El reloj de arena de la OPA hostil del BBVA sobre el Banc Sabadell ya está prácticamente agotado. El próximo viernes, día 10 de octubre, será el último día para que los accionistas del banco catalán comuniquen que aceptan las condiciones presentadas por el vasco. La fecha final prevista originalmente era, cabe recordar, este mismo martes; pero se tuvo que posponer por la pausa de tres días que impuso la CNMV cuando la Vela mejoró un 10% la oferta -dejándola en un canje solo en acciones, 4,8376 derechos de voto del Sabadell por cada nuevo de emisión del BBVA-. Entre movimientos de papeles y anuncios de aliados a ambos lados -el millonario mexicano David Martínez Guzmán del lado vasco, la aseguradora suiza Zurich al sabadellense-, las cúpulas de las entidades implicadas ya hacen cábalas para una posible prórroga, que volvería a alargar la agonía del mundo económico y empresarial.
El escenario más plausible a ojos del mercado, por ahora, es que la OPA hostil siga comandando la actualidad económica durante alrededor de cuatro semanas. Cabe recordar que, en caso de que las adhesiones de títulos del Sabadell se queden entre el 30% que marca el umbral de control en la ley española y el 50% que obliga al BBVA el folleto, el banco que preside Carlos Torres tendría la opción de continuar la ofensiva con una segunda oferta obligatoria. Las dos entidades, según ha confirmado la Comisión Nacional del Mercado de Valores a Món Economia, conocerán el resultado en los cinco días hábiles posteriores al cierre de urnas. Es decir, el resultado del examen se hará público entre jueves y viernes de la próxima semana. Por lo tanto, se esperan unas jornadas de silencio administrativo entre los implicados.
Una vez se conozca el recuento definitivo, el resultado abriría tres escenarios: en caso de que el BBVA logre menos del 30% de las acciones, la OPA habría fracasado sin alternativa, y se tendría que retirar. Si supera el 50% –una meta que el Sabadell considera «imposible»-, habría conseguido el control del banco catalán, y la operación concluiría con una victoria -costosa y, según algunos accionistas españoles, pírrica- para Torres. Si se queda entre el 30 y el 50%, sin embargo, tendrá 24 horas para decidir si renuncia al objetivo explícito del folleto de alcanzar la mitad de los derechos de voto del banco. Entonces, se activaría un nuevo calendario, y abriría un plazo de un mes para detallar la segunda OPA obligatoria.

El precio equitativo
Como en otras ocasiones, Torres se ha contradicho a sí mismo en varias ocasiones al hablar de la segunda oferta obligatoria. En un primer momento, esta estaba completamente descartada, y solo se incluía el escenario en el folleto de OPA por exigencias del regulador norteamericano, que reclamaba el detalle de todas las hojas de ruta que contempla la ley. Ahora, más cerca de la conclusión y con los mercados en contra, ya abre la puerta a este movimiento. Lo vincula, sin embargo, a las cifras concretas que se presenten: la cantidad de acciones que tendría que adquirir en segunda instancia, el precio equitativo establecido por la CNMV de estas y el estado del mercado en el momento de los actos.
Según ha confirmado la Comisión, el BBVA en ningún caso tendría que tomar una decisión antes de conocer el precio equitativo. Por lo tanto, este se establecerá antes de que se consuma el límite de 24 horas después de conocer el resultado de la primera OPA. El decreto que regula las ofertas públicas en el Estado detalla que este no deberá ser inferior al promedio de la cotización el día que se efectuara la primera compra -una jornada aún por concretar, pero que probablemente sería el 17 de octubre-. No debería ser menor, pero tampoco necesariamente igual al promedio: la Comisión se reserva el derecho de modificar el precio equitativo en caso de que detecte factores que lo hayan podido distorsionar, como pagos de dividendos o movimientos bursátiles bruscos.
En todo caso, según detalla el decreto de OPAs, las condiciones de la segunda oferta serían, necesariamente, diferentes de la primera. La norma detalla que, en caso de una nueva ofensiva, esta se tendría que concretar en metálico, sin canje de acciones. Dependiendo del porcentaje de títulos que hayan quedado en manos de los accionistas vallesanos, el gasto del BBVA podría llegar a ser muy significativo. En caso de que solo se tenga que dirigir al 50% de los derechos de voto, el coste total estaría alrededor de los 8.300 millones de euros; mientras que si se tiene que aventurar a comprar el 70% de los títulos, la cifra escalaría hasta los 11.600 millones de euros. Según avanzó el consejero delegado del banco, Onur Genç, cuentan con un colchón de capital al cierre de 2025 de 7.000 millones; a los que deberían añadir unos 1.000 millones adicionales que ganarían con la retirada de un plan de recompra de acciones previsto en el plan estratégico. Así pues, los números podrían cuadrar para la Vela si el primer resultado es favorable; pero quedar lejos incluso de su bolsillo si no se acercan al deseado 50%.