El BBVA mantiene bien ocultas sus cartas, incluso en la recta final de la OPA hostil sobre el Banc Sabadell que ya se alarga más de 16 meses. El presidente del banco vasco, Carlos Torres, ha aprovechado las primeras semanas con la oferta de cara al público -después de que la Comisión Nacional del Mercado de Valores diera la última luz verde el 5 de septiembre- para movilizar su discurso en medios y actos diversos. En sus comparecencias, Torres ha desestimado el valor bursátil del Sabadell, y ha atribuido buena parte de las subidas de los últimos meses a «la especulación» de inversores cortoplacistas que buscan beneficiarse de una hipotética mejora de la oferta. «Cuando se acabe el plazo para hacerlo, entonces veremos«, ha declarado, dando a entender que los títulos catalanes podrían caer en picado una vez que este perfil de accionistas desaparezca del mapa. La versión de los oferentes es que la posibilidad de elevar el precio de la oferta se desvanece el 24 de septiembre, 10 días antes del fin previsto del período de aceptación, de acuerdo con la legislación bursátil estadounidense. Ahora bien, como en otros aspectos del abordaje del Sabadell, la Vela ha dejado una salida de emergencia preparada en el folleto: tiene margen, aún, para cambiar el calendario y, por tanto, otorgarse más tiempo para variar las condiciones.
Así lo ha hecho saber la directiva del Sabadell a sus accionistas, en varios encuentros que han mantenido en los últimos días. El consejero delegado, César González-Bueno, lo detalló a varios inversores vallesanos en un encuentro el lunes en Sant Cugat. «En la prensa dicen que no mejorarán la oferta, pero no es cierto, porque en el folleto se reservan el derecho a ampliar el plazo y, por tanto, tienen más días», alerta el consejero delegado. Según estas acusaciones, pues, el BBVA estaría marcando el plazo del 24 de septiembre para provocar una caída de la acción del Sabadell en el mercado abierto y, sobre un precio más bajo, poder mejorar el intercambio con más margen de maniobra. Contra esta operación, el primer directivo catalán llama a «no dar por hecho que no mejorarán el precio, porque dicen una cosa y escriben otra en el folleto«.
El margen legal para la operación, según las indicaciones del decreto de OPAs español y el homólogo regulador estadounidense, es de 70 días desde el lanzamiento de la fase de aceptación. Así, acogiéndose a la ley, la Vela tendría hasta mediados de noviembre para continuar aplicando su estrategia. Solo tendría que ir anunciando ampliaciones del plazo, siempre dentro del máximo normativo. Por tanto, para González-Bueno, los accionistas del Sabadell deberían mantenerse alerta para todos los escenarios posibles hasta el deadline legal, independientemente de las declaraciones que puedan hacer Torres o el consejero delegado vizcaíno, Onur Genç. A preguntas de los accionistas, el presidente del Sabadell, Josep Oliu, ha intentado calmar las aguas, y rebajar cualquier previsión de caída del valor de la compañía en caso de que la OPA no siga adelante. Si la oferta no tiene éxito, según Oliu, «no pasará nada«. «Todo lo que oigan decir sobre una caída, esta será efímera. El banco irá mejorando su valor según se vayan materializando los planes que ya se han presentado», defendía.

La batalla por el precio
Otra de las jugadas ocultas que sigue negando Torres es la reducción del umbral de éxito de la operación. En caso de que no lleguen al 50% de aceptación por parte de los inversores catalanes, el nivel que otorgaría a BBVA mayoría simple en todas las decisiones de la compañía; el folleto reserva la posibilidad de mantener la ofensiva con solo un 30% de adhesiones, un monto que ya se considera «de control». El presidente vasco ha reiterado en sus diversas comparecencias que «mantiene el requisito del 50% porque quiere el control sobre el Sabadell»; y que, por tanto, si no alcanza este límite, la OPA habrá fracasado y no tendrá ningún efecto. Aun así, el mercado contempla aún la posibilidad, dado que está explicada y delineada en el folleto.
En caso de que el BBVA se conforme con este 30%, la normativa española obligaría a lanzar una segunda OPA por la totalidad del capital restante. Mientras que el Sabadell asegura que esta debería ser en efectivo, la Comisión Nacional del Mercado de Valores deja la puerta abierta a que añadiera un componente en acciones, tal como sucede en la presente oferta. En todo caso, las dos trincheras mantienen una batalla por cuál sería el precio del hipotético segundo asalto: el BBVA mantiene que el folleto debería recoger exactamente la misma valoración que han hecho en primera instancia; mientras que el Sabadell asegura que «sería más elevada». El presidente de la CNMV, Carlos San Basilio, declaró en un encuentro con periodistas que «sería el regulador quien decidiría» el precio equitativo, de acuerdo con varios indicadores de mercado, «desde la fecha hasta una posible manipulación del mercado». «El accionista del Sabadell debería tener la opción de recibir un precio en efectivo, pero la oferta también podría contemplar un intercambio en acciones», ha detallado San Basilio.
El hipotético coste supondría un riesgo más elevado para BBVA, que tendría que afrontar una nueva oferta «con fondos propios», según detalla el folleto, si el coste es más elevado. En este sentido, González-Bueno ha insistido en pedir «transparencia» a los dirigentes del banco oferente. En este caso, deberían detallar en el folleto si una segunda OPA obligatoria les forzaría a realizar una ampliación de capital, un movimiento que diluiría el reparto de dividendo entre los accionistas aún más -y que varias voces dentro del capital del Sabadell hace tiempo que tienen en mente como uno de los peligros añadidos de la fusión-.