La batalla corporativa para adquirir Warner Bros. recibe aún más carga política. El enfrentamiento entre Netflix y Paramount Skydance para integrar el histórico estudio, un movimiento con el potencial de marcar el futuro de Hollywood, tiene un nuevo protagonista, y uno muy cercano a la Casa Blanca: Jared Kushner, el yerno y exasesor superior del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, consta entre los inversores que quieren apoyar a David Ellison -hijo del magnate tecnológico Larry Ellison- para continuar la expansión de su firma, Skydance, anexando Warner.
A diferencia del primer mandato, en el que el presidente mantuvo a la familia muy cerca de los engranajes del poder, Kushner no forma parte de la estructura ejecutiva de la Casa Blanca, aunque ha estado presente en varios actos oficiales, como el encuentro de los enviados del Despacho Oval al Kremlin con el presidente ruso, Vladimir Putin. Al ceder Trump la presidencia, el yerno creó el fondo de capital riesgo Affinity Partners como vehículo para capitalizar las relaciones que construyó durante su estancia en el Ala Oeste. Es esta firma, especializada en captar capital de teocracias del golfo -destaca el PIF, el fondo público controlado por el príncipe saudí Mohammed bin Salman- la que participará en la oferta de Paramount para intentar convencer a los accionistas de Warner Bros.

Un giro político
El punto más contencioso de la posible participación de Ellison y Kushner en el capital de Warner Bros. es el control que adquirirían sobre uno de los principales canales informativos de los Estados Unidos y del planeta, la CNN, que forma parte de la división global de la corporación opada. Con la integración de Paramount bajo el paraguas de Skydance, la familia del billonario fundador de Oracle se aseguró el control sobre otra de las televisiones informativas más relevantes de EE.UU., la CBS; y entregó todo el contenido periodístico a la personalidad conservadora Bari Weiss -una columnista pro-israelí y próxima a los ideólogos ultra de la ilustración oscura que abandonó el New York Times por el supuesto apoyo del diario a las manifestaciones del movimiento Black Lives Matter durante la pandemia-.
Expertos y personalidades mediáticas ya han criticado la participación de Kusnher en el posible trato por Warner. En declaraciones a la agencia Reuters, Nell Minow, presidente de la consultora ValueEdge Advisors, aseguraba que «si impartiera una clase en una escuela de negocios sobre un conflicto de intereses, esta sería la prueba A». Por su parte, el consejero general de la asociación cívica Project on Government Oversight (Proyecto para la vigilancia del gobierno), Scott Amey, ha alertado que «la línea entre el gobierno y el negocio familiar se hace más invisible cada día» para Trump y su entorno. Cabe recordar que el presidente ha aumentado la presión sobre la CBS recientemente, especialmente a raíz de la emisión de una entrevista con Marjorie Taylor Greene, una congresista conservadora por el estado de Georgia que antes formaba parte de los apoyos más vocales del presidente dentro del partido Republicano, pero que ha girado en rechazo a sus políticas, hasta el punto de abandonar su escaño a partir del próximo 5 de enero. «Mi problema con el programa no es la traidora, es que la nueva propiedad de la cadena, Paramount, haya permitido que se emita», amenazaba el presidente. Todo ello, en paralelo a la toma de control de Ellison, a quien ha calificado a menudo de «gran persona».
Las cifras de la venta
Los movimientos políticos se producen después de que Paramount Skydance haya saltado en medio de las negociaciones de concentración entre Netflix y la directiva de WBD para adquirir el estudio. La plataforma de streaming que dirige Ted Sarandos puso sobre la mesa una oferta de 78.000 millones de dólares, unos 27,5 dólares la acción, para completar una operación que, en su caso, dejaba fuera de la ecuación la CNN y su división global. La directiva de Warner aceptó la oferta de Netflix y rechazó una operación amistosa de Paramount, que ahora intentará efectuar una adquisición hostil por cerca de 109.000 millones de dólares. Para Ellison, el movimiento sirve para «acabar lo que empezamos».

