El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, ha reivindicado la estabilidad que ofrece su gobierno ante una importante representación del empresariado catalán. Poco después de cumplir 100 días al frente del ejecutivo, el líder socialista ha sido el encargado de clausurar la jornada del lobby empresarial FemCAT; una celebración que este año se multiplicaba: coincide con el vigésimo aniversario de la entidad. En su intervención desde el atril del Petit Palau, anexo al Palau de la Música Catalana, Illa se ha comprometido con el sector privado a ofrecer «infraestructuras, educación para nutrir de talento el mundo empresarial y, también, espíritu pragmático y actitud de colaboración». En la búsqueda del entendimiento entre las administraciones y la iniciativa de negocio se ha encontrado con el presidente de la organización, Oriol Guixà, que ha defendido la colaboración público-privada como herramienta para «evolucionar el estado del bienestar para que sea sostenible». «Hay que promover la actividad empresarial», ha declarado Guixà.
Los espacios de encuentro entre empresa e instituciones se vuelven imprescindibles, a juicio de Illa, para generar la «prosperidad compartida y sostenible» que busca para Cataluña; un objetivo que incluye criterios «económicos», pero también «sostenibles». En este sentido, ha reivindicado el rol del empresario -«pequeño, mediano y grande»- en el avance del entorno económico. Un entorno, celebra, que muestra una buena salud, dado que el PIB del país avanza a un ritmo del 3%, mucho superior al de los vecinos europeos; e incluso del español, que se prevé que se expanda en poco más de dos puntos en el presente curso. Para continuar haciéndolo, reclama una buena integración de los flujos migratorios, ya que «el paisaje humano de Cataluña está cambiando y lo seguirá haciendo en el futuro». Esta meta, sin embargo, reclama políticas públicas que abran la puerta, con la gestión de la vivienda en el centro -el gran reto, para Illa, para «avanzar en la cohesión social»-. Paralelamente, Guixà ha pedido «mecanismos» para favorecer la integración de las personas migradas en el mundo empresarial.

Innovar en Cataluña
Durante la jornada, ponentes diversos han tratado algunos de los grandes retos que la empresa catalana enfrentará en los próximos años, desde la geopolítica en las fronteras, pasando -como ya es norma en cualquier foro empresarial- por la innovación. A juicio de la profesora de investigación ICREA en la Universidad Pompeu Fabra Gemma de les Coves, el impulso innovador debe ser un «motor de solución de problemas» sin un final definido. Para la experta, doctorada en física cuántica, innovar significa cambiar de paradigma -un ejercicio que, a su vez, crea nuevos problemas que deben resolverse con investigación y desarrollo-. «La innovación nos coloca al principio del infinito», reflexiona De les Coves.
En este contexto, el director general del negocio de impresión 3D de HP y del centro internacional de la multinacional en Sant Cugat del Vallès Ramon Pastor ha hecho un llamado a la diferenciación en los procesos innovadores. «Es muy diferente innovar en Barcelona, que en Baviera, que en Boston, que en Shanghai. Si hacemos una estrategia basada en las fortalezas, saldremos ganando», recomienda el directivo; celebrando la «gran capacidad de captación de talento» que detecta en Cataluña. En este sentido, el país cumple cada vez más las características necesarias para su evolución: talento, actitud y capital, según explica el que fuera vicepresidente ejecutivo del Massachusetts Institute of Technology Israel Ruiz. «La diferencia entre crear cosas en Cataluña y traerlas de fuera es que las primeras son autóctonas, y las segundas las hace todo el mundo», declara el experto.
Todo esto, sin embargo, se produce en un contexto de inestabilidad geopolítica que complica el desarrollo de cualquier iniciativa empresarial. Un ejemplo, tal como recuerda el fundador y CEO de Pret-A-Com Ignasi Puig, es la segunda victoria de Donald Trump en las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos. A pesar del revés económico que pende del programa económico trumpista, Puig se ha mostrado escéptico: el «maximalismo» electoral, ya en la primera presidencia del líder republicano, se vio sustituido por el «posibilismo» de la gestión. Así, buena parte de los temores del mundo económico global no llegarían a materializarse. Además, el impacto de la Casa Blanca, añade el director de la filial de Horus Development & Consulting en Londres David Miró, es menor que décadas atrás, debido principalmente al «Asia-centrismo» del mundo del siglo XXI. China, así, «cuestiona el liderazgo mundial» de los EE.UU.; y las decisiones tomadas en Beijing pueden ser tan relevantes o más que las de Washington.

Sin miedo a la IA
Más allá en el futuro ha marchado el vicepresidente de Google y líder del equipo de producto en IA en el gigante tecnológico Xavier Amatriain. En su ponencia, la última antes de la clausura de la jornada, el experto ha reivindicado la «revolución» que han supuesto los avances de la inteligencia artificial en los últimos años; especialmente en lo que respecta al advenimiento de la IA generativa, una tecnología que considera «superhumana». Ante la representación empresarial presente en la jornada, Amatriain ha alertado que las nuevas herramientas están «modificando las hojas de ruta» de muchas compañías, dadas las capacidades que ofrece. Si bien las decisiones finales, sostiene, «son para los humanos», la IA se acerca a superar a los usuarios en capacidad en muchos aspectos clave. «Tendremos que aceptarlo con humildad», asegura el directivo.
Ahora bien, la aproximación a la tecnología debería darse, según reclama, desde estadios formativos iniciales si los beneficios de la misma han de quedarse en Cataluña. «La educación es el factor más importante para determinar el éxito de un país durante una revolución tecnológica», como la presente; aún más con la transversalidad de una técnica que «afectará a todos los sectores profesionales». Se convertirá en esencial, pues, una oferta formativa que ayude a la «rápida adaptación» de los trabajadores a las nuevas rutinas y funcionalidades; pero también una «inversión en infraestructura básica y competitiva» para impulsar esta transformación y limar las resistencias que puedan surgir entre la población. «No debemos temer a este futuro que nos viene», concluye.