El vino siempre ha sido un producto muy tradicional. De este modo, un país como Cataluña tiene un número muy alto de consumidores de esta bebida alcohólica. De hecho, la cerveza y el vino son las grandes estrellas de las socializaciones catalanas y las fiestas sin estas opciones no tienen el mismo gusto. Aun así, el vino es un producto que siempre se ha hecho del mismo modo, con sus pros y sus contras, y poca gente se arriesga a cambiar la situación y poner sobre la mesa alternativas -igual o más eficientes- en este sector. Joan Anton Romero ha sido uno de los emprendedores que ha querido darle una oportunidad a la nueva manera de beber vino. Glass Canned Wines, la empresa de la cual es fundador, es una start-up que ha triunfado por todas partes con su propuesta de vinos de calidad en lata. Con un diseño rompedor y combinaciones de éxito, la compañía ya trabaja con centenares de clientes en el extranjero, pero continúa con Cataluña el jefe, un mercado que «todavía no está preparado», como él mismo explica.
El camino de la start-up catalana empieza en 2018, cuando Romero empezó a ver que había cierto de interés en el mundo anglosajón por las alternativas al vino tradicional. De hecho, en los Estados Unidos hace años que se habla del vino enlatado y de sus innumerables ventajas ante las botellas. Aun así, el consumo de esta bebida todavía es muy desconocido a buena parte del planeta y sobre todo en Cataluña, donde no hay muchas compañías que se dediquen. Glass Canned Wines es una marca que trabaja con un total de cinco vinos y espumosos diferentes: negro, rosado, blanco, cava y cava rosado. Tal como explica Romero: «Trabajamos con bodegas de calidad que nos venden su producto para comercializarlo con nuestra marca». Así pues, la compañía catalana hace de puente entre el producto y el resultado final, que actualmente vende en grandes cantidades en el extranjero y en grado más bajo en el territorio.
Si hablamos de cifras, la compañía tiene cinco trabajadores, pero el fundador asegura que «están buscando más gente para unirse en el equipo». En este sentido, la estrategia de la marca es ir creciente a medida que el mercado se vaya preparando. Su público más grande son las empresas como hoteles, supermercados o incluso aeropuertos. «La medida de los espacios y las condiciones depende mucho del país donde estés exportando», explica Romero, que confirma que hay comercializadores que le compran en grandes cantidades y otras que es consumo mucho más pequeño. El que sí que es una evidencia es que centenares de locales en todo el planeta ya venden sus productos, una razón para pensar que «el consumo puede estar en auge», dice el fundador de la compañía. La otra línea de negocio es la venta al consumidor directamente, a través de la página web. A pesar de que Romero explica que tienen algunas ventas, el peso principal de su facturación va ligado a las empresas y no a los clientes individuales.

Catalanes, un mercado que no está preparado
A pesar de que la start-up catalana tiene gran éxito fuera del territorio, los está costando encontrar un lugar en el mercado catalán, porque «es muy tradicional», como lamenta Romero. Sin embargo, el mismo fundador reconoce que «la mentalidad está cambiando cada vez más». De este modo, aquello que antes se veía impensable podría convertirse en una alternativa. Romero pone el ejemplo del tapón de vino con rosca y considera que se le ha dado una imagen de producto de mala calidad, cuando, realmente «si tienes un vino joven, no necesitas un tapón de corcho», argumenta el fundador, que, además, confirma que es mucho más difícil de reciclar.
Una apuesta sostenible
El que hace Glass Canned Wines una alternativa muy exitosa es su respeto por el medio ambiente. De hecho, Romero confirma que las latas son menos contaminantes que el vidrio, puesto que de este segundo, «solo se puede reciclar un 33% por botella», porque después se pierde la calidad. Así pues, las latas acaban siendo la alternativa más respetuosa con el cambio climático. Además, también pesan menos, el que provoca que los gastos de transporte y la contaminación también se reduzcan. Aparte, el tiempo que se tarda ha vuelto a utilizar una lata una vez reciclada es mínimo. «Tenemos estudios que demuestran que desde el momento que el producto sale del lineal, se consume, pasa por todos los procesos y vuelve al lineal, solo pasan 60 días de media», explica Romero.
En cuanto a la sostenibilidad, la compañía también está muy inmersa en los precios justos que se tienen que pagar a los productores del vino que después ellos vienen. En este sentido, la misma página web de la empresa confirma que trabajan para respetar toda la cadena de producción. «Queremos pagar precios justos y tratar con dignidad las personas trabajadoras«, insisten, haciendo referencia a la mala calidad de vida que tienen algunos vinicultores por la carencia de precios competentes en el mercado.
Además, tal como explica Romero, su apuesta por la lata va más allá de las posibilidades del reciclaje, si no que también busca la comodidad de los consumidores. «Los chiringuitos, terrazas donde está prohibido el vidrio… estos establecimientos necesitan una alternativa como la nuestra», dice el fundador quien, aparte, asegura que por el consumo individual es una gran solución. «Si te quieres hacer un par de copas de vino a casa, tienes que comenzar una botella que ya no podrás usar. En cambio, con las latas, el vino no pierde calidad porque es un envase nuevo cada vez», dice Romero.