Un año después de la irrupción en la escena financiera de la OPA hostil del BBVA sobre el Banc Sabadell, las condiciones son muy diferentes. Desde las primeras semanas de mayo de 2024, cuando el banco con sede en Bilbao se lanzó a adquirir a su competidor catalán sin acuerdo con la directiva, las acciones del primero se han revalorizado un 23% -desde los 10,2 euros de entonces hasta los 12,07 donde se mueven ahora-. Las del Sabadell, por el contrario, han visto su cotización acelerada cerca de un 60%, desde 1,5 euros cuando se filtraron las primeras informaciones de la operación hasta los 2,7 que registra este jueves. Según el consejero delegado de la entidad, César González–Bueno, esta variación es suficiente para desacreditar la compra. Especialmente en los términos propuestos por la dirección de Carlos Torres, con un intercambio de acciones -un título del BBVA y 70 céntimos por 5,3456 del Sabadell-. Los movimientos en el mercado, asegura González-Bueno, han hecho que sus rivales «se hayan quedado sin moneda de cambio«. «Su pago ha quedado sin valor, y eso significa que la OPA no tiene ningún sentido», ha afirmado durante la rueda de prensa de presentación de los resultados trimestrales.
El balance entre enero y marzo de este 2025 ha dejado al banco catalán en una posición aún mejor que la que tenía antes de presentar las cuentas. El beneficio ha escalado un 59% en términos absolutos año a año. La cifra, cabe decir, se quedaría en el 8% si se contabiliza el cambio en el pago del impuesto a la banca, que ahora no se atribuye a una sola cuenta de resultados y se devenga durante todo el curso. Sobre estas ganancias netas -calculadas, recuerda el CEO, «exactamente de la misma manera que el resto de bancos españoles»-, los títulos vallesanos han escalado a media jornada cerca de un 2,4%, un punto y algo más que el BBVA. Así, recupera buena parte de la prima negativa que había comenzado a reducirse con el dictamen de la CNMC de la pasada semana, leído por parte de los mercados como un movimiento a favor del Banco de Bilbao. Así, el potencial folleto que presentaría Torres a la CNMV, en caso de aterrizar en las condiciones actuales, infravaloraría al Sabadell en cerca de 500 millones de euros. «La OPA sigue descarrilada», ha remachado el directivo, recordando el contundente mensaje que lanzó justo antes de la Junta de Accionistas.
Los accionistas sabadellenses que, por ahora, aceptaran la OPA, pues, perderían dinero con cada acción que intercambiaran. «Y nadie vende para perder dinero», aseguraba un inversor minorista durante la Reunión del Círculo de Economía. Tampoco los fondos institucionales, que el consenso del mercado en Madrid situaba más próximos a las tesis del BBVA. Ya en la presentación de resultados anuales del 2024, González-Bueno enmendó esta posición, confirmando que los grandes capitales con participaciones en el Sabadell «no ven clara la venta» a los precios actuales. «Las condiciones no han cambiado, así que nada hace pensar que sus posturas lo hayan hecho», ha reiterado el CEO en la rueda de prensa, resaltando la lejanía del conjunto del accionariado de la propuesta que abanderaba Carlos Torres.
Más allá del valor diario de las acciones, desde el Sabadell indican que el precio intrínseco del banco es muy superior al que se desprende del intercambio. Ante las lecturas bursátiles que atribuyen el ascenso del valor vallesano, precisamente, a la OPA -una acción crece en valor cuando los inversores asumen que se ha de vender a un cierto precio-, González-Bueno se ha remitido a las subidas del 2024 para desvincular ambos capitales. De hecho, deja caer una tendencia contraria: «cuando hay noticias que sugieren que la OPA tiene menos probabilidades de salir adelante, las acciones del BBVA repuntan; como si el mercado viera favorable que la operación no se complete», ha reflexionado.

Evitando el choque con Competencia
Cuestionado por la metodología que ha aplicado la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, González-Bueno se ha mostrado conciliador. No ha querido entrar a valorar el método que la entidad aplicó para fundamentar su ya polémico dictamen, aunque sí ha recordado que los criterios del banco y del regulador han sido muy diferentes. «Nosotros dijimos que había una metodología más avanzada, pero la CNMC ha aplicado la que ha creído más conveniente», razona. Tampoco ha entrado a valorar la diferencia entre el alcance de los dos test de mercado de la fase 2 y el cuestionario publicado por el gobierno español para su consulta pública. La Moncloa, concede, «estudia hechos de interés general, y eso se refleja en el formulario». Con todo, la entidad confirma que participará en el estudio del ministerio de Economía, si bien aún no ha avanzado en qué términos lo hará.
Más allá del examen de la CNMC, los remedios aplicados en el documento del organismo también quedan lejos de las propuestas que ponía sobre la mesa el Sabadell. El banco catalán consideraba necesario mantener las condiciones de crédito a las pequeñas y medianas empresas con una concentración de créditos del 20% en ambas entidades. Finalmente, el umbral establecido por Competencia ha sido del 85% en el Estado y del 50% en Cataluña y Baleares, muy lejos de la recomendación del banco opado. «Esto, evidentemente, deja fuera a muchas pymes», lamenta González-Bueno. También ha negado la viabilidad de una de sus propuestas iniciales, la venta de parte del negocio de crédito empresarial para garantizar una distribución del acceso a financiación. Con el avance del proceso de estudio y a raíz del dictamen, esta posibilidad habría desaparecido, según el CEO.
Una compra opaca
Incluso con las nuevas condiciones, González-Bueno echa en falta un mayor compromiso del BBVA con la «transparencia» en su oferta. Para el directivo, el banco opante no ha puesto negro sobre blanco todos los elementos que podrían condicionar la aceptación o no de la OPA. «Muchas sacudidas», critica; también en los documentos oficiales. En un primer momento, ha recordado, «solo se contemplaba una OPA sin fusión; pero luego, con fusión o sin, las sinergias tenían que ser similares» -una lectura que la directiva catalana no comparte, como el mismo consejero delegado ha aclarado en diversas ocasiones-. El comprador tampoco ha dado datos específicos de despidos, ni los costos de una operación según los posibles remedios que pueda imponer el Consejo de Ministros. «Que todo se explique con transparencia, que se fundamente la decisión con la mejor calidad del mundo», ha reclamado.
La opacidad de la compra, a ojos del banco catalán, solo hace que alterar aún más los planes del mundo económico catalán y del conjunto del Estado. El CEO ha puesto el foco sobre la intensa «oposición social» a la oferta; desde el mundo patronal a los sindicatos, las administraciones o las cámaras de comercio. En este sentido, ha proclamado que los compradores «no esperaban un rechazo tan fuerte» por parte de todos los implicados. Entre los posibles remedios, el desequilibrio entre las acciones y el no de trabajadores y empresarios, González-Bueno deja entrever que retirar la OPA sería un movimiento comprensible. «La situación es distinta, cuando una OPA se inicia con unas premisas y estas premisas cambian, se puede retirar, y no pasa nada», sentencia.