Las empresas y las mujeres siempre han tenido una relación turbulenta. La imagen de la mujer trabajadora es parte del imaginario colectivo actual, pero la mujer directiva o emprendedora todavía tiene un largo camino por recorrer. Si bien es cierto que hay una tendencia creciente de mujeres que empiecen a montar sus compañías, todavía es un porcentaje pequeño ante los hombres. Si hablamos también de las mujeres que dirigen las empresas, la media se reduce. En definitiva, las emprendedoras se ven empoderadas para lanzarse a la piscina y el sector las responde despacio, con algunos cambios, pero lejos de la igualdad real.
«Todavía hay una cultura del liderazgo tradicional muy marcada», explica Vanesa Díaz, CEO de LuxQuanta, una de las cuatro empresas del mundo que hace seguridad cuántica y la única dirigida por una mujer. La historia de Díaz en el sector demuestra que la situación es cada vez más favorable para las mujeres y las oportunidades están más al alcance. Aun así, algunos de los sectores más innovadores todavía están muy masculinizados. Por ejemplo, la CEO de LuxQuanta describe que la tecnología es un ámbito con mucha presencia masculina y aunque ella haya conseguido liderar un proyecto en este sector, las mujeres se encuentran en minoría. «Es un camino que recorro yo y muchos para conseguir la diversidad», reconoce. En este sentido, ella no habla de mujeres, sino de la necesidad de introducir diferentes modelos de liderazgo en las empresas, una manera de hacerlas más eficientes a ojos del mundo.

Precisamente la diversidad es uno de los grandes descubrimientos de la nueva era de empresas. Según un informe de McKinsey -una empresa de consultoría con sede en Barcelona-, las empresas que tienen una mayor diversidad de género en sus equipos directivos tienen un 21% más de probabilidades de tener una rentabilidad superior a la media que las que tienen una menor diversidad. De hecho, las emprendedoras entrevistadas aseguran que esta es una tendencia verídica y Díaz reconoce que su percepción es esta. Aun así, también hay que recordar que las mujeres directivas todavía son una novedad. En el último informe de Acció titulado
Así pues, las mujeres emprendedoras se enfrentan al reto de la diversidad como primera dificultad del sector. Cuando hay mucha masculinización -que va ligada en una clase de liderazgo más directo o incluso agresivo- una mujer directiva aporta una nueva mirada, que no siempre es bienvenida desde el principio. «Antes de tener el cargo de CEO me di cuenta que muchos hombres hablaban antes con mi pareja que conmigo», explica Elisabet del Valle, CEO de Onalabs, una start-up puntera en Cataluña en el sector de la salud. Estas situaciones en el ámbito de trabajo denotan que los sesgos están más interiorizados de lo que nos pensamos y a veces las voces de las mujeres quedan en segundo plano. Aun así, Del Valle confirma que cuando le dieron el cargo «la situación cambió». «Es parte de la cultura general pensar que si una mujer está en una sala llena de hombres, no es ella la CEO», lamenta Díaz, quien asegura que ella misma se ha encontrado en situaciones en que ha tenido esta mentalidad, por eso reconoce que «es un esfuerzo tanto masculino como femenino cambiar esta perspectiva».

Emprender, un reto para hombres y mujeres
Construir una empresa desde cero es una tarea complicada, tanto por hombres como por mujeres. Históricamente, los hombres han estado menos sometidos a tareas del hogar y la crianza, lo que ha provocado que muchos de ellos tuvieran el tiempo necesario para montar una compañía. Aun así, el camino es complicado por los dos géneros. Tal como explica Rat Gasol, emprendedora, experta e inversora de empresas emergentes, «emprender supone muchos sacrificios y dedicación, independientemente de si eres hombre o mujer; conciliar o no conciliar cuando emprendes es una cuestión estrictamente personal». En este sentido, Gasol asegura que «cada vez se igualan más los roles», pero que es evidente que «siempre se tiene que apoyar al emprendimiento femenino».

Esta es la tarea que tienen organizaciones como WA4STEM, un grupo de mujeres inversoras que apuestan para sacar adelante proyectos liderados por mujeres. Porque es evidente que el talento no tiene género, pero se necesiten espacios seguros y con proyección desde donde las mujeres pueden ver hacerse realidad su sueño. Como colectivo minoritario en las empresas emergentes, las mujeres emprendedoras todavía necesitan convocatorias, ayudas o inversiones dedicadas únicamente al talento femenino. «Me da la sensación que ha crecido el número de mujeres emprendedoras, pero todavía nos queda un largo camino por la igualdad», asegura la CEO de Onalabs, puesto que su empresa también consiguió lograr retos bajo el ala de WA4STEM.
Invertir en mujeres como activo de valor
Asociaciones, entidades y clubes también trabajan para descubrir y cuidar el talento femenino. El Barcelona Health Hub (BHH), por ejemplo, es una de las primeras asociaciones dedicadas a las start-ups de salud que es dirigida por una mujer. Eva Rosell, CEO de la entidad sin ánimo de lucro, reconoce que su equipo es muy equitativo y, por lo tanto, trabajan con la igualdad de manera diaria. «Tenemos una obsesión con encontrar la equidad», relata la directiva. Aun así, las carencias del sector son palpables, puesto que el BHH acompaña a unas sesenta empresas, pero solo hay nueve mujeres que dirigen las compañías. «Nosotros no podemos discernir las empresas por género, pero siempre intentamos visibilizar el papel de la mujer en las empresas», dice Rosell. En este sentido, la entidad hace charlas, debates y paneles donde han puesto por norma interna tener mujeres que presenten, para visibilizar que «en el sector salud también hay mujeres». «Hemos llegado a cancelar paneles por no tener ponentes femeninas», explica la CEO del BHH.

Otro de los grandes espacios catalanes que acompaña las mujeres, pero sobre todo los presta un lugar seguro desde donde empezar su etapa como emprendedoras es Juno House, el primer club de mujeres del mundo. Alejado de los míticos espacios de hombres que había históricamente en los Estados Unidos, Juno es una apuesta por el empoderamiento femenino, dirigido por cuatro mujeres. Las tres fundadoras: Natalie Batlle, Liana Grieg y Eva Vila-Massanas; y la directora de operaciones, Carla Crespo. «Tenemos más de 600 socias con ganas de compartir y emprender», explica Batlle, que considera su iniciativa como todo un éxito por el emprendimiento femenino, puesto que «cuando nació no tenía precedentes». De hecho, ella misma explica que la tarea de Juno House es acompañar a las mujeres y darles un espacio desde donde sus ideas puedan ser escuchadas y visibilizadas. «Es muy triste que solo el 2% de las empresas de Europa que facturen más de 2 millones de euros estén formadas por un 100% de mujeres», dice Batlle.

El cambio de tendencia del emprendimiento es un trabajo conjunto que se tiene que hacer y se hace entre hombres y mujeres. No hay ningún secreto para el éxito ni un liderazgo que haya probado ser lo más efectivo, pero la diversidad y el cuidado de las mujeres en las compañías produce un efecto beneficioso para estas. Mientras organizaciones como las mencionadas continúan con su tarea de acompañamiento, cada vez más mujeres se lanzan a emprender y llevan bajo el brazo proyectos innovadores y punteros que se convierten en parte del engranaje para cambiar el mundo. El apoyo entre las emprendedoras femeninas también ayuda a lubricar este mecanismo, porque tal como recuerda Liana Grieg (Juno House): «Cuando estás acompañada, te sientes cómoda para explicar no solo tus triunfos sino tus derrotas». Y aquí es donde realmente parece que hay la clave del emprendimiento.