,6 euros por título, unos mínimos inauditos desde el pasado mes de agosto, cuando aún temblaba por los veredictos de los reguladores respecto a sus cuentas. El camino en adelante, especialmente hasta los resultados anuales y el primer trimestre de 2025, es uno de resistencia, según los expertos consultados. Grifols, así, busca margen para demostrar que «su negocio es sólido», argumenta el profesor de los estudios de Economía y Empresa de la UOC Joaquim Clarà: «Es la empresa contra los elementos».

En primer lugar, la interpretación de la caída en la bolsa de las últimas horas tiene varios componentes. Una vez anunciada la OPA de exclusión con la que los canadienses buscaban sacar a Grifols de cotización, una multitud de fondos «oportunistas» entraron en su capital en busca de rendimientos rápidos. La acción, cabe recordar, ha pasado la mayor parte de 2024 por debajo de los 10 euros. Este tipo de inversores compraron títulos en un punto bajo esperando que Brookfield accediera a pagar, según las informaciones disponibles, entre 14 y 15 euros por unidad, generando unas suculentas ganancias sin ningún compromiso duradero. A pesar de que las expectativas publicitadas en prensa apuntaban más a los 12, muchos de ellos se quedaron confiando en una resolución favorable. «En el último año, se han vendido acciones de Grifols equivalentes al 170% de su capital. El accionariado de la compañía de ahora no tiene nada que ver con el que había antes de la crisis de Gotham», explica el director del máster de Mercados Financieros de la UPF-BSM Xavier Brun. El paso atrás de miércoles, a juicio de Brun -y del resto de voces consultadas- respondía en buena medida a la venta masiva por parte de estos perfiles, intentando salir del capital sí o sí ante una recuperación mucho más lenta que la que anticipaban.

Otras análisis, sin embargo, limitan este componente al comportamiento «de rebaño» recogido únicamente el día de miércoles. A juicio del analista de mercados Javier Cabrera, la caída del primer día bajo los efectos de la retirada de la OPA «ya descontó» la huida de los oportunistas. Según el mismo experto, la caída actual se parece más a una marcada por el miedo: los accionistas, alerta Cabrera, han castigado el anuncio del nuevo refinanciamiento de la deuda, y los próximos precipicios que suponen los vencimientos. Cabe recordar que la oferta de Brookfield ya contemplaba dedicar buena parte del capital obtenido -más de 11.000 millones de euros, con participantes del calibre del Banco Santander– a cubrir el pasivo de la multinacional catalana y evitar los plazos de 2025, que ahora se han hecho extremadamente urgentes; especialmente el que llegará durante el primer trimestre del próximo curso. El CEO Nacho Abia, de hecho, ya ha ofrecido declaraciones al portal norteamericano Bloomberg asegurando que «el plan A es refinanciar los 370 millones que corresponden con bonos». Una estrategia, cabe decir, que ya funcionó el pasado mes de abril, cuando culminaron una colocación de deuda sénior de 1.000 millones de euros -lo que, a juicio de Brun, asegura el éxito de la presente-. Más allá de este bono, la compañía también explora opciones de crédito para cubrir los 948 millones que vencerían en noviembre.

Imagen de la sede de Grifols en Sant Cugat del Vallès / David Zorrakino - Europa Press
Imagen de la sede de Grifols en Sant Cugat del Vallès / David Zorrakino – Europa Press

Una deuda cara

A juicio de Clarà, llevar adelante estos dos movimientos -aunque no están exentos de riesgo- supone «dar aire» a la compañía. El conjunto del mercado coincide en que la confianza perdida desde la crisis de Gotham solo se puede recuperar generando flujo de caja libre -es decir, ingresos netos que no se tengan que dedicar a pagar el pasivo-. Así, un refinanciamiento como el anunciado por Abia debería servir para facilitar margen para publicar varios resultados trimestrales en positivo, como los que ya sirvieron para relanzar la acción el pasado mes de octubre, con ganancias por valor de 88 millones de euros. «Lo más importante ahora es ser constante», añade Cabrera. Los inversores, explica, no se fían de un solo período alcista, dado que «se pueden hacer muchas operaciones para adelantar cobros y aplazar pagos» que justifiquen un balance concreto en verde. En este sentido, celebra que la dirección «se haya movido rápidamente», y haya dejado ir la acción a corto plazo a cambio de llegar antes a los mercados de crédito y cubrir los agujeros que hay que cubrir. En caso de que lo consiga con cierto margen, apuntan los expertos, 2025 se vuelve mucho más halagüeño: no habría más vencimientos hasta 2027. Por lo tanto, tendrían dos años sin la sombra de los cobradores para rehacer su imagen. En caso de que no sea capaz de levantar el dinero necesario, la ya complicada escena se vuelve mucho más sombría: «podríamos estar hablando incluso de morosidad», advierte Clarà.

No hay motivos, según Brun, para que el mundo financiero no acepte las condiciones de la farmacéutica. De hecho, a juicio del docente, la situación de la compañía en términos contables es mucho mejor ahora que a principios del segundo trimestre. «Si entonces, con un apalancamiento de 7x, pudieron atraer 1.000 millones, ¿por qué no podrán ahora, que tienen un 5,1x?», cuestiona. Similar es la perspectiva de Cabrera, que reconoce los «problemas puntuales» del último curso, así como la «pérdida de confianza» de los inversores; pero también la capacidad de generar un negocio que consta entre los más estables en cotización. El mundo farmacéutico difícilmente cae, y menos aún una firma con «una base de activos y una posición competitiva» de los niveles de la barcelonesa. Refinanciará, pero, a precios muy elevados: ya en abril logró líneas de crédito con un retorno del 7,5%, dada la desconfianza de los capitales respecto a las capacidades de la empresa. Para el analista, el punto actual podría abrir la puerta a condiciones ligeramente más favorables, y la política monetaria del Banco Central Europeo también lo haría. «Se esperan bajadas de 25 puntos básicos en las próximas tres reuniones e incluso alguna de 50, que pueden facilitar el acceso a cobertura», celebra.

¿El negocio funciona?

Es cierto, apuntan las fuentes, que la capacidad de generar facturación nunca ha estado en cuestión, si bien algunas voces apuntan a las grietas destapadas por Gotham como «espejos» de problemas en la cadena de valor. «La contabilidad refleja el negocio de cierta manera, y si la has reportado de forma agresiva, generas mucha incertidumbre», apunta Cabrera. Brun y Clarà, así como los grandes accionistas de la compañía, están mucho más confiados respecto a su capacidad de sacar adelante el negocio. «Si miras su margen operativo, es positivamente rentable. El modelo de negocio es muy bueno, solo les lastra el sobreendeudamiento del crecimiento inorgánico», argumenta el académico de la UOC. De esta manera, las perspectivas dependen estrictamente de la capacidad de saltar los escollos de los vencimientos a muy corto plazo. Una vez estén cubiertas las necesidades inmediatas, «la clave está en la generación de caja». «Ya tienen un salvavidas, ahora les falta oxígeno; y el oxígeno es la caja», reitera el de la UPF.

En este sentido, las tres fuentes consultadas celebran la convocatoria inmediata del Capital Markets Day -la jornada dedicada a explicar a los accionistas las previsiones a medio plazo y la hoja de ruta para cumplirlas-. Cabe recordar que estaba previsto para el 10 de octubre, pero se canceló en medio del tira y afloja por la OPA con Brookfield. Para Cabrera, retomarlo es «una especie de obligación, porque el mercado les exige transparencia». La celeridad de Abia y su equipo, sin embargo, deja entrever que hay buenas noticias en el horizonte. Tanto, de hecho, que Clarà especula que el bloqueo del pasado mes podía responder a un control de la exigencia sobre la acción en el marco de las negociaciones con el fondo canadiense. «Podía incluso ser que no abriera el markets day usando el principio de prudencia, para no presionar los títulos al alza», razona el profesor, y así garantizar un precio dentro de las expectativas del entonces comprador. «El mercado tiene ganas, y más dada la visibilidad de Grifols», añade Brun, que sitúa de nuevo el free cash flow en el centro de todo. «Incluso unos buenos beneficios sin generar caja serían un mal escenario», concluye.

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