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Farmbrots, el cultivo urbano que puede salvar el mundo de una crisis alimentaria

La población mundial crece cada año, un dato que empieza a alarmar algunos expertos que pronostican que la producción de alimentos tendrá que aumentar notablemente para alcanzar toda la sociedad. Además, el cambio climático continúa siendo un problema estructural del mundo y sus consecuencias, como por ejemplo la sequía que se está sufriendo en Cataluña, ponen en peligro los cultivos ya existentes y dificultan la manera de trabajar de los campesinos actuales. En definitiva, la necesidad de los cambios en la tradicionalidad del cultivo son evidentes y ya son muchas las empresas que buscan la manera de conseguir encontrar una solución rápida y sostenible. Una de ellas es la catalana Farmbrots, una compañía que ha conseguido ahorrar un 95% de agua respecto al cultivo tradicional a través de su plantación de microgreens, plantas jóvenes y comestibles que no solo tienen una gran cantidad de nutrientes, sino que son muy fáciles de cultivar.

«Tenemos una plantación interior donde cultivamos productos frescos», explica Òscar Valls, fundador y CEO de la start-up catalana. Desde un edificio en el centro de Barcelona, Farmbrots tiene unas veinte variedades de diferentes verduras que cultivan con el que se denomina un regadío vertical, una manera innovadora de hacer crecer las plantas, que no solo es más sostenible, sino que conserva los nutrientes de los productos. «Siempre se habla del reto proximidad y tener un cultivo en medio de la ciudad es una iniciativa que puede ayudar al objetivo», especifica el fundador, que decidió montar el proyecto porque quería hacer algo que «tuviera un retorno a la sociedad». Actualmente, la compañía trabaja con más de una cincuentena de restaurantes con los cuales tiene acuerdos para proporcionarlos diferentes tipos de verduras. Además, también han abierto una línea de suscripción por consumidores, que pueden recibir su pedido a casa.

Una persona trabajando en uno de los cultivos de Una persona trabajando en uno de los cultivos de Farmbrots / Cedida / Cedida
Una persona trabajando en uno de los cultivos de Farmbrots / Cedida

Los microgreens son plántulas -el que serían los embriones de las verduras- comestibles jóvenes y tiernas, producidas a partir de entonces de varias especies. Según la especie utilizada, pueden ser recolectadas después de tan solo 7-21 días desde la germinación, cuando se han formado las primeras hojas. Este tipo de producto es muy sencillo de cultivar y, aparte, tiene un valor nutricional mucho por encima de la media: «Son superalimentos y no la mierda que comemos de normal», explica Valls, que hace referencia a los alimentos ultraprocesados que hay al mercado. Este tipo de cultivo es mucho más sostenible y se aleja de la agricultura normal. Aparte, también se puede cultivar en las ciudades, el que provoca que sea una buena alternativa por reducir gastos de transporte, así como la contaminación que también genera exportar la comida. «En general, es más eficiente, más rentable y más sano», añade el fundador de Farmbrots.

Desde rábanos, hasta diferentes tipos de mostazas, pasando por girasoles y albahaca, el cultivo de la compañía catalana es muy variado y proporciona gran cantidad de productos a sus clientes, sean restaurantes o consumidores finales. Aun así, sus alimentos tienen un 40% más de vitaminas que los productos tradicionales y su cultivo es sin pesticidas, puesto que son interiores y, por lo tanto, no están expuestos a los cambios meteorológicos o a los animales. En cuanto al agua, uno de los temas más preocupados a estas alturas, su manera de cultivar hace que el ahorro de agua crezca, porque en la agricultura tradicional, «se pierde más del 90% del agua», explica Valls, que asegura que con su método, «la planta coge el agua que necesita».

Una industria complementaria en el presente, pero sustitutiva en un futuro

A pesar de que el modelo de agricultura tradicional está pasando por una gran crisis, todavía hay mucha confianza en la supervivencia del sector. De hecho, el fundador de Farmbrots asegura que su empresa «es complementaria» al cultivo tradicional, pero sobre todo se convierte en la alternativa perfecta para las ciudades. «Nuestro proyecto es de cultivo urbano», reconoce Valls. En este sentido, la tradicionalidad del campo todavía se encuentra muy arraigada en la población rural, pero la ciudad empieza a ser un núcleo problemático, con grandes cantidades de conductores colapsando Barcelona para poder transportar todo aquello que se ha cultivado fuera. «Con nuestra empresa podemos alcanzar la ciudad, sin depender de los cultivos exteriores», afirma el fundador, que a pesar de que todavía tiene una plantación pequeña, espera hacerla crecer y «trasladarla a otros cascos urbanos catalanes».

«La agricultura es el modelo más antiguo del mundo, pero el que menos se ha modernizado con el paso de los años», lamenta Valls, que confirma que su idea innovadora está inspirada en empresas de los Estados Unidos, que «solo los llevan diez años de ventaja». De este modo, Farmbrots quiere ser la alternativa inteligente y sostenible a las pérdidas de los cultivos actuales, pero su CEO modera su ambición y continúa repitiendo que, de momento, es una industria que tiene que convivir con la agricultura tradicional. Sin embargo, Valls alerta que el cambio se tiene que empezar a producir porque «si queremos alimentar en el mundo en 2050, los próximos 27 años necesitamos producir la misma cantidad de alimentos que producimos durante los últimos 8.000 años«.

El producto final de Farmbrots, listo para entregar / Cedida
El producto final de Farmbrots, listo para entregar / Cedida

Remedios tradicionales más allá de la comida

Farmbrots, que actualmente tiene diez trabajadores, no solo está interesada a vender sus productos por uso alimentario, sino que explora alternativas para otras muchas industrias. A pesar de que la tecnología todavía no está bastante avanzada, la compañía barcelonesa ya está estudiando la manera de extraer los microgreens para hacer «cosméticos, cápsulas u otras cosas», dice el fundador, pero reitera que «todavía lo están investigando». Si bien es cierto que iniciativas como la de Valls podrían salvar el mundo de una crisis alimentaria, todavía hay mucha reticencia de la población a hacer el cambio, y todavía más de las empresas. Es por eso que Farmbrots está ubicado en un espacio donde también se hacen cursos de nutrición y yoga, una manera de concienciar la gente; porque tal como describe el mismo fundador: «Las empresas no harán nada hasta que no tengan algo que perder» y, por lo tanto, «el consumidor tiene el poder de cambiar las cosas».

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