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Los grandes exportadores catalanes sobreviven con creces en el nuevo mundo «volátil»

Las exportaciones fueron el gran motor del buen rendimiento económico de Cataluña durante un 2023 que puerta, para muchos socios europeos, la etiqueta de annus horribilis. Junto a una Francia próxima al estancamiento, y en contacto con las chispas de recesión de la economía alemana, el PIB catalán creció el pasado curso cinco golpes más que la media de los 27; un hito que se explica, en gran parte, por el mercado exterior. A pesar de que el 2022 ya fue un ejercicio de récord para muchos vendedores globales con sede en territorio catalán, los posibles efectos de base no impidieron que, durante la inmensa mayoría del 2023, la facturación foránea de las empresas del país registrara crecimientos importantes, que oscilaron entre el 2 y el 24%.

Como cada año, en carreras exitosas tanto como en valles de rendimiento, el podio del éxito exterior catalán lo ocupan la química, lo automóvil y el sector alimentario. La potente agroindustria catalana, la cadena de valor del vehículo privado y un tejido científico que va desde los nuevos materiales a la farmacia siempre funcionan de puertas afuera. Desde finales del 23, pero, Cataluña llegó a un marcado valle de negocio global, con una mala racha de hasta cinco meses consecutivos en retroceso que culminó con la pérdida del 20,4% del valor exportador del pasado mas de mayo. Las cifras, justo es decir, han vuelto con creces a la normalidad: según los últimos datos del Idescat, publicadas este mismo jueves, el mes de abril se saldó con un aumento comercial del 5,6% en términos interanuales, con unos 8.500 millones de euros de ingresos generados.

Sobre estas oscilaciones, las fuentes industriales consultadas por Mundo Economía hacen una serie de matices: en primer lugar, los principales productos fabriles del país salen ganando mucho más de cinco puntos año a año. El sector alimentario crece un 12%, y factura a tocar de los 1.132 millones de euros en los 30 días estudiados por el instituto estadístico. El automóvil, golpeado en los últimos meses por la transición hacia el eléctrico, vendió el cuarto mes del año productos por valor de más de 1.375 millones de euros, un 10% más que un año antes; y la química, siempre líder, genera un valor superior a los 2.345 millones de euros, hecho que supone una escalada de más de cinco puntos si se compara con abril del 2023. Es la energía, altamente volátil y marcada por la coyuntura, la que mantiene a la baja las cifras totales: en un contexto de retorno a la normalidad del precio de la luz y los hidrocarburos, entre otros productos energéticos, la facturación del grupo correspondiente madriguera un 30% año a año; si bien hay que recordar que al inicio del primer trimestre del 2023 la espiral inflacionista todavía no se había acabado de retirar, y los estragos de la guerra en Ucrania se notaban con bastante a la factura eléctrica, tanto para particulares como para empresas. No es extraño, pues, que los verdaderos poderes exportadores catalanes coincidan a mirar con optimismo el corto y mediano plazo. Coches, comida y productos químicos están «tranquilos» -razonablemente eufóricos, incluso- en cuanto a su capacidad para vender en el mundo el 2024.

La «importante solidez» química

Es extraño, según los datos del Idescat, que Cataluña exporte un mes cualquier productos químicos por debajo de los 2.000 millones de euros: en los últimos dos años, solo ha pasado seis veces; y este 2024 todavía no se ha dado. Incluso en los periodos con más escollos para el comercio global catalán, la industria química aguantó » una solidez importante», en palabras de Juan José Meca, director general de la patronal sectorial Fedequim. La «volatilidad propia de los sectores industriales» en los últimos cursos, celebra el dirigente empresarial, no ha golpeado tanto las fábricas del país, que sostienen con bastante una resistente balanza comercial positiva durante el primer trimestre de este año. Hay, además, motivos para esperar alzas todavía más contundentes: la química básica, declara Meca, crece con contundencia; y este subsector es «el que muestra la evolución del resto». Así, sobre un cimiento productivo que gana cada vez más cuota, el resto de ramas tienen espacio para brillar. Cierto es, reconoce, que la crisis energética y el encarecimiento de materias primas supusieron un golpazo para un tejido empresarial muy intensivo: la escalada del precio del gas «afectaba mucho la química»; y los gastos asociados llegaron a subir un 50% en algunos ámbitos, hecho que, alerta, «afecta la competitividad». Ahora bien, ya el último trimestre del 2023 se notaba «cierta recuperación»; que se ha consolidado, con una cifra de negocio total próxima a los 7.000 millones de euros.

Una planta química de Cepsa / EP
Una planta química de Cepsa / EP

Como en cualquier crisis de escala global, los factores que explican el rendimiento de una industria son diversos. En su favor, la química catalana tiene una importante fidelidad de los clientes que ayuda a «mantener la demanda». «La química es muy innovadora», celebra Meca; y algunos de sus subsectores brillan especialmente a territorio catalán. Es el caso de la farmacia, un ámbito en el cual, según datos del Idescat, los compradores internacionales miran a menudo a las firmas del país. Durante los tres primeros meses del año, la facturación exterior de las compañías especializadas en medicamentos ha superado siempre los 600 millones de euros -el enero, de hecho, frotó los 670.000-. A la farmacia, pero, se encuentra una de las claves para entender la bajada interanual concentrada entre finales del 2023 y el último abril: unos fuertes efectos de base. El pasado año se concentraron ventas de récord, hecho que distorsiona la lectura de las cifras actuales. Sin ir más lejos, el instituto estadístico catalán compilación que el pasado marzo se cerraron movimientos exteriores por valor de 615 millones de euros, una cifra más que aceptable. 12 meses antes, pero, se había vendido por valor de más de 1.000 millones; un montante que, en la comparativa, deja en mal lugar incluso el más exitoso de los balances.

A esta disfunción se añade el hecho que la pandemia todavía no ha acabado de marchar de las cadenas de suministro globales. Tal como explica el mismo empresario, el 2021 y el 2022 los clientes de la química catalana, temerosos por los entonces usuales trencs en los contactos comerciales, hicieron » un importante aprovisionamiento» de los productos nacionales. Los stocks, pues, crecieron; y ante cierta estabilización, las empresas no necesitaron hacer compras al por mayor a un ritmo elevado. «La demanda se irá normalizando», explica Meca, a medida que este sobreestoc vaya haciéndose más pequeño; y el sector «es sólido». «Hicimos los deberes en exportaciones hace muchos años», se vanta el líder patronal; tanto que cada vez se penetra a más mercados. Las barreras geopolíticas con China, por ejemplo, han supuesto un golpe moderado, dado que las empresas catalanas empiezan a funcionar con bastante «en Turquía, México o India». «Nuestros principales compradores son de la UE, pero cada vez hay un impulso más importante otros lugares», concluye.

La calma de los coches

La del automóvil ha sido una de las principales historias de éxito del sector exportador catalán. Incluso en el poco halagüeño mes de marzo en que culminó el medio año de retrocesos exteriores de las empresas del país, la automoción se mantuvo cómoda, por encima de los 1.500 millones de euros facturados. Según explica a este medio el director general del Clúster del Automóvil de Cataluña, Josep Navidad, los ritmos de la industria que representa son diferentes de los del resto del tejido productivo. «Trabajamos muy a medio plazo; hasta que un modelo se anuncia hasta que sale tal calle pueden pasar ocho años», reflexiona. La volatilidad que sacude el resto del mundo empresarial, pues, afecta con más matices el mundo automovilístico. Las roturas de las cadenas de suministro durante los años inmediatamente posteriores a la pandemia los golpearon, está claro -solo hay que recordar las semanas de ERTE en Seat por la carencia de microchips-; pero, incluso durante los momentos más duros, la industria vende en el mundo a alta velocidad. Justo antes de las primeras paradas a Martorell, de hecho, el coche catalán culminó su mejor mes histórico -el marzo del 2023, con más de 1.800 millones de euros facturados-. Cómo en el caso de la química, así, la comparativa de un buen mes en un mes de récord distorsionó la tendencia; y la caída relativa registrada a final del primer trimestre no fue tal en términos absolutos.

«Entre los asociados del Clúster, todo el mundo cerró el 2023 con números muy guapos», celebra la misma Navidad; que ve una clara continuidad en un 2024 con «buenas perspectivas» en el ámbito internacional. Ahora bien, la inestabilidad llega al coche catalán por una cuestión interna: el proceso -global- de electrificación. La radical reconversión tecnológica ya se ha hecho, argumenta el director general, a la cadena de valor: los proveedores de componentes catalanes «lo han trabajado intensamente, y prácticamente todos han hecho ya el cambio». Son los operadores, pero, el que más difícil tienen mover toda su operativa. Así pues, las dudas que puede conservar la automoción del país se concentran en «los SOPs de los proyectos» -su inicio a fábrica-. Ahora bien, incluso cuando hay atrasos, los empresarios del país sostienen su actividad. «Los pedidos están; la incertidumbre no viene para que no haya demanda», sentencia Navidad. Una parada es una parada; y el producto acaba llegando a su destino. Por lo tanto, si hay contracciones, siempre irán acompañadas «de un repunte unos meses después».

Imagen de la fábrica de Seat / EP
Imagen de la fábrica de Seat / EP

Todo el mundo tiene que comer

La consolidación de la industria agroalimentaria catalana como uno de los motores económicos del país es más que un hecho. En cuanto a actividad interna, hace tiempo que se ha situado sólidamente entre las cinco más importantes de Cataluña; mientras que, mirando fronteras afuera, llega a luchar incluso por la plata. En los primeros cuatro meses del 2024, como confirma el jefe de conocimiento y estrategia de la agencia pública Prodeca Marc Oliveras, las ventas internacionales de la alimentación catalana «suben un 1,02% y superan los 5.000 millones de euros». En marzo, como el conjunto de la economía, el mundo de la comida se resintió, con una moderación de 100 millones de euros año a año; si bien es cierto que los 1.200 millones registrados a final del primer trimestre del 2023 representen la cifra más elevada en la memoria reciente. Durante abril, como confirma el Idescat, se recupera la tendencia alcista, con un incremento también superior a los 100 millones año a año. Cataluña amplía, además, su balanza comercial positiva hasta frotar el 105% -importa sustancialmente menos que exporta- y «continúa en un incremento constante». Este movimiento, celebra Oliveras, forma parte de una constante busca del valor añadido: de hecho, el aumento en la facturación absoluta del sector contrasta con un retroceso del volumen de ventas. Menos producción, productos más prémium.

La bajada de los volúmenes, pero, no supone una caída de la cuota de mercado. Así, la alimentación catalana «no está preocupada». No tiene motivos, de hecho: todo y la «desaceleración» de la demanda internacional, la industria se recupera con solidez a inicios del segundo trimestre, como confirma el superávit comercial. Con una apuesta por mercados más próximos y una demanda de mayor calidad, los vendedores globales del país tienen los suyos fans más acérrimos a Europa; con Francia, Italia y Polonia al frente. Ahora bien, como explica el representante de Prodeca, durante la segunda mitad del año acelerarán las compras de mercados como la América Latina, que sirven de «estabilizador» para sus resultados a partir del verano. Ramas como la vitivinícola auguran una expansión todavía más pronunciada a partir de junio. El vino, junto con el cárnico, la hortaliza y el aceite, sostienen la bastante comercial de una Cataluña que prevé «continuar creciendo progresivamente». A medida que la situación se normalice, además, los volúmenes se irán recuperando; y, a unos precios mejor valorados, la facturación escalará todavía más. La comida catalana, pues, no tiene prisa.

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