El folleto de la OPA del BBVA al Sabadell, el documento que guía las perspectivas de los accionistas catalanes a la hora de aceptar o no las condiciones propuestas, ha sido cristalino: la Vela no se moverá de la posición que mantiene desde mayo de 2024. A pesar de los movimientos bursátiles desfavorables, que dejarían a los inversores que acepten la oferta en números rojos respecto de las valoraciones en el mercado, el presidente Carlos Torres y el consejero delegado Onur Genç han descartado completamente cualquier mejora de la oferta. La versión de la entidad es la misma que ya mantuvieron a mediados del mes de julio, cuando el directivo turco ya sentenció que «la oferta es la oferta». Ahora, cerca del último asalto de la operación, la versión de los oferentes permanece invariable. «La oferta es muy atractiva, y recogía en origen una prima muy superior a la de las operaciones similares que se han producido en los últimos meses», ha sostenido Torres en una rápida atención a los medios que ha llevado a cabo después de hacer públicos los últimos documentos.
Según Torres, la ecuación de canje otorga a las acciones del Sabadell un precio «enormemente atractivo»; y será sobre este que tendrán que tomar la decisión de adherirse o no a la ofensiva vasca. La lectura elige ignorar la distancia que el mercado directo establece entre las dos entidades: a estas alturas, ya con la oferta detallada, la prima negativa se mantiene en el 8%, entre los 1.300 y los 1.400 millones de euros.
Los directivos, sin embargo, no otorgan mucha credibilidad a la brecha. La posición del banco vasco, mucho más agresiva que la que había sostenido desde el inicio de la OPA, es que el hueco de valor que deja su canje es, al menos en parte, ficticio. «¿Dónde estaría la acción del Sabadell sin la OPA? El precio actual de sus títulos está muy afectado por nuestra oferta», ha razonado Genç; adscrito a la teoría de que el avance de la cotización de los catalanes se corresponde a «la especulación de inversores que buscan que mejore el precio del folleto». Un planteamiento que han rechazado diametralmente en varias ocasiones los directivos del Sabadell, que apuntan al crecimiento anterior al asalto del BBVA -de más del 80% en 2023, por ejemplo- para revelar una tendencia que va más allá de los movimientos de inversores cortoplacistas.

El 30%, una «obligación reguladora»
Torres también ha restado importancia a la puerta abierta que han dejado los suyos para reducir el umbral de aceptación de la OPA hasta el 30%, tal como permite la legislación española. Según el presidente, la comunicación al regulador bursátil norteamericano al respecto responde estrictamente a un afán de minuciosidad. «Nos pedían que el folleto contemplara todos los posibles escenarios, pero eso no significa que tengamos intención de aplicarlos», ha argumentado. En este sentido, el directivo ha mantenido el objetivo de alcanzar la mitad más una de las acciones del Sabadell como barómetro de éxito de la OPA. Sin llegar a este umbral -que, contabilizando la autocartera vallesana, supone recibir el sí del 49,3% de los derechos de voto-, la oferta se declararía no superada y, por tanto, el BBVA no entraría en el capital catalán. La dirección, de hecho, ha negado que esté prevista una situación similar a la del italiano UniCredit en el accionariado del alemán CommerzBank; en la que el primero se establece como mayoritario del segundo sin tener control efectivo. «El único escenario posible es el del 50% en adelante», ha reiterado Torres.
Personal y sinergias
Cuestionados por la revisión al alza de las sinergias, contraria a todas las previsiones que hizo el mercado después del veto a la fusión impuesto por el Consejo de Ministros, Torres y Genç han atribuido la mejora a la «mayor preparación» que tendrán para fusionarse en los próximos tres años. Cabe recordar que el conjunto de recorte de costos y otros avances económicos previsto en la primera versión de la OPA era de unos 850 millones de euros; mientras que el folleto definitivo eleva la ejecución a 900 millones. La mayor parte de este monto proviene de recortes de costos y mejoras operativas -mayoritariamente, de despidos-; mientras que la reducción del coste del crédito se queda en 65 millones de euros. «Tenemos mucha experiencia en transacciones, hemos hecho muchas. Por eso hemos mejorado las previsiones», asegura el presidente.