En la campaña que BBVA ha lanzado durante los últimos meses en el Principado en defensa de su OPA hostil sobre el Banco Sabadell, su director de negocio en el Estado, Peio Belausteguigoitia, ha restado importancia a muchas de las alertas del mundo empresarial y económico del país. Ya en noviembre, aún a la espera de las preocupaciones de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, Belausteguigoitia aseguraba que, sobre la base de la nueva entidad, las condiciones para usuarios y negocios no solo se mantendrían, sino que serían, en algunos ámbitos, superiores. Según el directivo, la hipotética fusión generaría «capacidad para financiar familias y empresas por valor de unos 5.000 millones de euros adicionales» cada ejercicio. A su favor, la entidad vasca ha contado con la autorización de la Comisión Europea y el Banco Central Europeo desde Bruselas, y con informes favorables como el de S&P que defiende que la fusión “no generará problemas” en el mercado financiero. Meses después del inicio de la operación, sin embargo, expertos y asociaciones de consumidores sostienen que los riesgos identificados por la CNMC siguen bien presentes. Consultado por la situación de la compra, el secretario general de Facua Rubén Sánchez sostiene que «la concentración es negativa, porque reduce la competencia». Las condiciones ofrecidas a su clientela por parte de la banca, sostiene, dependen en buena parte del dinamismo del sector; y el acceso a las mismas para amplios segmentos de población está sujeto a la presencia física de las compañías en oficinas.
Entre los efectos materiales que más podrían notar los clientes del Vallés destaca la posible erosión del retorno por el dinero ingresado. El mercado bancario en el Estado español, como ha denunciado a menudo el Banco Central Europeo, sufre una anomalía contra los intereses de los usuarios que no tiene lugar en otros puntos de la UE: una muy baja remuneración al ahorro que, de hecho, no aceleró ni siquiera durante el ciclo alcista de tipos de interés. Varios expertos han señalado la elevada concentración bancaria, así como la escasa tradición de competencia entre los usuarios, para diagnosticar este mal.
Para Sánchez, esta cuestión también se vería exacerbada en caso de que la OPA siga adelante. «Las condiciones del Sabadell para dejar dinero en la cuenta corriente remunerada son superiores a las de BBVA», apunta el representante de Facua, que se muestra escéptico respecto a la reacción que prepararía el banco presidido por Carlos Torres. «Dudamos que se mantengan estas condiciones para el cliente -añade-; creemos que, en la absorción, BBVA eliminaría esta opción». Ante esta situación, desde la organización de consumidores reclaman que la CNMC imponga remedios que garanticen que «las ofertas de servicio de condiciones superiores se mantengan» incluso si el Sabadell acaba integrado; si bien, como en el caso del cierre de oficinas, parece un propósito lejano a ojos de la asociación.

Exclusión financiera
En Cataluña concretamente debido a la elevada presencia de los vizcaínos, esta absorción tendría efectos especiales sobre el acceso a oficinas físicas. Cabe recordar que BBVA ha protagonizado varias operaciones para entidades clave en el país; la última, la de Catalunya Caixa. Con este movimiento, el Banco de Bilbao amplió sustancialmente su cuota, que, como recuerda el codirector académico del máster en Finanzas y Banca de la UPF-BSM Xavier Brun, superaría el 35%, por encima incluso de Caixabank. Así, según datos del Banco de España recogidos por el diario madrileño Cinco Días, BBVA sería la única entidad bancaria presente en ocho códigos postales, donde destacan Badalona, Badia del Vallès, Lleida y Reus; todas ellas ciudades donde sus barrios verían desaparecer una oficina, generando una situación de monopolio. Esto toma especial relevancia en un ámbito como el español, donde la sensación de accesibilidad bancaria ya es limitada: según una reciente encuesta de la Asociación de Usuarios Financieros Asufin, durante el primer trimestre de 2024 más del 88% de los usuarios aseguraban no poder acceder a todas las operaciones que querían realizar en las ventanillas físicas. Ya en aquel momento, la presidenta de la entidad, Patricia Suárez, denunciaba que «cuantos menos bancos y más grandes existan, más fácil es comportarse de forma no competitiva y, por tanto, obtener rentas del oligopolio». Entre las primeras resistencias a la operación, en dirección similar, destacó la de la vicepresidenta segunda del gobierno español Yolanda Díaz, que aseguraba que «destruiría empleo, provocaría exclusión financiera y más oligopolio».
En este sentido, Brun destaca que el papel de la CNMC en este ámbito concreto de la concentración bancaria debería pasar por asegurar que se mantienen oficinas, sobre todo en los pueblos pequeños, para garantizar que la concentración no crezca de forma muy notable. El BBVA se ha comprometido a no cerrar las 41 oficinas que el banco de origen catalán opera en el segmento de empresas, pero las entidades piden ir más allá. Desde Facua, Sánchez reclama que «no se cierren oficinas», si bien lamenta que se trata de un objetivo «complicado» de garantizar en una «situación de absorción» como la que planifican los vascos, con una integración completa de la marca catalana a su operativa. «A corto y medio plazo, el cierre de oficinas siempre perjudicará a los consumidores», sostiene el secretario general. Otro movimiento de Competencia al que apunta Brun para evitar una gran concentración, sería la venta de algunas oficinas de Banco Sabadell a entidades que no son tan grandes, como podría ser el caso de Bankinter o Cajamar, entre otras. Sin un movimiento como este, lamenta, «se reduciría la presencia en lugares menos poblados, y se acabaría manteniendo el servicio con cajeros autónomos» -como las localizaciones móviles que ya ha desplegado la Generalitat-.

La amenaza a las empresas
En el otro lado de la moneda, el mundo empresarial catalán, desde las diferentes patronales, y la Confederación de Empresarios Valencianos se han asegurado de expresar su negativa a la compra. Desde el gobierno catalán también se han posicionado en contra de la OPA, ya que se defiende que tiene unos “riesgos elevados” sobre Cataluña la unión del segundo y tercer banco del territorio por la reducción de la competencia que implicaría. Sin ir más lejos, las estimaciones de la patronal de las pequeñas y medianas empresas Pimec sitúa en torno a los 54.000 millones la erosión de la financiación a las pequeñas y medianas empresas que se podría dar en caso de que la fusión siga adelante, un 8% del capital disponible. La Autoridad Catalana de la Competencia (ACCO) también ha alertado del peligro que supondría este gran incremento de la concentración bancaria que resultaría de esta fusión en Cataluña. En un informe que publicaban en diciembre, la ACCO mostraba su preocupación por el tejido empresarial catalán, sobre todo por las pymes, donde el banco con sede en Sabadell es uno de los actores más relevantes en el segmento de préstamos corporativos, lo que podría provocar el encarecimiento del coste del endeudamiento de las empresas.
Pero este no puede ser el único efecto de la absorción en las compañías: Brun destaca también que el cambio también se notaría en la atención a los clientes, un espacio del cual los accionistas del Sabadell hacen especial bandera. Los clientes empresariales pasarían a ser gestionados por un banco con un mercado más grande, con menos penetración territorial. «El Sabadell tiene mucha permeabilidad en el entramado empresarial en Cataluña, Baleares y la Comunidad Valenciana: este es su mercado», continúa el docente. Sin la presencia que otorga la sede operativa en Sant Cugat -y la social en Alicante-, el experto alerta que la dedicación de recursos para atender a los clientes sufriría un cambio a la baja. «Las decisiones ahora se tomarán desde un despacho en Madrid, donde el mercado será mucho más grande», denuncia Brun, que sentencia que «si BBVA tiene que cambiar de lugar los recursos lo hará».