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En busca de los cuatro billones: Nvidia asalta la historia en la bolsa

Nvidia se ha convertido, en los últimos dos años, en el notario de la salud de la gran industria tecnológica. Cuando el capital confía en las inversiones TIC, la multinacional que dirige Jensen Huang se dispara hasta máximos casi inauditos; mientras que siempre que las carteras dedicadas a la IA se enfrían, se sienten estornudos en el campus de Santa Clara. La escalada del valor de la empresa, antes conocida solo entre los amantes de los videojuegos, no tiene parangón histórico: en 2022, un título de Nvidia valía poco más de 12 dólares. Tres años después, roza los 159, un incremento del 600% en solo 36 meses que ha contribuido a la excepcionalidad bursátil de las big tech estadounidenses.

Ahora, aspira a alcanzar un nuevo cielo: si supera los 163 dólares por acción, su capitalización total se elevará por encima de los 4 billones de dólares, unos 3.4 billones de euros; y se convertiría en la empresa más valiosa de la historia solo unos meses después de entrar al club de los 3 billones y desbancar a Apple del cajón más alto del podio. Los analistas están desconcertados, porque, a pesar del valor disparado, no hay indicadores que apunten a un sobrecalentamiento de la acción. «No tenemos signos de sobrecompra», detalla el experto en dirección financiera y profesor de Economía en la UOC, Joaquim Clarà. De hecho, el consenso de los observadores es aún más ambicioso, con una medida objetivo de 174 dólares por título, un nivel que la acercaría a los cuatro billones.

La clave de Nvidia, como apuntan los expertos consultados, es su inmensa demanda. No solo en términos cuantitativos: los principales jugadores de la industria miran hacia ella en busca de unidades de procesamiento gráfico y chips de memoria esenciales para implementar cualquier solución avanzada de inteligencia artificial. En la cartera de clientes que domina Huang destacan compradores de la escala de Microsoft, Apple, Amazon o Alphabet, la matriz de Google. Por tanto, cada vez que una gran tecnológica anuncia una nueva inversión capex en el avance de la IA, es Nvidia quien aparece al otro lado de los contratos.

Indicadores de la bolsa de Nueva York / EP
Indicadores de la bolsa de Nueva York / EP

Esto significa, sin embargo, que cualquier sombra de duda en todos los rincones del mundo tecnológico acaba arrinconando su valor. De hecho, durante la segunda mitad de 2024 perdió la condición de firma más valiosa del mundo en favor de Apple, lastrada por varios ciclos bajistas en la confianza de los inversores a corto plazo en la IA. También el efecto Trump les afectó: el único fabricante del mundo que puede asumir sus diseños, TSMC, se encuentra en Taiwán; lo que pone en peligro cualquier alianza comercial entre amenazas de aranceles. Ahora ha vuelto a escalar a su pico histórico, acompañada, en palabras del analista de mercados Javier Cabrera, de un «rebote del mercado americano general liderado por las 7 magníficas».

Las oscilaciones de la IA, entre coyunturas y amenazas

Así, siempre que los capitalistas de Nueva York han temblado en su apuesta por la IA -con los aranceles, o en algunos períodos de resultados trimestrales en que las magnificent han incumplido las previsiones-, Nvidia ha sido la principal víctima. Sin ir más lejos, con los primeros anuncios de barreras comerciales con China, los títulos perdieron cerca de un 40% de su empuje: el pasado mes de febrero, cayeron por debajo de los 100 dólares, una caída histórica en solo un puñado de semanas. Para Clarà, estas sacudidas responden a la actividad de los inversores cortoplacistas, mucho más marcada por la percepción del beneficio inmediato. «Las subidas son estructurales, mientras que las bajadas dependen de la coyuntura», sostiene el experto. Menos halagüeña es la visión de Cabrera, que ve en la inestabilidad pasada una prueba de los futuros obstáculos que podrían frenar el crecimiento de la empresa. «Prácticamente todo su valor es a futuro», apunta el analista: es decir, los inversores no ven retornos inmediatos en el negocio de la IA, sino que apuestan por las proyecciones que se hacen a tres, cinco o 10 años vista. «Y esto genera más incertidumbre que en cualquier otro punto del mercado».

Aun así, la empresa ha conseguido saltar por encima de la desconfianza de los observadores externos. Cerró el año fiscal 2025 con beneficios históricos, cerca de los 73,000 millones -un 113% más que el año anterior-; mientras que ha comenzado el ejercicio 2026 aún al alza. Los ingresos hasta marzo de este año se expandieron hasta los 44,000 millones de dólares, un 69% más que un año antes. El balance, como recuerda Cabrera, ha superado con mucho las expectativas del consenso financiero, que preveía un enfriamiento debido a la guerra comercial con China. «Los aranceles no han hecho tanto daño como se esperaba, y esto ha disparado la confianza inversora», continúa el analista. Aun así, el mismo Huang ha reconocido que la política comercial de la Casa Blanca puede «aislar completamente» a la empresa de sus clientes chinos, que constan entre los grandes consumidores de soluciones de IA del planeta. Por tanto, la perspectiva para el futuro inmediato es, como mínimo, incierta.

El presidente electo de los Estados Unidos Donald Trump / EP
El presidente electo de los Estados Unidos Donald Trump / EP

Los tres enemigos de las tarjetas gráficas

De hecho, las primeras horas de la jornada local en el Nasdaq, el selectivo tecnológico neoyorquino, han enfriado los ánimos en Santa Clara: los títulos se han dejado cerca de seis décimas, y ya cotizan por debajo de los 158 dólares. Lo hace a solo 24 horas del fin de la tregua arancelaria ofrecida por Trump a sus socios comerciales, anclada por los temores de los compradores a un nuevo agujero bursátil como el de febrero. «Los especuladores ven la saturación en el mercado y salen hacia valores refugio», diagnostica Clarà.

A pesar del carácter coyuntural de este retroceso, hay pulsiones bajistas en el entorno inmediato de la empresa. En primer lugar, la dependencia de TSMC, que limita la capacidad productiva. La taiwanesa es la única firma capaz de ensamblar chips de menos de 7 nanómetros, los que diseña Nvidia. «Las fábricas de Taiwán ya están al límite, y, sin ellas, no se podrá proveer a todo el mercado», avisa Cabrera. Los límites fabriles de la Semiconductor Company, como las barreras comerciales, pueden crear agujeros que tengan que tapar las empresas locales. Las fuentes financieras consultadas miran hacia la gran tech china y, principalmente, hacia Huawei. «Es posible que le quiten cuota de mercado en el país, y acaben por comérsela», sostiene. El tope chino podría empeorar las condiciones que han fundamentado la reciente subida, y dificultar que «superen las expectativas en próximos trimestres». Una ralentización de los ingresos por debajo de las proyecciones exteriores, ya muy exigentes, puede poner un nuevo tope al valor en el mercado abierto.

Finalmente, los clientes de Nvidia, incluso los estadounidenses, son conscientes de que dependen mucho de ella, seguramente demasiado. De esta manera, mientras continúan consumiendo sus productos, algunas de las grandes tecnológicas buscan desarrollar sus propios chips de memoria y gráficos. Ya se atribuyen iniciativas en este sentido a Amazon, Meta y Alphabet; y, en menor medida, a Microsoft. En caso de que lo consigan, la parte del pastel que se quede en las arcas de Santa Clara será mucho más pequeña; y, con ella, el valor de la acción. «Todas las fuerzas competitivas hacen pensar que Nvidia tendrá menos peso en la industria, y una mayor competencia», argumenta Cabrera, que añade a la también fabricante de GPUs AMD a la lista de rivales inmediatos.

La triple amenaza, sin embargo, aún no ha hecho daño a la cotización; lo que confirma que los accionistas más dinámicos aún ven valor a corto plazo. De hecho, de los más de 80 analistas que observan Nvidia, más de 70 recomiendan comprar aún más acciones; mientras que solo uno pide a sus clientes que vendan. Para Cabrera, el capital «está esperando que esté más cerca la llegada de la competencia». «Las expectativas sugieren que aún queda tiempo», remata el analista; tiempo suficiente para que Huang y los suyos dejen atrás el techo histórico de la bolsa.

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